Las impresoras 3D se han convertido en uno de los productos emergentes más prometedores de la industria tecnológica. Sectores como la automoción, la industria aeroespacial o la biomedicina ya han adoptado esta nueva tecnología tras comprobar su gran potencial transformador.
Las expectativas generadas son tantas que incluso se espera que en veinte años estas máquinas serán capaces de fabricar órganos enteros en 3D. No obstante, no hace falta esperar tanto para empezar a observar los beneficios que ya se obtienen mediante esta tecnología.
De acuerdo con un informe publicado esta semana por International Data Corporation España (IDC) las impresoras 3D se convertirán en un producto generalizado en los próximo lustro. El gasto en impresión 3D crecerá un 27% anual de aquí a 2019, año en el que se prevé que este negocio genere unos ingresos de 26.700 millones de dólares --24.600 millones de euros--.
Clientes pioneros
En España ya se encuentran las primeras tiendas de impresoras 3D destinadas al gran consumo. Moebyus Machines (www.moebyus.com) es uno de los comercios que pone a la venta impresoras del modelo Prusa I3, dirigidas a un consumidor denominado maker, y que definen como “gente con curiosidad y con ciertos conocimientos de electrónica y mecánica”.
Los dueños de esta tienda ubicada en el centro de Madrid y que lleva abierta poco más de dos años reconocen que la crisis económica “ha calmado un poco el mercado”, pero afirman trabajar a nivel tanto doméstico como profesional, con clientes de a pie interesados en las nuevas tecnologías pero también con arquitectos, diseñadores industriales, profesionales del marketing, artesanos y tantos otros sectores. Existe incluso una web (www.thingiverse.com) que funciona como un foro online donde los makers muestran sus impresiones y comparten conocimientos.
Entre 400 y 800 euros
Moebyus Machines ofrece todo tipo de servicios relacionados con la impresión 3D. Desde impresoras en kit para montarlos uno mismo o impresoras comerciales, hasta impresión de objetos bajo demanda, modelado 3D o consultoría. Vende principalmente impresoras del modelo Prusa I3, que tienen unos precios que oscilan entre los 400 y 800 euros, y el material que se utiliza --plástico, ABS, PLA o Madera-- ronda los 20 euros el kilo.
Asimismo, acaban de presentar un modelo propio llamado [SIRIUS] del que hablan maravillas por sus dos extrusores (que son los cabezales de impresión que depositan el plástico fundido) de movimiento independiente y tienen casi preparado para su lanzamiento otro modelo de impresora 3D, de tipo delta en este caso.
Estas impresoras crean todo tipo de objetos, desde elementos de engranaje para incorporar a otros objetos, a piezas de Lego, elementos decorativos o extremidades para los robots. Precisamente, en el vídeo hecho por este medio se observa el proceso de impresión de un brazo robótico. El tiempo medio de creación es de unos treinta minutos por objeto.
Un negocio en casa
Se trata de una tecnología en constante desarrollo. Los primeros modelos de Prusa I3 tenían una base hecha con muchas varillas. Después se pasó a una base de madera, y los últimos modelos ésta es de metacrilato o aluminio. Tras la Prusa I3 llegó el modelo Steel, que incorpora en un marco de acero para dar más estabilidad a la máquina.
Las impresoras 3D se conforman de una estructura, unos motores, una transmisión por correa, el extrusor --encargado de calentar el material-- y una cama caliente o fría donde se deposita el objeto creado.
Pese a la variedad de casas y modelos --como el Kit de la marca BQ-- las impresoras tienen el mismo espíritu: son open source, es decir, de código abierto. “La Prusa I3 se replica a si misma. Tiene una intención autoreplicante”, explican desde Moebyus. Esto puede haber contribuido a que muchos clientes hayan pasado a ser también productores. “La competencia es ahora muy fuerte porque es un negocio que se puede hacer en casa ya, sin necesidad de tienda”, sostienen.
Para los no iniciados
Pesa a la dificultad que pueda representar para los no iniciados esta tecnología, desde Moebyus quitan hierro a su complejidad. Consideran que es una “herramienta” de desarrollo más que de innovación y en la que convergen muchas tecnologías anteriores: “Es una fusión de máquinas antiguas, como la fresadora o la tecnología de corte numérico. Todas las herramientas de antiguo se están sumando aquí, gracias a la tecnología del software”, explican.
Los productores de impresoras 3D aseguran que su uso está al alcance de la mayoría gracias a la información que se encuentra en internet, aunque matizan que “hay que ponerle empeño".
El atractivo que genera esta nueva tecnología no ha hecho nada más que empezar. En su informe, IDC también apunta que provocará un efecto transformador en la forma en que los bienes --anteriormente producidos en masa-- se consumen. Si se cumplen las previsiones de la consultora, Estados Unidos y Europa Occidental acapararán el 70% de este mercado en pocos años.