Nos gusta jugar mucho con la IA, concretamente con ChatGPT, así que le hemos preguntado cuál cree que es el científico catalán más famoso del mundo. Su curiosa respuesta ha sido Narcís Monturiol, creador de uno de los primeros submarinos. continuación te contamos su interesante historia.
Narcís Monturiol, el científico más famoso de Cataluña según la IA
Narcís Monturiol y Estarriol, un hombre versátil y poseedor de una genialidad explosiva, nació el 28 de septiembre de 1819 en la localidad de Figueres, en GIrona. Aunque su familia preveía que seguiría la carrera eclesiástica, el joven optó por estudiar medicina, aunque bajo la influencia de su íntimo amigo Sebastià Gibert, terminó eligiendo estudiar leyes, aunque no se tiene certeza de si completó su formación en esa área.
El ámbito político también cautivó al joven Monturiol. Participó en el movimiento icariano, una utopía basada en el comunismo. Monturiol se sintió atraído por el socialismo utópico y particularmente por las ideas de Étienne Cabet, un filósofo, teórico y político francés, con quien mantuvo correspondencia; junto a Abdón Terradas, Anselmo Clavé y Ceferino Tresserra, se convirtió en uno de los principales exponentes de la corriente cabetiana en España. En 1846, contrajo matrimonio con Emilia Mata y, tras aprender tipografía, estableció una imprenta desde la cual difundió las ideas icarianas, especialmente a través de la revista La Fraternidad, la primera publicación periódica comunista en España.
Monturiol se retiró a Cadaqués, donde comenzó a trabajar como pintor. En esta localidad costera, comprendió la peligrosidad del trabajo de los recolectores de coral y comenzó a reflexionar sobre la posibilidad de navegar bajo el mar. Al regresar a Barcelona en septiembre de 1857, junto a sus amigos ampurdaneses, estableció la primera sociedad comercial en España dedicada a la exploración submarina, llamada Monturiol, Font, Altadill y Cía.
El submarino fantasma
En 1858, Narcís Monturiol compartió sus investigaciones en el tratado "El Ictíneo o barco pez". En el año siguiente, con el apoyo financiero de sus amigos, construyó el Ictíneo y lo sometió a pruebas en las aguas del puerto de Barcelona. Este prototipo inicial contaba con hélices accionadas manualmente por doce tripulantes, y con él realizó más de 50 inmersiones en Barcelona y Alicante. El entusiasmo público y el respaldo de la prensa llevaron al gobierno de Isabel II a prometer apoyo oficial para su invención. Figuras influyentes como el catedrático de anatomía, filósofo y escritor José de Letamendi o el general y senador Domingo Dulce respaldaron el artefacto. En 1861, después de una prueba en presencia de autoridades políticas y militares, Leopoldo O’Donnell, presidente del Consejo de Ministros, manifestó su entusiasmo por las posibilidades bélicas del submarino.
En 1859, Narcís Monturiol construyó el Ictíneo y lo sometió a pruebas en el puerto de Barcelona.
A pesar del éxito de las pruebas, ni la Armada ni el Gobierno mostraron interés en el submarino. La capacidad de negocio limitada del inventor y las presiones de algunas cancillerías extranjeras, que no veían con buenos ojos que España liderara el desarrollo de un arma así, llevaron al olvido el invento.
A pesar de las pruebas exitosas, ni la Armada ni el Gobierno se interesaron por el invento de Monturiol, que finalmente fue relegado.
Fracaso y muerte
FRACASO Y FALLECIMIENTO A pesar de las adversidades y las dificultades económicas, el espíritu idealista y emprendedor de Monturiol se mantuvo intacto. El inventor continuó redactando memorias, acumulando hasta nueve sobre el submarino, y trabajando en invenciones como un tranvía funicular, un velógrafo (dispositivo para obtener copias de originales escritos o dibujados) y una máquina para rellenar cigarros.
Cuando la Primera República se proclamó en 1873, Monturiol fue elegido diputado en las Cortes, y sus amigos tuvieron que reunir fondos para financiar su viaje y estancia en Madrid. En ese mismo año, lo nombraron director de la Fábrica Nacional del Sello e ideó un método para mejorar la fabricación del papel engomado. Con la caída de la República en 1874, Monturiol perdió su puesto y regresó a Barcelona, donde continuó publicando periódicos y trabajando en un proyecto para traer las aguas del río Ter a la ciudad, además de un proceso para conservar la carne.
A pesar de ser un manantial de ideas, Monturiol falleció el 6 de septiembre de 1885 en la pobreza y el anonimato. Sus últimos años los dedicó a buscar un editor para su última memoria: "Ensayo sobre el arte de navegar bajo el agua", que finalmente se publicó póstumamente en 1891. Los ictíneos fueron embargados y vendidos como chatarra. El genial inventor fue sepultado en el cementerio de Pueblo Nuevo de Barcelona en un sencillo nicho, al que años después se añadiría una lápida que resaltaba sus logros: "Aquí descansa don Narcís Monturiol, inventor del Ictíneo, el primer buque submarino, que navegó bajo el mar en aguas de Barcelona y Alicante en 1859, 1860, 1861 y 1862". No fue hasta 1972 cuando sus restos fueron trasladados a su ciudad natal, y los monumentos y honores llegaron, como lamentablemente ocurre a menudo, tarde.