A lo largo de la historia, la Iglesia ha canonizado y beatificado a miles de personas que han sido importantes para la propagación del cristianismo en todo el mundo. Este hecho vuelve a estar de actualidad porque acaba de beatificar al que podría convertirse en el primer santo millennial, que es como se conoce ya a Carlo Acutis.
Este joven fallecido en el año 2006 con solo 15 años, fue beatificado en Italia, concretamente en Asís, después de que se considerara que había realizado un milagro. Eso sí, necesitarían atribuirle otro más para ser considerado santo.
La obra de Carlo Acutis
Nacido en Londres (Reino Unido) y de padres italianos, Acutis es descrito por el propio Vaticano como un genio de las computadoras con amor por la Eucaristía. Y no es de extrañar, puesto que fue el creador de un sitio web en el que se encargaba de difundir la historia de los milagros eucarísticos, el cual llegó a ser una herramienta empleada por más de 10.000 parroquias.
Sin embargo, su milagro no fue tecnológico, sino que, de acuerdo con ciertas afirmaciones que ha tenido en cuenta la Iglesia, Acuti habría curado a un niño de origen brasileño a través de intercesión, logrando erradicar de su joven cuerpo una rara enfermedad que padecía.
Pasos para ser santo
El caso de este adolescente inglés de orígenes italianos solo es uno más en la historia de la Iglesia, estamento que tiene establecidos una serie de pasos para, en primer lugar, beatificar a una persona, y después canonizarla.
El primero de ellos es ser considerado un siervo de Dios, algo que se evalúa a partir del informe que se realiza de su vida y obras. En este caso, a través de la Congregación por las Causas de los Santos, se lleva a cabo un examen del informe y se decide su viabilidad.
Una persona venerable
El segundo paso hacia la santificación pasa por que esa persona sea considerada venerable. Esto quiere decir que se tendrán en cuenta tanto los testimonios de terceros como los escritos que llevó a cabo en su vida.
Cuando esta investigación se realiza, la citada congregación solicita a un relator la creación de un informe en el que se estipule si es positivo o no. En caso afirmativo, pasa a un nuevo estadio en el que el Papa dicta un Decreto de Heroicidad de Virtudes, lo que sitúa a la persona como venerable. Este hecho haría que pudiese ser beatificada.
El tercer paso es la beatificación
La beatificación es el tercer paso en el camino de la santificación . En este caso, para que la Iglesia declare que una persona es beata, esta deberá haber obrado algún milagro durante su vida. Y será la diócesis a la que pertenezca quien dé fe de lo sucedido, así como de las declaraciones de los testigos que lo han presenciado.
En cuanto a cómo abordar el examen o análisis del milagro en cuestión, hay que tener en cuenta un par de factores. Por un lado debe haberse producido un hecho, que por lo general se trata de alguna sanación. Eso sí, se debe apoyar en las opiniones de científicos o médicos que aseguren que lo que están estudiando excede la ciencia. Y por otro lado, debe quedar claro que el nombrado como venerable ha intercedido en el mismo.
El sí del Papa
Una vez que la Congregación para las Causas de los Santos considera que el milagro se ha llevado a cabo, se realiza un decreto que deberá ser sometido a la aprobación del Papa, que será quien determine la beatificación.
A partir de ese momento es cuando se decide el momento y el lugar en el que se va a llevar a cabo dicha beatificación. Cualquier beato, además, estará en disposición de llegar a santo siempre que se apruebe un segundo milagro.
Cuarto paso: santificación
El proceso para la canonización de una persona es prácticamente el mismo que para la beatificación, con la salvedad de que tendrá que haber obrado un segundo milagro y que este haya sucedido después de la beatificación.
Asimismo, el Papa deberá aprobarlo y formalizar un Decreto de Canonización, el cual llevará a la realización de una ceremonia para celebrarlo. Cabe señalar que muy pocas personas han sido declaradas santas poco después de su muerte, ya que muchos de los trámites llevan entre 30 y 50 años (y en ocasiones incluso un siglo).