Un hombre ha sido condenado a muerte por matar a sus hijos al arrojarlos desde un decimoquinto piso en colaboración con su nueva pareja, que también ha recibido la pena máxima.

Un tribunal ha considerado el doble homicidio, que ocurrió en la ciudad china de Chongqing el 2 de noviembre de 2020, “extremadamente cruel” y que traspasó “todos las líneas de la ley y la moral”, según indica la prensa local.

Un homicidio premeditado

Los dos hermanos, una niña de dos años y un niño de uno, fallecieron tras caer desde una altura tan elevada en lo que, en un principio, pareció un accidente. No obstante, tras investigar lo sucedido, la Policía china ha determinado que las criaturas fueron arrojadas premeditadamente.   

El principal sospechoso era el padre, Zhang Bo, que comenzó una relación con la segunda acusada, Ye Chengduan, en abril de 2019, poco después de divorciarse de la madre de las víctimas.

La novia no aceptaba a los hijos

La mujer presionó a Zhang para terminar con la vida de los niños, ya que ni ella ni su familia podían aceptar una relación con un hombre que ya tenía descendencia, relatan los medios locales.

Según la madre de los pequeños, el hombre aseguró en el juicio que, en el momento de los hechos, se encontraba en videollamada con Ye. Esta amenazaba con suicidarse, mientras se hacía cortes en las muñecas, si él no mataba a sus hijos, tras lo cual el condenado los lanzó por la ventana de su apartamento.

Fruto de una conspiración entre ambos

El tribunal asiático considera que el asesinato de las criaturas es fruto de una conspiración entre Zhang y Ye, por lo que ambos se encuentran condenados a morir. Las autoridades chinas no facilitan datos oficiales sobre el número actual de condenados a la pena de muerte, pero en su informe relativo a la pena capital de 2020, Amnistía Internacional apuntó que “se cree que se llevaron a cabo miles de ejecuciones” en China.

Actualmente, el país usa dos métodos de ejecución. El más común es el fusilamiento mediante un único disparo en la nuca, mientras que el segundo se realiza mediante una inyección letal, que comenzó a ser usada en 1997.