El fichaje de Faiq Bolkiah por el Marítimo de Funchal, equipo de la primera división de Portugal, ha sido con toda probabilidad el más “millonario” y a la vez el más barato. Y es que el club no ha tenido que pagar nada por incorporar al futbolista más rico del mundo.
El jugador, de 22 años, juega como extremo y estaba libre en el mercado después de haber abandonado las categorías inferiores del Leicester en verano.
Sultán de Brunei
Bolkiah es hijo del príncipe de Brunei, Jefri Bolkiah, y sobrino del sultán, Hassanal Bolkiah, y cuenta una fortuna valorada en 20.000 millones de dólares (unos 16.000 millones de euros). A pesar de que no necesita el fútbol para tener dinero, quiso cumplir su sueño de ser jugador de balompié.
Nacido en Estados Unidos pero nacionalizado bruneano, se formó en el fútbol inglés. "Soy un jugador rápido, al que le gusta hacer que las cosas sucedan. Soy extremo y un dorsal 10, me gusta el juego directo y marcar goles", se defiende.
Experiencia
El futbolista empezó en el AFC Newbury y después pasó por las categorías inferiores del Southampton, el Arsenal, el Chelsea y el Stoke City, hasta recalar en el Leicester en 2016, aunque nunca llegó a debutar en la Premier League. Tras este club, esta temporada se estrena en la liga portuguersa con el Marítimo de Funchal.
"Estoy muy satisfecho por estar aquí y haber tomado esta decisión. Estoy seguro de que este es el club correcto para mí y mi carrera. Mis objetivos son dar siempre lo mejor en cada entrenamiento y partido, evolucionar y ayudar al equipo", asegura.
Excentricidades
El extremo se instalará en la isla de Madeira, lugar de nacimiento de Cristiano Ronaldo, otro jugador que amasa una gran fortuna gracias al fútbol pero que está muy lejos de la que ostenta el bruneano.
Bolkiah es internacional con Brunei, selección con la que ha disputado seis partidos y ha marcado un gol, y a pesar de su corta carrera en el fútbol ya ha sido noticia en varias ocasiones por sus excentricidades. Además de ser el futbolista más rico del mundo, se le conoce por tener un tigre de mascota y por haberse gastado 35 millones de euros en un mes.