Tras el final de la Navidad, toca volver a la rutina. Esa rutina implica, entre otras cosas, volver a comer de una manera saludable y equilibrada para afrontar este 2020. En lo que a gastronomía respecta, España cuenta con una gran ventaja que se traduce en dos palabras, dieta mediterránea. El aceite de oliva, los productos lácteos o los cereales representan algunos de los alimentos vitales en este conocido régimen.
Cataluña es pionera en la producción de algunos de los productos más comunes de la dieta mediterránea, por lo que es habitual vislumbrarlos en ciertos platos conocidos de la tierra. Uno de los más básicos es el pa amb tomaquèt. Tan solo se necesita un buen pan tostado, aceite de oliva y un tomate rallado para elaborar una de las referencias gastronómicas clásicas del territorio catalán.
Para acabar con las sobras
Su elaboración resulta bastante escueta, pero cumple con todos los requisitos necesarios para matar el hambre. Si la opción pasa por una cocina más trabajada, la gastronomía catalana cuenta con otros platos idóneos para evitar las grasas saturadas en estos primeros compases del año. Dentro del terreno de la pasta, los canelones con carn d’olla pueden resultar uno de los manjares más interesantes.
Suele ser tradición comerse estos canelones el día después de Navidad con motivo de la festividad de San Esteban. La carne que rellena el interior de la pasta suele ser la misma que se utiliza para la escudella, otro de los platos típicos de la cocina catalana. Las carnes de pollo, de gallina o de ternera cobran especial importancia dentro de este elaborado. Luego llegará el turno de la bechamel y el queso rallado para conseguir los canelones.
Exquisito y saludable
Dejando la carne y la pasta a un lado, el pescado es otro de los productos fundamentales para comer sano. El salmón o el bacalao constituyen dos de las especies ideales para elaborar platos con gusto y, a la misma vez, saludables. Es el caso de la esqueixada de bacalà, una de las recetas más exquisitas que roza la alta cocina. A parte del propio bacalao, hay ciertos ingredientes que marcan la diferencia dentro del plato.
Y es que hasta con aceitunas negras se puede acompañar este magnífico plato, no apto para aquellos que tienen problemas con la sal, uno de los peores enemigos de la salud. La OMS pretende reducir su consumo en hasta un 30% para el año 2025. A pesar de ello, esta elaboración compensa por otro lado, ya que el bacalao es un pescado blanco, por lo que la presencia de grasa es mucho menor que en otras especies.
Sabe a reunión
Pero este no es el único plato de la tierra donde el bacalao se convierte en protagonista. En las montañas del Penedès, conocida por sus regiones vitivinícolas, se realiza la Xatonda, un producto gastronómico creado con las materias primas típicas de la zona, entre las que se encuentra dicha variedad de pescado. El bacalao se suele acompañar de anchoas o boquerones, entre otros alimentos propios de la comarca.
Al igual que los canelones en carn d’olla, es usual encontrarse este plato en fechas señaladas. En este caso, es en las fiestas que se realizan por la llegada del vino nuevo, donde los principales productores y dueños de bodegas se reúnen para celebrar el producto resultante de la cosecha del año. Esta conocida ensalada está aliñada por la también popular salsa romescu.
A la alta mar
Sin abandonar el mar se puede conseguir otra de las creaciones gastronómicas más comunes de Cataluña. El suquet de peix es considerado uno de los platos con más historia, ya que su origen está directamente relacionado con las antiguas comunidades de pescadores. Estos se encargaban de cocinar un guiso con el marisco y el pescado que más costaba vender entre el público.
Su misión era dar alimento a los tripulantes de las diferentes embarcaciones que se encargaban de la pesca. El suquet de peix representa uno de los platos más comunes en las localidades de la Costa Brava. Además del guiso, suele contener pescado, como la dorada, y marisco típico, como las gambas o los mejillones.