Increíbles playas y arrecifes, un gran potencial turístico y una cultura musical bastante marcada representan algunos de los elementos definitorios de la isla de Jamaica. Con capital en Kingston, es conocida entre muchas otras cosas por ser la cuna de uno de los géneros musicales más influyentes de la década de los 70, el reggae. Este estilo va más allá de la música, representando una manera muy especial de ver las cosas.
Aunque proviene de estilos anteriores, como el ska, sus matices lo convierten en una música fácil de reconocer. Las complejas líneas del bajo y los acentos de la guitarra constituyen algunas de estas técnicas para desarrollar el reggae. Entre la gran cantidad de artistas y bandas, como UB40 o Toots and the Maytals, hay uno que destaca por encima de todos, Bob Marley, que habría cumplido 75 años el próximo 6 de febrero.
La cara de un estilo
A pesar de no ser uno de los primeros en tocar este tipo de música, es considerado el padre del reggae y uno de los iconos más importantes de Jamaica. Tal fue su trascendencia que en la capital de la isla, Kingston, construyeron un museo en honor a su vida y carrera artística. Además muchos turistas, amantes del reggae, suelen visitar la casa donde vivió durante toda su vida. Una casa que ya se ha convertido en lugar de culto.
Su gran influencia e importancia dentro del país se deben en gran parte a la capacidad que desarrolló para trasladar el género musical y el movimiento rastafari hasta los confines del mundo. Creador de himnos como No Woman No Cry o Could You Be Love, tuvo una vida corta pero bastante intensa. Hasta prácticamente su última etapa, el cantante y guitarrista no abandonó los escenarios.
Hasta el final
Y es que su última gran gira estuvo marcada por ciertos acontecimientos derivados del estado de salud de Marley. El representante del reggae por bandera fue víctima de un melanoma en un dedo del pie que acabaría derivando en su muerte meses más tarde. Aún así él se resignó a cualquier tipo de tratamiento y decidió seguir adelante con la que iba a ser una de las giras más exitosas del momento, en el cual Milán representó el punto álgido.
La ciudad de la moda fue testigo de uno de los momentos más plácidos en la carrera del artista jamaicano. El Urprising Tour, con el que presentaba su último disco, hizo parada en la ciudad italiana. Allí se congregarían más de 100.000 personas para ver uno de los últimos directos de Marley. Después de algunas actuaciones más, la gira tuvo que ser cancelada por la delicada situación del cantante. Para entonces su éxito era rotundo.
Canciones para toda la vida
Bob Marley comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo de la industria musical con The Wailers, la banda que le ha acompañado en prácticamente toda su carrera. Al principio el proyecto era únicamente The Wailers, aunque años más tarde pasaron a llamarse Bob Marley & The Wailers. Esta modificación en la banda se debe a la salida de dos de sus integrantes antes de comenzar a grabar su octavo disco de estudio.
Para esa época, el proyecto ya había alcanzado bastante repercusión. Esto se debe en cierta parte al lanzamiento de singles como No Woman No Cry o I Shot de Sheriff. Este último, incluido en el segundo disco, les catapultó hacia la fama. A parte de su brillante carrera artística, Bob Marley compaginó su labor como músico con diferentes actividades y obras en favor de ciertas comunidades.
Nunca se fue
Es de ahí donde también emana su importancia como ídolo pacifista. Gracias a un concierto organizado en Kingston, Bob Marley consiguió promover la paz y paralizar así el conflicto que se había generado en las calles de la capital Jamaicana y que empezaba a encaminarse hacia una guerra civil. Semanas antes de su muerte, el gobierno del país le concedió la Orden del Mérito.
A día de hoy, Bob Marley sigue siendo uno de los principales atractivos turísticos para la gente que visita el país jamaicano. El gran defensor de la fe rastafari sigue estando más que presente en este enclave caribeño, allí donde Marley logró revolucionar la industria de la música.