El País Vasco fue pionero en importar un modelo de educación finlandés que tiene, como principal objetivo, crear profesionales que puedan integrarse al mundo laboral una vez salgan de la universidad. La Mondragón Team Academy se convirtió así en el primer centro académico en incluir en su plan de estudios el grado oficial LEINN (Grado en Liderazgo, Emprendimiento e Innovación) homologado por la Unión Europea.
Este grado utiliza un método que se aplica desde hace más de dos décadas en más de 20 centros de Finlandia y que ha ganado varios premios en educación. De la mano de TeamLabs, la carrera se ha extendido más allá del País Vasco y ha llegado a Madrid y Barcelona. Este año se gradúa su primera promoción. Se trata de unos estudios muy modernos y desconocidos por la mayor parte de la sociedad, pero su éxito es notable: más del 90% de los estudiantes encuentran trabajo al graduarse, y el 63% logra mantener su propia empresa.
En Crónica Global hemos hablado con el cofundador de TeamLabs, Max Oliva, para conocer por dentro cómo funciona esta universidad que, a efectos prácticos, ha salido de las aulas. “El aprendizaje es a través de la acción”, asegura. Es una carrera estructurada en cuatro cursos en los que los alumnos crean una empresa real en el primero y tienen los cuatro años que dura el grado para hacerla funcionar. “Para graduarse cada uno tiene que facturar 15.000 euros”, añade Oliva. Todo se basa en resultados objetivables. Además de la facturación, también deben reunirse con 50 potenciales clientes.
¿Y los libros?
Pero que sea práctica, no significa que no se ofrezca también una base sólida y teórica. Cada año los alumnos tienen que leer 20 libros de diversa índole: desde obras que enseñen conocimientos de marketing hasta novelas “que hagan crecer interiormente”. Así lo asegura la entrenadora --como en este grado se conocen a los profesores-- Siham Bennani, antes de concluir que la evaluación “es como hacerle una consultoría a una empresa”.
El coste de este grado universitario es de 9.500 euros por curso. Un precio más elevado que la media y no apto para todos los bolsillos, pero que sus promotores insisten en destacar que el coste incluye los diversos viajes que se hacen durante la carrera. “Lo que buscamos es sobretodo actitud”, matiza Oliva para explicar que la capacidad económica no es el único requisito a tener en cuenta.
Silicon Valley
Los alumnos de primer curso viajan a Finlandia para conocer el país donde se originó el método educativo. Los de segundo tienen la oportunidad de ir durante un mes completo al complejo tecnológico Silicon Valley, en California. En el tercer año, los alumnos pasan dos meses en China, y en el cuarto y último cada estudiante tiene seis meses de exploración y se dirige allí donde sea que les lleve su proyecto.
Los alumnos y sus proyectos
Ínigo Irondo y Gloria Gubianas son dos de los alumnos que han pasado por el grado LEINN. Íñigo es un madrileño de padres vascos que está cursando tercero. Gloria, por su parte, es una catalana que se encuentra en el último año del grado.
Íñigo asegura que “es una carrera muy dura, pero también muy gratificante; lo que haces es productivo e inviertes tu tiempo en algo que realmente te gusta, que aporta valor a la sociedad”. Este chico de 21 años ha creado una proyecto cultural, llamado Rock Alive, a través del cual ha organizado más de 30 conciertos y colabora con muchos medios especializados en música. “Es un proyecto que lo que hace es promocionar bandas emergentes. Planteamos una promotora no convencional de eventos de rock, hecha por jóvenes y con unos valores en la línea de nuestra edad”, asegura.
Gloria es una de las personas que está detrás de Sheedo y que, cuando se realiza la entrevista, acaba de llegar de una reunión en Leroy Merlin. Sheedo es un papel que está hecho artesanalmente. “Es un papel de usar y plantar”, afirma. Su finalidad es “reducir el impacto medioambiental que tienen las empresas y, sobre todo, hacer una concienciación sobre un uso responsable”. Este es uno de los proyectos que más ha llamado la atención por aplicar la innovación en un ámbito muy tradicional como es el papel. “Añadimos semillas a la composición del papel, por lo tanto se puede escribir, pintar, etc., y al acabar su uso se pone en un vaso de agua y al cabo de unos días germinan las semillas de su interior”, explica.
Íñigo y Gloria son dos estudiantes que han volcado toda su pasión en su profesión. Ambos afirman que su experiencia en esta universidad ha sido muy positiva y, más allá del éxito o no que puedan tener con sus proyectos, aseguran que ya han aprendido una lección muy importante, la de “tolerar el fracaso”. Un elemento imprescindible del camino hacia el éxito.