El fundador de Tesla, Elon Musk, ha demostrado de nuevo su curiosa interpretación que hace de las redes sociales. Ha creado de nuevo controversia, pero no con nada relacionado con la compañía de vehículos eléctricos. Está de nuevo en el ojo del huracán por meterse en Twitter con la Reina de Inglaterra.
No se ha cortado un pelo en lanzarse a hacer un Art Attack con Photoshop para comparar los vestidos que usa de forma habitual la monarca con los protagonistas de la serie infantil Teletubbie. Algo que le ha propiciado una oleada de rechazo del resto de usuarios.
Críticas de los usuarios
“Déjalo ya, Elon”; “Jesús, son las cuatro de la mañana, vete a la cama” o una oleada de memes han sido algunas de las respuestas que ha obtenido tras su curiosa crítica a la forma que tiene de vestirse Isabel II.
La gracia de Musk no ha gustado, pero como mínimo no se ha metido en ningún lío que tenga impacto en la cuenta de resultados del grupo. A principios de año incluso la Comisión de Bolsa y de Valores de EEUU exigió que el empresario fuera detenido por “publicar información inexacta” en la misma red social.
Explusión de la presidencia de Tesla
Acabó de esta forma por comunicar que Tesla fabricaría 500.000 coches en 2019, una cifra casi imposible de conseguir con el ritmo de ventas del grupo y de la que se desmarcaron los accionistas. Ya acabó fuera de la presidencia de la automovilística a finales de 2018 y tuvo que pagar una multa de 20 millones de dólares por sus tweets.
En este caso, por anunciar la posibilidad de que Tesla fuera de nuevo una compañía privada al excluirla de la cotización. La idea nunca se materializó y confirmó el carácter excéntrico del ingeniero.