Será la inflación, la escasez de chips o la última novedad, pero lo cierto es que los teléfonos móviles cada vez son más caros. Eso no quita que los jóvenes quieran tener uno, pese a su bajo poder adquisitivo. Tal vez por eso el renting se ha convertido en una fácil y asequible solución.

Esta práctica se ha extendido mucho en el mercado automovilístico y funciona exactamente igual para el mercado de los smartphones. El joven que quiera tener el último modelo lo único que debe hacer es pagar una cuota fija al mes durante 12 meses y pasado ese tiempo decide si se lo queda o quiere uno nuevo.

Posibilidades

Los procesos son muy variados y aptos para todo tipo de bolsillos, a partir de 12 euros mensuales uno puede tener un móvil de última generación. Y no sólo eso, si pasado un año se cansan o ha salido un móvil mejor o que le parece más atractivo pueden cambiarlo por ese que desee.

A estas facilidades se le añade el seguro. Por el precio fijado no sólo uno tiene el último smartphone del mercado sino que éste viene asegurado ante posibles robos, roturas de pantalla y accidentes de todo tipo.

Dudas

Otra de las ventajas que encuentran los jóvenes a este método es que ayudan a contaminar menos el planeta. La Asociación Mundial de Estadísticas de Residuos Electrónicos alertó que en 2019 se produjeron 53,6 millones de toneladas de este tipo de desechos. Buena parte de ellos también de móviles que se tiran a la basura en busca de la última novedad.

La práctica del renting no sólo es atractiva a ojos de la juventud, no son pocos los adultos que apuestan cada vez más por esta opción, aunque como siempre están los escépticos que critican que al final, con este método, uno acaba pagando más. Para gustos, smartphones y formas de hacerse con uno.