Pep Tosar cree en la poética en el teatro, aunque ya sea fácil de ver en los escenarios. Lo lamenta, pero no por ella deja de apostar por poner en escena las biografías de referentes culturales universales y hacerlo de forma interdisciplinar y con apuesta por la metáfora.
El director de escena recupera Federico García, estrenado en 2015 en la extinta Sala Hiroshima de Barcelona, y lo lleva a Madrid. El poeta lo acompaña desde hace 8 años ya, como la herida de la guerra que simboliza Lorca, junto a él la sobrina del granadino, el bailaor Jesús Carmona y expertos en el escritor.
A pesar de las dificultades que se encuentra para exhibir este tipo de obras, el también actor no desiste. En junio, vuelve a la capital catalana, en el Teatre Romea, con El fingidor, donde el personaje protagonista es el mismísimo Pessoa. Claro que esta vez no habrá flamenco, pero promete circo.
--El espectáculo de Lorca tiene ya 8 años y sigue en marcha, ahora en el Pavón. ¿Qué tiene que lo mantiene vigente?
Hay muchas formas de responder a esta pregunta. Una sería algo lo que dice uno de los entrevistados del espectáculo, Allen Josephs: la muerte que nunca cesa. La muerte de Federico es la muerte que nunca cesa, que se ha prolongado en el infinito. Además, acudir a Lorca, como a Shakespeare, siempre es necesario, siempre amplía nuestro conocimiento y añade algo positivo a nuestra vida. También hay otra forma de exponerlo. La muerte de este caso es esa herida histórica que no para de sangrar en nuestro país. Federico representa todas las consecuencias de la guerra. La Guerra Civil está sin cicatrizar porque nadie le ha cicatrizado. Nosotros no hemos sido, como otros países europeos que han sufrido el fascismo, un país que acabara con él. Aquí se ha ido prolongando de una u otra forma, pero nunca se ha cerrado la puerta. Nunca se ha pedido perdón en nombre del Estado español. No lo han hecho los socialistas ni mucho menos la gente del PP. Ya no te hablo de izquierdas y derechas, porque son términos que llevan mucho tiempo desaparecido. Y esa herida está y ahora queda muy poca gente con vida que todavía tenga imágenes y recuerdos de la guerra.
--¿Cómo es la reacción del público ante esta herida?
--Desde el día que estrenamos vimos una reacción tan inusual del público y tan constante, una función tras otra... El público absolutamente entregado al final de la función, todo el mundo de pie, aplaudiendo y yo pensaba, ¿qué está pasando aquí? Puede que el espectáculo sea bueno, sí, pero yo creo que esto no es suficiente como por una reacción tan unánime. Nunca me había pasado en ningún espectáculo. Creo que es por esta cuestión. Hay esa cosa catártica que ha atravesado las generaciones, las paredes del tiempo y se ha instalado en el sentir del espectador de hoy. Al ver el recorrido vital y cómo le fueron las cosas a Federico resuena en la memoria del espectador. Nosotros contamos esto de una forma muy simple, a través de personas que conocen bien su historia y su obra. La entrevistada que vertebra la narración es una sobrina de Lorca, una de las pocas personas vivas que le conocieron, y hace que el relato llegue al alma del espectador de una manera muy limpia, directa, clara.
--Aparece la sobrina, expertos en Lorca, recita sus versos, por ahí aparece Dalí. ¿Cómo fue esa construcción poética de la obra? ¿Qué tiene esa apuesta en escena por la que ya apostó en otras biografías que ha puesto sobre el escenario?
--Vino un poco por azar, como en La casa en obras, donde no utilizaba el documental, pero era ya un espectáculo biográfico sobre Blai Bonet. Proponía enseñar las conexiones entre la vida, la experiencia vital y real del personaje y su obra como una consecuencia. Esto ha sido así con todos estos espectáculos. En 2003 empecé a usar el audiovisual por primera vez con un espectáculo sobre Damià Huguet, para mostrar sus cuadros, sus filmaciones porque si no, todo esto explicado en palabras que nos iba a quedar muy pequeño. Y empezamos a trabajar con esta otra herramienta y el tul. A partir de aquí, un día descubres que con esta fórmula puedes hacer muchas cosas y ya he hecho siete espectáculos así y no hay ninguno que se parezca, porque todos ellos tienen experiencias vitales completamente diferentes que generan cosas diferentes. Lo que si tiene en común es la conjugación de diferentes lenguajes.
--¿Por qué le quitó el apellido Lorca?
--Una de las grandes dificultades en el caso de Federico es cómo renunciar al mito. Quitar el apellido es una declaración de principios. Vamos a hacer a Federico García, que podría ser cualquiera que pasa por ahí delante. Todo el mito lo hemos fabricado nosotros, en nuestra cabeza. Federico era un hombre normal y corriente con un talento sobrenatural, sin duda alguna, como tantos otros. Nuestra intención es separar el mito de la persona humana.
--¿Por qué?
--Porque es la forma de que el espectador lo comprenda mejor, que el espectador se familiarice más con el poeta. Que entienda que es una persona al que le pasaron ciertas cosas y como le ocurrió eso escribió lo otro. El espectador sale del teatro con más curiosidad para conocer mejor la obra del poeta y con la sensación de que le hemos contado algo que está un poco fuera del espot publicitario.
--¿Cree que últimamente se destaca más la muerte del poeta a la hora de hablar del mito?
--La gente tiene una atracción irrefrenable por el morbo. Se han explicado ya tantas barbaridades sobre la posible realidad de la muerte de Federico. Yo creo que en realidad habrá dos o tres personas que saben exactamente dónde está y que no lo dicen porque no quieren convertir este sitio en una peregrinación turística como éstas que hay por ahí de cientos de miles de personas a hacerse selfies donde Federico fue asesinado, lo cual vulgarizaría de una forma indudable su recuerdo. Es una hipótesis, no tengo ninguna certeza de que esto sea así, pero yo la encuentro bastante plausible. Pero sí, la gente piensa a menudo en esto, y en nuestra obra está muy poco subrayado, llamamos muy poco la atención sobre esta cuestión al espectador. Obviamente, no podía, en modo alguno, no integrar la muerte en el espectáculo, sería absurdo. La hice de una forma muy sencilla, muy simple, muy poética, muy metafórica y sin hablar exclusivamente desde ningún punto de vista.
--En cuanto al mito y la realidad es que Lorca escribía un trabajo completamente poético. Su obra también bebe y se impregna de ello, ¿pero se ha perdido en el teatro actual?
-- Sí, no sé si se ha perdido del todo, pero sí muchísimo. El teatro de estos últimos treinta años ha rehuido de la fuerza poética, probablemente porque las personas que han hecho el teatro de estos últimos treinta años no se han sentido atraídos por la fuerza poética, igual no era lo que el teatro o el espectador buscaba. Pero es difícil hacer una valoración correcta, pero no hay duda de que el resultado es este. Yo hace muchísimos años que no veo un espectáculo que busque la fuerza poética. Sólo excepcionalmente puedes encontrar algo, en un festival o algo así. El teatro busca hoy, principalmente, la fuerza económica. Se entiende, porque los artistas debemos vivir de alguna manera, todo se ha precarizado muchísimo y, por tanto, la prioridad es esta, y no la fuerza poética, que ahora, a su vez, se reduce a la mínima expresión. Yo intento no pensar demasiado en sí esto será económicamente rentable o no. El día que me ocurra esto será el día que me he dedicado a otra cosa.
--¿Esto hace que se más difícil encontrar espacios donde también exhibir sus obras?
--Es muy difícil encontrar lugares para enseñar un trabajo hecho con estos materiales, porque cada día están menos interesados, menos de moda. Ahora vamos a Federico al Teatro Pavón, que es un teatro privado y creo es un espectáculo para estar en teatro privado y para estar en teatro público, pero nunca ha estado allí.
--¿Frustra también que no se puedan ver autores universales como Lorca o Shakespeare en un espacio público?
--Es frustrante, muchísimo. Producir un espectáculo, construir un espectáculo desde una perspectiva independiente, desde una situación de teatro independiente, es extraordinariamente difícil. Es extraordinariamente difícil conseguir la financiación y sobre todo, sobre todo, es muy difícil encontrar un sitio para poder conseguirlo. El espectáculo de Pessoa que ahora haremos en el Romea hará dos años que lo hemos estrenado. Hay espectáculos que nunca los he podido hacer aquí en Barcelona y, en cambio, Barcelona los ha pagado. El espectáculo de Berger, por ejemplo, que estrené en el 2013 aún no he podido hacerlo en Barcelona. La he hecho en Madrid, en Buenos Aires, en Montevideo, y no puedo hacerla aquí, que es la ciudad que la pagó. Por tanto, es extraordinariamente frustrante.
--Supongo que para enfrentar esto hace falta sentir mucha pasión por lo que uno hace.
--Tiene que gustarte mucho lo que haces para seguir luchando contra esta enorme corriente que te está diciendo un día y otro no hay sitio para ti. Por eso no puedo hacer otras cosas que agradecer el interés de una empresa privada como Focus y otros espacios privados por todos estos espectáculos, que yo creo que son de naturaleza pública, y que no he podido hacerlos, porque no han querido, el Teatre Lliure, el TNC, el CDN en Madrid. Es curioso, porque siempre te dicen lo mismo, que el espectáculo no encaja. Entonces yo pregunto, ¿y exactamente por qué no encaja? Lo digo para la próxima vez tratar de hacer un espectáculo que quizás encaje más. Pero no me lo dicen, no me dicen por qué no encaja. Después vas al teatro público y lo entiendes perfectamente. Ellos sabrán lo que hacen y por qué lo hacen. No sé, todo es absolutamente de espectáculo. Yo considero que un espectáculo como Federico García es un espectáculo que debería estar protegido, debería estar vinculado al teatro público. Y a pesar de estar en un teatro privado también funciona, porque es un espectáculo de teatro comercial en el buen sentido de la palabra.
-- Dos cosas. Has hablado de que no puede estrenar ciertos espectáculos aquí y ya van carios autores que me dicen cosas parecidas ¿Por qué en Barcelona no se apuestan por estas cosas y en Madrid sí, por ejemplo? Porque hay muchos dramaturgos y directores catalanes allí.
--Yo creo que hace mucho tiempo que se ha perdido el glamour y el interés de lo que se llamaba el teatro catalán. De toda esa áurea que generó el teatro en los años 70, en los años 80, probablemente pilotado por el Teatre Lliure y sus fundadores, particularmente Fabià Puigserver. Su muerte fue la muerte de muchas cosas aquí. Coincidió también con la gran transformación de la ciudad a partir de las olimpiadas, etcétera. A partir de ese momento la ciudad, no sólo en el ámbito del teatro sino en general, dejó de ser lo que había sido para ser otra, para poner, de algún modo, los cimientos de la ciudad que es ahora, la ciudad comprometida con el turismo, las superilles y todo esto. Ahora estamos en campaña y no se habla de cultura, y podríamos remontarnos al 92 y se repite. Ada Colau en las otras elecciones dijo que la cultura era nuestra asignatura pendiente. Pero a las asignaturas pendientes uno se presenta en septiembre. Y tú no te has presentado ni en septiembre, ni en ningún momento. No tienes ni idea, siquiera, de cuál es el funcionamiento de las plataformas públicas que dependen de tu ayuntamiento. Yo creo que el barco de la cultura, y particularmente el del teatro, y no hablemos de la música ya, se dejó a la deriva. Y el temporal ha ido trayendo este barco hacia allá sin que nadie estuviera en el timón. Y, ¿dónde se ha ido a parar? Al imán que ha tenido más fuerza que es el dinero. Todas las decisiones de qué se exhibe se toman desde el punto de vista financiero y económico. El descuido es la base de este sitio tan inconfortable donde se encuentra el hombre de hoy. Y no sólo el hombre de ese país, en general. Lo que ha pasado es que el público se ha impuesto en el teatro y por eso tenemos lo que tenemos. Y eso se cita en la obra porque son palabras de Lorca que ya advertía de esto. No se trata de hacer un teatro más simple para que la gente lo pueda entender, sino educar y ese espectador educado inmediatamente se magnetiza con el teatro.
--Y tras Lorca, sí regresa a Barcelona, pero esta vez con El fingidor, otra biografía, la de Pessoa. ¿Por qué él?
--Todos estos espectáculos biográficos que he hecho han sido eligiendo a los autores que me han acompañado toda la vida. Los he vuelto a revisitar para entenderme algo mejor conmigo mismo, para descubrir cómo es que me han acompañado durante tanto tiempo, cómo es que me han gustado tanto e intentar descubrir cuál es mi reflejo se dentro de la obra de estos poetas. Éste es el motivo principal de haber elegido Pessoa, pero también hay otros. Su mundo de heterónomos tiene que ver con la sociedad de hoy. Es decir, es obvio que nosotros somos la suma de un conjunto de diversas personalidades que distribuimos depende del escenario que nos toca vivir en cada momento y el cosmos del Pessoa ejerce esto de una forma tan clara, tan ordenada, controlable y natural que es como una guía para el espectador de hoy, para intentar entender cómo hemos llegado a ese lugar tan extravagante, tan extraño del siglo XXI.