El sueño de muchos cada mañana cuando se miran al espejo y contemplan su boca tras lavarse los dientes es presumir de una dentadura tan blanca como una estrella de cine. Sin embargo, si durante años la higiene bucal ha sido más bien mediocre, poco se puede hacer para cambiar el tono de los dientes. Ni siquiera la última moda de echar mano de fórmulas mágicas que prometen conseguir un blanqueamiento dental único en apenas unos días de uso.
Todo lo contrario, recurrir a estos productos milagrosos es más bien peligroso para la salud bucal. Una tendencia en aumento que cada vez va ganando más adeptos en las redes sociales y de la que los dentistas aconsejan no fiarse, por los riesgos que conllevan estas prácticas poco saludables.
Productos mágicos
En establecimientos a pie de calle, con poca fiabilidad en cuanto a la salud, o en internet se pueden encontrar decenas de productos que prometen devolver al usuario unos dientes inmaculados. Es el caso, por ejemplo, de una especie de lápices o borradores mágicos que en su composición llevan una espuma de melanina que no es más que un producto químico que acaba dañando los dientes y el esmalte.
Un producto que se vende con publicidades agresivas indicando que sirven para eliminar las manchas de los dientes y mejorar el tono de los mismos. Sin embargo, este artículo, para nada recomendado por los profesionales de la salud dental, no es más que un limpiador abrasivo que lleva (además del compuesto antes mencionado) formaldehído, que resulta muy tóxico. Dicho de otro modo, el uso de este tipo de borradores mágicos es tan peligroso que es como si uno se estuviese lavando los dientes con un papel de lija fino.
Un peligro añadido
Aparte de la toxicidad de estos compuestos, este tipo de productos a la larga lo que hacen es destruir el esmalte y eso ya no se puede recuperar, ya que éste no se regenera. Es entonces cuando se produce el efecto contrario al que buscaban los que hayan comprado este sistema de blanqueamiento, sus dientes se tornan más amarillentos ya que poco a poco va apareciendo la dentina al ir desapareciendo la capa de esmalte dental.
Pero los daños no se quedan solo en esta parte aparentemente superficial. Pueden llegar a provocar lesiones en la mucosa; eso por no hablar de que los residuos que puedan desprenderse al usar estos productos milagro se pueden ingerir de manera involuntaria con el riesgo que esto trae para la salud del organismo en general. Para no llegar hasta este extremo, lo mejor es acudir a un centro especializado, donde tras un análisis exhaustivo determinarán el mejor tratamiento para cada paciente.
Mejor por profesionales
En el caso de que se opte, como debe ser lo lógico, por acudir a una clínica dental, el profesional puede recomendar la realización de un blanqueamiento dental clínico que se puede seguir acudiendo puntualmente a la consulta, o bien en casa. En este caso, será el dentista el que determine el que mejor se ajusta a las necesidades de la persona entre los diferentes procedimientos que existen. Así, por ejemplo, uno de ellos es la fotoactivación que permite un aclarado hasta en ocho tonos por medio de un gel blanqueante que se activa mediante luz LED.
Esto mismo se puede seguir en casa, con seguimiento claro del odontólogo, por medio de unas férulas de plástico que contienen ese principio activo para blanquear las piezas dentales. Además, en casos muy concretos, se puede llevar a cabo la realización de un tratamiento interno para aquellos pacientes que han perdido el color de sus dientes por alguna causa en concreto. En este tipo de situaciones se va devolviendo el tono de manera gradual en varias sesiones.
La higiene es importante
Aparte de esto último, está claro que es esencial llevar a cabo una higiene de los dientes de manera continua. Así, la limpieza bucal se debe hacer tres veces al día y durante un par de minutos con un cepillo que no sea demasiado duro (el cual debe ser cambiado a los tres meses). Tras esto, es bueno usar seda dental o pequeños cepillos interproximales para acabar con posibles restos de comida entre los dientes.
Otros de los consejos para garantizar una buena salud bucal son moderarse en el consumo de alimentos muy azucarados y cepillarse muy bien los dientes después de comerlos; así como acudir de manera regular al dentista (una o dos veces al año) para que lleve a cabo una revisión completa de la boca y descarte cualquier problema de salud.