Gina Lyons y Mark Lee, de 33 y 35 años de edad, son una pareja londinense que convirtió una borrachera en una oportunidad de negocio. En junio del año pasado ambos contrajeron matrimonio y su luna de miel --que se retrasó hasta diciembre-- se desarrolló en Sri Lanka. Se alojaron en un hotel rústico de Tangalle al lado de la playa y durante la primera noche compartieron anécdotas y alcohol con varios trabajadores del establecimiento. Los recién casados descubrieron que el contrato de arrendamiento del hotel estaba a punto de finalizar. Y después de beberse 12 cócteles de ron, una idea apareció en sus cabezas: "¿por qué no comprarlo?".

Unos rápidos cálculos cifraron en 30.000 libras (unos 34.000 euros) la operación, una cantidad asumible para la productora de comedia y el director de ventas. Así que lo que surgió de una borrachera se convirtió en realidad: desde el pasado 1 de julio y durante tres años, Gina y Mark son los nuevos dueños del hotel, que han rebautizado como Lucky Beach Tangalle.

Ron en las negociaciones

"El hotel parecía grotesco y muy barato, pero estaba en la playa y daba esa sensación de casa-árbol de madera que nos encanta. Así que cuando nos enteramos de que nos iba a costar unas 10.000 libras al año pensamos que sería una buena idea comprarlo", ha señalado Gina a The Daily Mirror, aunque admite que en ello tuvo mucho que ver "lo borrachos que íbamos". "Ahora, casi un año después de esa idea de borrachos, somos dueños del hotel y hemos empezado a darle nuestro toque personal".

Lucky Beach Tangalle / LUCKY BEACH TANGALLE

Lucky Beach Tangalle / LUCKY BEACH TANGALLE

Pero el alcohol no solo sirvió de acicate durante la noche en que los recién estrenados marido y mujer decidieron convertirse en empresarios hoteleros. También al día siguiente, cuando negociaron el nuevo contrato de arrendamiento con los propietarios del hotel. "Como no hablaban inglés tuvimos que llevar a unos amigos que habíamos hecho para que nos pudieran traducir la conversación. Pero como no entendíamos nada, Mark y yo nos emborrachamos otra vez bebiendo ron", desvela Gina.

Embarazo inesperado

La pareja consiguió hacer frente a los primeros pagos del arrendamiento de Lucky Beach Tangalle, no sin dificultades. Y además, la cosa se complicó poco después: Gina se quedó embarazada. "Me sentía una mala madre por haber invertido todo ese dinero en un negocio que podía no funcionar. Me invadió un sentimiento de irresponsabilidad, pero era hundirse o nadar, así que apostamos por hacer funcionar el hotel por nosotros y por el bebé”, señala.

Lucky Beach Tangalle abrió sus puertas a finales del mes de julio y desde entonces sus siete habitaciones han estado ocupadas regularmente. Y aunque su inversión parece que va viento en popa, la pareja insiste en que las decisiones que tomaron tras el momento en que apostaron por comprarlo se han hecho “estando sobrios”.