'Sin título. Retrato de Ross en L. A.'

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Creación

Iván de la Nuez elige 'Perfect Lovers' de González-Torres

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Con motivo de la publicación de su último ensayo, Iconofagias (ed. Debate), publiqué en Letra Global, a finales del pasado año, una nota, y Anna María Iglesia dedicó al autor, Iván de la Nuez (La Habana, 1964, y residente en Barcelona desde hace muchos años ya), una de sus estupendas entrevistas.

Iván de la Nuez en cada ensayo intenta captar un signo de los tiempos, una idea que resuma sus contradicciones, desafíos y tensiones. Misma tarea que aborda en el comisariado de exposiciones de arte contemporáneo.

Le he pedido a Iván que elija una obra predilecta de arte contemporáneo, y para mi sorpresa se ha decantado por la misma obra maestra minimalista que, semanas atrás, eligió el gran artista Fito Conesa: Perfect lovers, de Féliz González-Torres (Cuba 1957-Miami, 1996). Consistente en dos relojes gemelos, marcando la misma hora:

Los dos relojes gemelos

Los dos relojes gemelos

Más interesante me parece que los argumentos de Fito Conesa y de Iván de la Nuez son distintos, y complementarios. Veamos las meditaciones de Iván sobre estos dos “amantes perfectos”:

“Me interesan las obras y, también, me interesan los equívocos de sus lecturas. ¿Cómo, desde Occidente, leemos la vanguardia rusa? ¿Cómo Sartre lee a Fanon? Cosas así… De hecho, esto me ha llevado a escribir libros como Fantasía roja o El comunista manifiesto.

En una fecha relativamente reciente, uno de mis artistas favoritos fue protagonista de la temporada del arte español. Se trata de Felix González-Torrs, al que dedicaron la feria de Arco y una retrospectiva en el MACBA. (Hablo del año de la pandemia). La famosa pieza de los dos relojes. Una pieza muy reproducida y muy explicada por el propio autor, que siempre enfatizó la conexión de ese compás del tiempo con la muerte de su pareja. Verbigracia de lo que se ha dado en llamar ‘política de la relación’, Perfect lovers terminó asociada a los tiempos fascistas de Hitler y Franco, esos ‘perfectos amantes del exterminio.’”

A Iván esta interpretación le parece un despropósito. En efecto, los dos relojes acompasados son un claro homenaje del artista a su pareja, fallecida a causa del sida (como el mismo artista). Aprovecho la circunstancia para reproducir aquí otra pieza de González-Torres sobre aquel amor de su vida: Sin título. Retrato de Ross en L. A., obra de 1991.

'Sin título. Retrato de Ross en L. A.'

'Sin título. Retrato de Ross en L. A.'

Es la primera vez que he visto que el “retrato” de una persona se haga bajo la especie de un montón de caramelos. En concreto, 79 kilos de caramelos. Correspondientes al peso del difunto Ross Laycock. Los visitantes a la exposición eran invitados a tomar un caramelo del montón, comérselo, y así interiorizar a Ross. Me parece un homenaje elegante, conmovedor y de un alto nivel poético. No descubro nada si, de acuerdo con Fito Conesa y con Iván de la Nuez, acabo esta nota diciendo que González-Torres fue un gran artista.