Del chocolate, de las ilusiones, de arte contemporáneo, del cine, del juguete, de la erótica… En Cataluña hay museos casi para todos los gustos, pero hay uno muy particular, curioso, extraño.

Lo cierto es que la materia elegida es muy suculenta y se ajusta mucho a una de las costumbres favoritas de los catalanes a la que llega el otoño: ir a buscar setas. Efectivamente, hablamos del Museu del bolet.

Exterior del Museu del bolet

El edificio

La ubicación no puede ser más adecuada. Se encuentra en Montmajor, en la comarca del Berguedà, tierra donde estos hongos crecer con la llegada de las primeras lluvias del verano.

El ayuntamiento decidió dar una nueva vida al viejo consistorio, construido a medidos del siglo XX y en desuso desde 1994. Con la tradición boletaire de sus vecinos y visitantes y el arte de una escultura local, decidieron emprender este proyecto nacido en 2003.

Piezas únicas 

La intención era aunar la tradición micológica de la zona con el arte de la artista berguedana Josefina Vilajosana y crear un museo didáctico que explicara esta tradición de los catalanes y las propiedades, beneficios y peligros de las setas.

El resultado un espacio donde pequeños y grandes disfrutan de cerca de medio millón de reproducciones en barro cocido, clasificados por tipología, ordenados por las cerca de 500 especies que se muestran al visitante. La precisión de la autora es tal que uno se las comería.

Reproducciones de setas MUSEU DEL BOLET

Documentación

Pero esto no es lo único que ofrece este peculiar museo. El centro organiza talleres, visitas guiadas e incluso actividades varias para escuelas e institutos. Los adultos por su parte, al ver los paneles informativos pueden conocer el valor culinario de cada uno y los buscadores de bolets confirmar la toxicidad de cada uno.

Las personas que se queden con ganas de más pueden acceder a la segunda planta y consultar todo el material bibliográfico sobre micología que han recopilado los responsables del centro. Conocimiento y arte en un mismo espacio.

Cómo llegar

Pero si lo de dentro es particular, por fuera es de lo más extraordinario. En una de las esquinas de la fachada, está empotrada una seta gigante de hierro, obra de Jordi Puig, que da pistas de dónde se encuentra. Esta se fusiona con el mural de Àngel Gispert, un tremendo bosque de donde surgen setas.

Para llegar hasta allí desde Barcelona se debe tomar la C-16 hasta la salida de Navàs y allí tomar la carretera BV-4235 hacia Montmajor. Y una vez allí, como cuando se va a buscar setas, a explorar los caminos que te llevan a la plaza del Mercado.