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Cuando uno se detiene a mirar los escasos nueve minutos que dura Còlera, el corto de Jose Luis Lázaro precandidato al Goya, puede pensar que es una exageración, un anacronismo. Eso ya no pasa. “Pues mira, nace de una anécdota real: a mi pareja y a mí nos pasó lo del coche”, zanja su director.

Lo del coche es, en realidad, la totalidad del film. Una pareja gay va a recoger el coche, aparcado en un descampado, tras un día de playa. Por accidente, uno de ellos se deja las llaves dentro y el vehículo se cierra.

“Afortunadamente, no nos encontramos con un personaje como el de Nacho Fresneda. De hecho, nos ayudaron”. Fresneda interpreta a otro hombre que parece prestar ayuda y acaba propinándole una paliza a uno de los chicos por el simple hecho de ser gay.

Entonces, ¿es un anacronismo? Lázaro recuerda que, si decidió dramatizar la escena de ese modo, fue por algo que todo el mundo conoció: el asesinato de Samuel Ruiz, una agresión homófoba ocurrida en 2021 que acabó con la vida de este joven de 24 años.

El director de cine José Luis Lázaro GALA ESPÍN Barcelona

El cineasta, también homosexual, se preguntó: “¿Qué pasaría si, en lugar de habernos topado con alguien que sí nos ayudó a salir de una situación tan expuesta, nos hubiéramos encontrado con alguien que decide tomarse la justicia por su mano y odiarnos por lo que somos?”. Es ficción, pero las agresiones homófobas siguen produciéndose en pleno siglo XXI.

En el film, el contexto no importa. “Son nueve minutos, pero la trama principal son siete, que es el plano secuencia”, subraya. “Porque es lo que ocurre en la realidad. Una situación así sucede de sopetón y todo puede dar un giro”.

Rodaje de 'Còlera' WICKER FILMS

En este caso, la ficción parte de una situación graciosa, que dibuja una sonrisa en el público, y cuando el personaje de Fresneda pregunta a la pareja si son “maricones”, todo cambia.

“Hay un documental argentino titulado 50 segundos, que es lo que duró la paliza que le pegaron a otro chaval en Argentina”, señala Fresneda. “Yo creo que los brotes de violencia son así”.

Miedo y violencia

Para el actor, Còlera “cuenta en tiempo real cómo alguien puede anteponer sus miedos” a una situación común. Cree que se trata de miedo, aunque no sabe muy bien a qué. “¿De qué tienes miedo? ¿Te gustaría hacerlo y te da miedo? ¿Qué prejuicios tienes? Me genera muchas dudas”, reflexiona en voz alta.

“Muchas veces es una cuestión de condición física y de poder”, se responde a sí mismo. “Cogen la justicia que ellos creen y te aplastan”, lamenta.

Y los descreídos se preguntan: ¿quién hace eso? Lázaro recuerda que, en una obra de teatro representada en Murcia, un espectador, al ver una escena homoerótica, “se levantó y, en medio del público, empezó a increpar a los actores”.

José Luis Lázaro y Nacho Fresneda GALA ESPÍN Barcelona

La pregunta es: ¿por qué esto sigue pasando, cuando hace no tanto parecía que no ocurría?
J. L.: Yo creo que se reprimían porque sabían que no era lo correcto. Su punto de vista era reprobable y ahora parece que no. Ahora parece que tienen esa autoridad moral para exponerse sin miedo a ser señalados.
¿Pero qué ha cambiado para que ahora sí pase?
N.: Que ahora hay gente que valida ese discurso y lo expresa en lugares públicos, con cargos públicos y con responsabilidad pública. Cuando eres político no puedes pretender serlo para unas cosas sí y para otras no. No puedes decir las cosas “para provocar”. Si en el Congreso ves que la gente se insulta, tú insultas en la calle. Cuando el lugar de la palabra lo ocupa el insulto, en la calle se genera violencia.
Está claro que hay un arco político que cada vez muestra más intolerancia y lo ha convertido en una batalla cultural. No lo entiendo.

José Luis Lázaro y Nacho Fresneda GALA ESPÍN Barcelona

Pero, de verdad, ¿pasan este tipo de casos?
J. L.: Hace poco, el Observatorio LGTBI de España publicó un estudio en el que se remarcaba que se habían duplicado las agresiones LGTBIfóbicas. Obviamente, y menos mal, no todas son violencia física. Pero pasa. Afortunadamente, no se repiten casos tan graves como el de Samuel Ruiz, pero llega el mes de junio y empiezan a aparecer agresiones, lanzamientos de botellas, insultos en la calle. Sigue pasando, en mayor o menor medida.
También es verdad que hemos vivido un momento muy bonito a nivel social, en el que parecía que estábamos conquistando muchísimos derechos: podíamos vivir nuestra sexualidad abiertamente sin sentirnos mal. Y ahora parece que empezamos a recuperar actitudes y discursos que creíamos olvidados.
Por eso, en el corto lanzamos la idea de que la educación es clave en la perpetuación de este tipo de actos. Nos acusan a nosotros de adoctrinar, pero hay quien utiliza el adoctrinamiento para que esta violencia se ejerza generación tras generación.

José Luis Lázaro y Nacho Fresneda GALA ESPÍN Barcelona

Además, en el corto el agresor es padre. Hay un niño que lo ve todo.
N.: Claro, el padre está adoctrinando. Es como si llevas a tus hijos a ver un desfile de las Fuerzas Armadas y los vistes a los tres con tirantes con la bandera de España. Pues igual. A él se le hincha la vena y a tu hijo, quizá, le has destrozado la vida por una sinrazón.
Y luego, a un nivel más personal, decidí que mi personaje llevara el pecho depilado. Algo que hoy es muy normal, pero que hace 20 años habría supuesto que a ese agresor le partieran la cara por maricón, solo por depilarse el pecho. Ahora te has apropiado de esa estética, la has descontextualizado y resignificado. Entonces mi pregunta es: ¿qué nivel de mariconeo aguantas? ¿Qué nivel? ¿El que tú decides que está bien o el que está mal?
Eso sucede también el Día del Orgullo LGTBIQ+, cuando muchos se preguntan: “¿Por qué tienen que ir así o hacer esto?”.
N.: A mí, por ejemplo, me ponen muy nervioso los fachalecos, los mocasines, los náuticos y la raya al lado. ¿Entonces yo puedo agredir a alguien por vestir así o nos respetamos?

José Luis Lázaro y Nacho Fresneda GALA ESPÍN Barcelona

En cualquier caso, parece que la violencia está a flor de piel.
J. L.: Estamos en una época de crispación máxima: en redes, en tertulias de televisión y radio, en el Congreso, en la política… Y ese nivel de crispación nos lo llevamos a la calle, porque al final somos lo que consumimos. Interiorizamos esos discursos sin asumir después nuestras responsabilidades.
N.: Y se empeñan en decir que todas las opiniones son respetables. No. Todas las personas son respetables; las opiniones, no. Cuando yo era joven, ser facha u homófobo estaba mal visto. Ahora no.
J. L.: Parece que antes quedaba mal decirlo y ahora, si lo dices, eres guay.
N.: No sé. Yo, como hetero y señoro, desprecio ese discurso. Con la bandera LGTBIQ+ me siento muy cómodo porque apuesta por la igualdad y la diversidad.

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