“Soy ingeniera informática y recuerdo cuando entré en la primera clase de la carrera, con casi un centenar de estudiantes, que me costó detectar a alguna mujer”. Esa es la experiencia que tuvo Susana Durán, directora de Desarrollo Mobile y Chatbots en Sage. Pero no es la única que ha experimentado una situación similar. Algunas mujeres se sienten como una rara avis desde el momento en el que deciden entrar en un sector tan masculino como el tecnológico.
En Europa, el género femenino representa sólo el 30% de los aproximadamente 7 millones de personas que trabajan en el sector de las tecnologías de la información y la comunicación, según el Libro Blanco de las mujeres en el ámbito tecnológico. Por ello, la Agenda 2030, cuyos compromisos están asumidos por el Gobierno español, busca “garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos, así como lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas”.
Cambios necesarios
Sin embargo, queda todavía mucho camino por recorrer. “Las últimas personas que he contratado en mi equipo me confirman que la presencia de mujeres en algunas carreras todavía es muy reducida”, detalla Durán. Su equipo está formado por unas 22 personas, de las cuales 5 son mujeres porque, según confiesa, la gran parte de los currículos que recibe son de hombres.
La situación es tal que esta directiva incluso se ha encontrado en la tesitura de que le preguntasen a quién acompañaba en un evento en el que ella participaba como ponente y admite haberse “acostumbrado” de alguna manera a ser la única presencia femenina en varios encuentros y reuniones de la empresa.
Un entorno laboral diverso
Pero, trabajando en el ámbito de la inteligencia artificial (AI, por sus siglas en inglés), Durán confiesa que la diversidad es muy necesaria. “En aplicaciones basadas en la AI hay muchos sesgos porque la tecnología aprende de nosotros. Al final, la tecnología es neutra, pero nosotros no somos neutros”, añade.
Durán recuerda que con el airbag para los coches, por ejemplo, un producto creado por equipos masculinos, lo que se vio fue que su efectividad era reducida a la hora de proteger los cuerpos femeninos. “En los equipos liderados por las mujeres hay un mayor cuidado por los componentes del equipo y la tendencia a cooperar es mayor, al mismo tiempo que hay una mejor predisposición a aceptar el cambio y las opiniones diferentes. Es más fácil que una mujer se dé cuenta de un problema en el equipo”, matiza esta directiva de Sage.
Una educación igualitaria
No obstante, ¿cómo se puede revertir la situación y los porcentajes? En primer lugar, según Durán, hay que cambiar la mentalidad, tanto en el sistema educativo, como en el ámbito familiar . “Los comentarios del tipo la muñeca es de niñas y el juego de construcción es de niños ya les orienta hacia lo que les debe gustar”, explica.
Por ello, Durán aboga por enseñar tecnología desde la educación primaria y los primeros años de vida, dando las mismas posibilidades a niños y niñas. “Es difícil, pero todos como sociedad tenemos que poner nuestro granito de arena en este sentido”, concluye.