Conocer la magia y la belleza de un lugar como los Pirineos, pero desde otro punto de vista y con total comodidad para aquellos que no sean muy amigos de las rutas y el senderismo. Es lo que propone esta actividad turística con la que se recorren todas estas impresionantes montañas y valles desde la comodidad de ir en tren y donde uno puede sentir cómo retrocede en el tiempo.
Se trata del conocido como Tren Amarillo de los Pirineos, considerada a nivel europeo como la ruta por vía estrecha que está a una mayor altitud, que hace un recorrido desde la zona de los Pirineos Orientales hasta el norte de la frontera de Cataluña. Un viaje sosegado y tranquilo, este medio de transporte apenas supera los 30 kilómetros por hora (solo en algunos tramos puede alcanzar los 50km/h), para no perderse ni un detalle a través de sus codiciadas ventanillas.
Una obra de ingeniería
El recorrido que ofrece el Tren Amarillo de los Pirineos es de una absoluta belleza natural ya que va recorriendo no solo montañas, sino valles y paisajes sorprendentes donde se encuentran salpicadas algunas de las localidades más conocidas de la zona y que suponen todo un reclamo turístico para aquel visitante que no conozca esta cordillera impresionante que separa España de Francia. Un tren que funciona de manera irregular durante todo el año y que discurre durante algo más de 60 kilómetros.
Un recorrido que se mantiene intacto desde la fecha de su construcción, el siglo pasado, con la idea no de dar vida a una actividad turística, sino como una necesidad vital para los vecinos de los pueblos más altos. Y es que estos residentes en numerosas ocasiones durante el invierno se quedaban incomunicados a causa del temporal; de ahí la idea de poner en marcha esta obra de ingeniería que ahora se ha convertido en un medio de lo más práctico para visitar y recorrer el Parque Natural Regional de los Pirineos en la zona sur del país vecino.
El recorrido
Durante los 63 kilómetros por los que discurre este tren conocido como "el canario" por ese tono amarillo de su cubierta exterior todos los pasajeros que se animen a vivir esta experiencia única pasarán por cerca de 400 curvas vertiginosas en lo más alto de las montañas, se adentrará en una veintena de túneles excavados en la misma roca, además de pasar por dos viaductos; los puentes de Séjourné y Gisclard. Más de medio centenar de kilómetros que cuentan con 14 paradas (en algunas de las 22 estaciones habilitadas) donde el viajero podrá parar en las que desee.
Eso sí, aparte de conocer todos estos datos y de la belleza del paisaje que le espera a uno mientras va subido en este tren amarillo, los que tengan algo de medio a las alturas igual quieran saber que este tren turístico sube hasta los 1166 metros de altitud. Una atalaya que hacen de esta vía estrecha la primera en lo que a altitud se refiere de toda Europa. Una impresionante vista que puede contemplarse desde la parada ubicada en la estación más elevada de toda Francia, la de Bolquère, situada a 1593 metros.
Todo un paisaje a golpe de tren
Pese a llevar un siglo en funcionamiento, este tren combina a la perfección las décadas pasadas (con echar un simple vistazo al aspecto de sus vagones; muy cuidados eso sí) con las comodidades más modernas para hacer de este viaje un recorrido de lo más placentero y agradable y donde las sorpresas nunca se acaban. Es más, si uno tiene suerte al montar en este medio de transporte y el tiempo lo permite, puede que incluso pueda hacer la ruta en el vagón descubierto para admirar in situ los fantásticos paisajes de los Pirineos Orientales.
Sin duda, el mejor lugar para contemplar más de cerca algunas de las reservas naturales que el viajero se encontrará por el camino, además de diversas muestras del patrimono cultural de la zona. Es el caso de las comunas de Villefranche de Conflent y Latour-de-Carol, donde se localizan los baños de Saint Thomas en Fontpédrouse; el curioso horno solar de Odeillo; o localidades de lo más bonitas y pintorescas como es el caso de Mont-Louis con su muralla o Villefranche de Conflent.