La búsqueda del súper soldado es algo que siempre ha estado en el imaginario popular. Más allá de los personajes griegos invencibles gracias a ser hijos de dioses, en el siglo XX se ha hablado mucho sobre las mejoras genéticas que mejoren biológicamente a los militares.
No en vano, uno de los superhéroes más populares del mundo es el Capitán América, que cuenta la historia de Steve Rogers, un joven enclenque físicamente pero con gran espíritu que se somete a un experimento que lo convierte en un ser humano mejorado. Asimismo, películas como Soldado Universal, con Jean Claud Van Damme a la cabeza, también se acercaban a este tipo de prácticas, las cuales siempre han estado al margen de la ética.
Los tratamientos de Francia
Pues bien, en Francia el Comité de Ética Militar ha dado permiso para llevar a cabo tratamientos médicos que permitan mejorar biológicamente a sus soldados, con el objetivo de prepararles para retos mayores como el hecho de que en otras naciones presumiblemente ya se esté experimentando en este terreno.
Lo que han querido dejar claro las autoridades francesas, con la ministra de Defensa Florence Parly a la cabeza, es que estos tratamientos para mejorar tanto la resistencia mental como física respetarán “las reglas que rigen el derecho militar, humanitario y los valores fundamentales de nuestra sociedad”.
¿En qué consiste la mejora de soldados?
Como se puede imaginar, el objetivo no es otro que mejorar las capacidades del ejército mediante el alistamiento de soldados que estén mejorados biológicamente y en los que se hayan optimizado sus capacidades cognitivas, percepticas, físicas y psicológica.
En cuanto a los límites que el propio Comité de Ética ha marcado, por encima de todos ellos se encuentra el respeto a la raza humana. En este sentido, no se podrán realizar modificaciones que puedan afectar al propio soldado de un modo negativo. Asimismo, tampoco pueden afectar a la capacidad de los soldados de ejercer el libre albedrío ni de controlar sus fuerzas con respecto a otros seres humanos. Y por supuesto, cualquiera de estas mejoras no debería impedir que se reintegraran con total normalidad en la vida civil.
Seguridad frente a cuestiones éticas
Tanto esta decisión como otras de índole similar están enfocadas a mejorar la seguridad de los estados generalmente con carácter defensivo. Pero al tratarse de fuerzas armadas, su labor también podría ser beligerante.
Aparte, son muchas las cuestiones éticas que surgen de este tipo de tratamientos. ¿Hasta dónde se puede experimentar? ¿Cómo afectan a las personas? ¿Es ético dotar de un poder adicional a seres humanos para una mayor resistencia en caso de enfretamientos armados? ¿Dónde se sitúan los límites?
Francia no se lo plantea
Desde el gobierno francés también han asegurado que los aumentos invasivos no forman parte de su plan. Sin embargo, también aseguran que desean estar preparados frente a otros países que "no tienen los mismos escrúpulos”.
Claro que también deja abierta la decisión a reevaluaciones futuras que dependerán del concierto internacional y de las determinaciones que tomen otros estados.
¿Estados Unidos? ¿China?
Cuando se habla de estos temas las miradas se dirigen a las dos grandes potencias económicas y militares que hay en la actualidad: Estados Unidos y China. Los primeros aseguran haber establecido una serie de principios éticos para desarrollar Inteligencia Artificial, de tal manera que solo sea empleada para “el bien”.
En este sentido, están investigando en implantes que permitirían al cerebro comunicarse directamente con ordenadores. Además, aseguran que en China se están realizando experimentos con los soldados para otorgarles capacidades mejoradas. Desde el país asiático no han tardado en negar la mayor y han solicitado al gobierno estadounidense que deje de difundir mentiras.
Tienen pruebas
Lejos de retractarse, en EE.UU. han asegurado tener pruebas de que el Ejército Chino ha realizado experimentos para crear súper soldados tal y como aparecen en películas y cómics.
Teniendo en cuenta que China es el principal rival militar del todopoderoso ejército estadounidense, desde Washington tampoco han dudado en denunciar que “no hay límites éticos para búsqueda del poder de Beijing”, tal y como declaró el director de Inteligencia Nacional, John Ratcliffe.