La fruta troceada es un producto muy común en los supermercados, especialmente en esta época del año. Desde piezas de coco a manzanas cortadas a dados, son muchos los puestos que venden estos productos en tarrinas y con tenedor, evitando la molestia de pelarlos y cortarlos uno mismo.
De la misma manera, quizá las dos frutas que más se ven cortadas en los mostradores son la sandía y el melón. No siempre a cachos, lo más común es comprarlas partidas por la mitad. Una opción a la que estamos acostumbrados, especialmente en verano, pero que podría ser perjudicial para nuestra salud.
Los peligros de comprar melón y sandía ya partidos por la mitad / CG
Sin la piel, pierden protección
Los melones y las sandías no faltan en las casas españolas en esta época de aumento de temperaturas y llegada del calor. En muchas ocasiones, se compran partidos por la mitad para no cargar tanto peso y no pasarse en cantidad, evitando así que se terminen estropeando o pudriendo.
El problema es que esta práctica puede entrañar riesgos para la salud del consumidor, especialmente por dos motivos clave: la falta de protección natural de la fruta, al verse expuesta sin su piel, y porque muchos de los establecimientos los manipulan sin la refrigeración necesaria.
Debe conservarse en frío
La fruta cortada no puede conservarse fuera de la nevera. Uno de los problemas es que favorece el crecimiento de los microorganismos que pueden provenir tanto de la misma piel de la fruta como del mismo ambiente. Al verse expuesta sin su protección natural, los patógenos pueden afectar la parte abierta tras una mala manipulación de las frutas, por no respetar las normas de higiene, por la contaminación cruzada o el haberse saltado la cadena de frío.
Además, no sabemos cuánto tiempo pueden llevar cortados ni por cuántos estados de temperatura han pasado durante su traslado y manipulación hasta el momento de su compra. Los patógenos pueden llegar de la propia corteza de la fruta, de la persona que la manipula o de los utensilios que se utilizan.
Los riesgos de ingerirlas sucias
Las frutas pueden tener microorganismos patógenos como la Salmonella, la Listeria o la Escherichia Coli en su superfície. Muchos de ellos provienen de las heces, como pueden ser los abonos naturales que se emplean en los campos y a los que están en contacto directo alimentos como la sandía y el melón.
Por ello, es básico lavarlas bien, con agua y un cepillo, incluso antes de cortarlas. Y una vez troceadas, lo mejor es conservarlas en frío y no exponerlas a temperatura ambiente, para evitar la propagación de los microorganismos. Si el melón o la sandía no se desinfectan bien antes de ser cortados, las bacterias de la corteza pueden pasar al interior. Lo mismo sucede con la fruta comprada a trozos, que también debe ser limpiada a consciencia y guardada dentro del frigorífico si no se ingiere al momento.