Las autoridades italianas han levantado el veto que impusieron a ChatGPT el pasado 11 de abril por motivos de incumplimiento de políticas de privacidad. Ha ocurrido después de que la compañía estadounidense desarrolladora de esta herramienta de inteligencia artificial (AI), OpenAI (asociada a Microsoft), haya cumplido con las exigencias que la Agencia Italiana de Protección de Datos le puso sobre la mesa, entre las que se encuentran la opción de utilizar el chat sin que la información ingresada por el usuario sirva para entrenar al algoritmo. También ha añadido un botón en la página de bienvenida de la web con el que los internautas italianos deberán confirmar que son mayores de edad.
El caso de este país ha abierto una primera puerta a la regulación de esta tecnología a escala europea. Sin ir más lejos, el pasado 13 de abril el Comité Europeo de Protección de Datos anunció que iba a establecer un grupo de trabajo con el objetivo de “fomentar la cooperación e intercambiar información sobre posibles acciones de ejecución” por parte de las autoridades de los diferentes estados en relación a la legislación de esta clase de inteligencias artificiales generativas. En paralelo, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) comunicó ese mismo día que había iniciado actuaciones previas de investigación a OpenAI por un posible incumplimiento de la normativa. ¿Significa esto que el servicio del chatbot podría ser prohibido en España próximamente?
Cuestión de transparencia
En palabras del abogado Joaquín Muñoz, socio del departamento de Protección de Datos de Bird & Bird, el ente español “no hará nada que esté separado del criterio que vaya adoptar el Comité Europeo”. El letrado cree que el organismo está tratando de alcanzar una “postura conjunta” antes de actuar y señala que “lo que ha pasado es que la agencia italiana ha levantado la liebre y ha hecho que OpenAI reaccione ofreciendo más transparencia” sobre su actividad.
Y es que, según Muñoz, el concepto de “transparencia” es la clave en este asunto, que ya se ha conseguido esclarecer en el territorio italiano con unas ligeras rectificaciones por parte de la empresa estadounidense. “Yo no creo que legalmente se esté cometiendo una infracción o se esté llevando a cabo una mala praxis por parte del propietario de la tecnología siempre que este explique claramente qué va a hacer y qué no va a hacer con toda la información que se ingresa en los prompts de ChatGPT”, expresa.
Una “excusa para ganar tiempo”
En la misma línea, el experto en IA y matemático Javier de Ramón asegura que la restricción y bloqueo del servicio “era algo que se iba a poner sobre la mesa”, aunque declara que no esperaba que estas cuestiones fueran a estar motivadas por un asunto de protección de datos, por lo que considera que estos movimientos políticos son “una excusa para ganar tiempo” por parte de las Administraciones. “Cuando aparece una tecnología como esta, con tantas capacidades y que pone en duda tantas cosas como es el futuro de los puestos de trabajo, la legislación siempre va por detrás”, afirma.
La hipótesis del experto barcelonés es que durante este “tiempo” las entidades reguladoras están intentando “parar” temporalmente la irrupción brusca de esta clase de tecnologías (tal como también demandaron grandes figuras del sector como el cofundador de Apple Steve Wozniak o el director general de Tesla, Elon Musk, en una carta). El problema, desde el punto de vista de De Ramón, es que este crecimiento es “imparable” debido a que ChatGPT es solamente “una marca”: “Ya hay otras empresas con una solución similar, y cada vez más habrá tantas alternativas que cerrarlo no aportará nada. Facebook tendrá la suya y Google también”.
Regular el sesgo en las respuestas
Entre estas otras inteligencias generativas alternativas que ya existen en el mercado se encuentran, por ejemplo, Bing AI, de Microsoft (que desde esta semana se encuentra abierta al público general), Perplexity AI y Google Bard AI. Más recientemente, el propio Elon Musk ha anunciado su intención de desarrollar TruthGPT, un chat que, en sus palabras, intentará “comprender la naturaleza del universo”. Ante esta situación, De Ramón subraya la importancia de empezar a legislar en aquellos aspectos que considera verdaderamente cruciales, como es el caso de los sesgos a los que pueden llevar estos avances.
“La diferencia entre el buscador de Google y ChatGPT es que, mientras uno te dirige a diferentes sitios y eres tú el que decide cuál te interesa más, el otro es un algoritmo que te da una respuesta a partir de datos históricos que los usuarios le han introducido”, expone. Es por ese motivo que la respuesta podría estar sesgada. El matemático explica que a un algoritmo basado en el reconocimiento facial le podría llegar a costar identificar a personas que no sean blancas si únicamente se le han facilitado imágenes de esta etnia, por ejemplo.
Desventaja con EEUU y China
Aunque De Ramón percibe como algo positivo "que se haga cumplir la ley" a las compañías en materia de protección de datos (un punto que describe como "muy sensible" para la Unión Europea), cree que las autoridades del continente "tienen que empezar a correr para ver hasta dónde pueden llegar".
Si no lo hacen, sostiene, "Europa volverá a estar en desventaja respecto a Estados Unidos y China", potencias con una legislación mucho más "laxa" a la hora de poner en práctica esta clase de tecnologías, así como en materia de márketing, contenidos y servicios a clientes.