Cultivar plantas en casa para conseguir alimentos de producción propia es otro de los entretenimientos que salen a la luz durante la cuarentena. Aprovechar el tiempo libre para darle uso a la terraza o el balcón con este proyecto ecológico puede suponer un cambio a mejor para el futuro. Los huertos urbanos requieren mucho tiempo al principio, pero después el mantenimiento es reduce considerablemente.
Los alimentos de agricultura ecológica se han convertido en un bien muy preciado en la actualidad, y qué mejor forma de tenerlos en casa que con un huerto urbano, con el que se pueden conseguir varios kilos de comida al año. Además, aportan sabores diferentes a las comidas y pueden formar parte de la decoración del hogar, siguiendo únicamente los siguientes pasos.
Elegir el mejor recipiente
En este punto influye el presupuesto del que se disponga, los recursos y el espacio. No existe un recipiente ideal puesto que cada cultivo tiene unas necesidades específicas. No obstante, uno de los más solicitados es la mesa de cultivo. Esta construcción, tradicionalmente de madera, facilita el cultivo porque todo el proceso se puede realizar de pie. Además, todas las plantas estarían controladas en un mismo espacio y, en caso de lluvias o escasez de luz natural, se podría mover de sitio.
Por otro lado, están los clásicos maceteros. Esta opción es mucho más económica que las mesas de cultivo y se adapta a la perfección, ya que cada planta requiere una profundidad distinta. En este caso, se limita el crecimiento de forma horizontal y acumular varios maceteros demanda también mucho espacio. Por último, existen las jardineras verticales u horizontales. Aquellas que se colocan en altura son más decorativas y costosas, mientras que las que están al nivel del suelo tienen los mismos inconvenientes y beneficios que los maceteros.
Qué plantas cultivar
Evidentemente, en una casa normal no se podrá exceder el tamaño del cultivo, por lo que la mejor opción son plantas de poco recorrido y mucha producción. Las mejores en este caso son los tomates, los pimientos, las judías y las especies aromáticas. Cada una de ellas necesitará un espacio concreto en el recipiente, acorde a la profundidad de sus raíces, que se mide en litros.
En este sentido, las más exigentes son las variedades de pimientos, judías, tomates, berenjenas y guisantes. Con estas habrá que buscar macetas que tengan, como mínimo, 16 litros. Para jardineras y maceteros, de 12 a 15 litros están las lechugas y las espinacas, entre otras. Por último, los cultivos que menos espacio necesitan son las plantas aromáticas y las fresas (que son la opción más sencilla).
Sustrato mejor que tierra
Las ventajas que aporta la tierra fértil que se encuentra en el campo no serán las mismas, en ningún caso, si se coge este material y se lleva a casa. Por lo tanto, habrá que elegir un buen sustrato que potencie y combine a la perfección con el cultivo que se tiene en casa. El sustrato clásico para los huertos urbanos es aquel que contiene fibra de coco y hummus de lombriz, puesto que incluye ingredientes orgánicos y un material que aporta aire y retiene agua.
Eso sí, no hay que confundir sustrato con abono. El primero simplemente aporta una superficie adecuada al huerto, algo imposible de conseguir en la ciudad, mientras que el segundo potencia los cultivos para que salgan antes o combate situaciones adversas. No obstante, los abonos más naturales son aquellos conformados por materia orgánica que nutre la planta, por lo que sirven algunos desechos de casa.
La luz y el riego
Es muy importante colocar el cultivo en una zona con luz natural directa. Normalmente se pasa por alto en qué lugares de la terraza o el balcón disfrutan más de los rayos del sol, por lo que habrá que prestar atención. Si la situación proporciona sol y sobra, los cultivos más exigentes tendrán que tener una ubicación con más luz. Se podrá jugar con otros cultivos que necesiten menos aporte lumínico para ponerlos en la sombra.
En cuanto al riego, dependerá mucho de la ciudad donde se resida. Si es una zona con muy pocas lluvias, habrá que hacerlo de forma manual u optar por los diferentes sistemas de riego automático. Si se hace con regadera, una o dos veces al día, sin 'ahogar' la planta, puede ser suficiente. Y si se hace con semillas, será mejor aportar pequeñas cantidades de agua varias veces al día.