La Tierra no es redonda, el sol gira alrededor del planeta y todo lo aprendido en la escuela es, simplemente, falso. Sobre estas premisas se ha construido el pensamiento terraplanista, que empezó como el delirio de unos pocos, para convertirse en un movimiento que acoge a miles de personas. Recientemente tuvo lugar una convención internacional en Madrid, y hasta Netflix se lanzó a hacer un documental sobre el terraplanismo en 2018 llamado La Tierra es Plana, en el que se hace una más que clara burla del colectivo.
Quizá esté en la naturaleza humana que, tras una época de creer a pie juntillas todo lo que se dice, haya personas que vuelvan a revisionar todo lo que le enseñaron en la escuela. Galileo Galilei, al que le costó la vida demostrar lo que ahora este colectivo niega, también quiso ir más allá de los dogmas de su época y demostró que la Tierra es redonda. La diferencia entre ambos está en creer o no en la ciencia.
La fe terraplanista
Estas personas negacionistas, creen ciegamente en su nuevo movimiento. Independientemente de las evidencias científicas, de las imágenes de la Estación Espacial Internacional o de que el movimiento de traslación de la Tierra se dé cada 365 días, 6 horas, 9 minutos y 9.5 segundos, como se ve en el documental, ellos se mantienen firmes en sus teorías.
Ajenos a cualquier información externa, han creído conveniente rebatir que se encuentran en una bola de 510 kilómetros cuadrados. Además, ya que empíricamente muy pocas personas pueden observar que la Tierra es redonda desde el espacio, ellos sacan sus propias conclusiones con basadas en aquello que pueden ver.
Una tierra semiplana
Sin embargo, los creyentes en el terraplanismo no afirman que la tierra es completamente plana, sino que es una especie de "balón cortado por la mitad". El suelo que se pisa sí que sería plano (sin tener en cuenta las montañas), pero bajo él habría una gran masa redonda. Por lo tanto, el estado de los países sería el mismo que si se coge una bola del mundo y se aplasta. Todos los territorios estarían sobre una superficie plana, rodeados por la Antártida, que se mantiene en un cierto equilibrio.
Es decir, el continente que la mayoría de personas ubica en el polo sur, sería una gran masa de hielo que rodea toda la superficie de la tierra y evita que el agua “caiga”. Esta teoría la sustentan en que es imposible caminar por todos los lugares de la Antártida, aunque la explicación oficial es por los tratados que tienen los diferentes países que poseen este territorio. Tras el hielo antártico, los terraplanistas creen que hay lugares inexplorados a los que nadie ha podido llegar.
Pensamiento geocentrista
Antes del Renacimiento, la religión católica impuso la creencia de que la Tierra y el hombre eran el centro del universo. Sin embargo, pensadores como Galileo Galileo o Copérnico comenzaron a observar los astros y llegaron a las primeras conclusiones de que la Tierra gira alrededor del sol. En este caso, los terraplanistas vuelven a esas primeras teorías, pero en ningún caso, están a favor de la religión católica.
Ellos creen que el planeta está completamente parado y que el sol y la luna giran de forma estacionaria a su alrededor. Además, sostienen que ambos están a una altura parecida y sustentan esta teoría en que, en ocasiones, se observa la luna, aunque el sol esté fuera. En el caso de las estrellas opinan que son objetos totalmente desconocidos para la sabiduría humana y que todo lo que se habla de ellas es falso.
Ni NASA, ni llegada a la luna
Este movimiento también se sustenta, en gran parte, en teorías conspiranoicas: cualquier institución científica está manipulada por los “grandes poderes” para tener engañada a la humanidad. Según la teoría, dentro de esas manos que mueven los hilos, se encuentran la Francmasonería, grandes personas con poder económico y, por supuesto, los gobiernos de los grandes países.
Asimismo, comparten otra creencia popular, la de que el humano nunca se ha pisado la luna. Esgrimen como argumento que en ese momento de la historia era necesario para Estados Unidos llegar al satélite y que se manipuló todo. Finalmente, también piensan que, para evitar que el resto de personas lleguen a sus conclusiones, los grandes poderes “fumigan” a la población con metales pesados. De hecho, afirman que las estelas que dejan los aviones serían esa fumigación.