Nunca una tubería causó tantos problemas. Es cierto que no usamos las palabras técnicas, pero la realidad es esta: el precio del gas vuelve a subir. Y a pesar de que la guerra de Ucrania tiene que ver, la de Israel y Palestina no ha hecho más que ayudar. ¿Y qué pasa con la tubería?
Los conflictos armados han encontrado otro aliado en el incremento de los precios, una fuga de suministro detectada en un gasoducto que conecta Finlandia con Estonia. La suma de estos tres factores da la explicación de las subidas superiores al 10%.
¿Boicot?
Las autoridades de Finlandia sospechan que la fuga pudo no deberse a un accidente, sino a un sabotaje. De hecho, ya se han puesto en contacto con otros socios europeos, así como con la OTAN, para plantear el posible alcance si se confirma que ha sido intencionado.
Las primeras sospechas se dieron la pasada semana. El 8 de octubre, las empresas operadoras alertaron de una bajada imprevista de la presión en esta tubería submarina, el Balticconnector. Desde entonces se empezaron a investigar las causas. Una vez hallado el escape se han puesto a esclarecer si es debido a la acción humana.
Desconfianza gubernamental
Los antecedentes recientes, como el sabotaje a los gasoductos Nord Stream, además de las guerras en Gaza y Ucrania, han levantado sospechas. El primer ministro finlandés, Petteri Orpo, está convencido de que no pudo deberse a una circunstancia derivada del uso normal del gasoducto. Asimismo, ha alertado de un posible fallo en un cable de datos, en este caso en la zona bajo control de Estonia, según la cadena YLE.
Por su parte, el presidente de Finlandia, Sauli Niinisto, señala que probablemente ambos incidentes se deban a algún tipo de actividad externa. Por ahora, ya ha hablado con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Implicación de la OTAN
La respuesta por parte de la Alianza Atlántica no se ha hecho esperar. Stoltenberg ha ofrecido ayudar en las investigaciones. Lo que no ha hecho referencia es a las posibles causas de la fuga.
La fuga, sumad a la situación en Israel después de la interrupción de las operaciones en un importante yacimiento operado por Chevron, pone en riesgo los suministros de la región del Mediterráneo oriental, que se pueden ver limitados.
Ante esta situación, el precio del gas vuelve a subir. El coste de los contratos de futuros europeos de gas (TTF holandés) para entrega en noviembre han subido más de un 10% y lo que hace que el coste suba a 48 euros por megavatio.