
La exposición en la Fundació Palau de Caldes d’Estrac
La vida literaria de los juguetes
La Fundació Palau de Caldes d’Estrac acoge una exposición que combina clásicos de la literatura catalana con los juguetes que marcaron la infancia de sus autores
Mercè Rodoreda hablaba de muñecas rotas; Josep M. de Sagarra, de las pelotas de reglamento; el cartelista Carles Fontserè, de los coches Bugatti de latón y con pedales; Anna Murià, de los Reyes de Oriente en los años de la República, Francesc Trabal, de las peonzas…
Las referencias a los juguetes de la infancia han sido siempre una constante en el mundo fantasioso de los escritores y artistas catalanes. Consciente del valor que esto tenía para la memoria histórica y cultural del país, el periodista y crítico literario Julià Guillamón decidió hace tres años organizar una exposición que combinase clásicos de la literatura catalana y juguetes pertenecientes a la colección del Museo del Juguete de Catalunya en Figueres, creando un juego de asociaciones que exploran diversos temas alrededor de estos venerados artilugios de nuestra infancia, como la creación de mundos imaginarios, la imitación del mundo de los mayores o la resistencia ante los roles de género impuestos por la costumbre.
Los juguetes forman parte de nuestra historia
“Los juguetes forman parte de la historia de cada uno, de esos primeros momentos en que nos desahogábamos en las pequeñas cosas, incluso rompiéndolas o que acabábamos guardando en el trastero”, comentó Ana Maluquer, directora de la Fundació Palau (Caldes d’Estrac), que desde el pasado 15 de febrero y hasta el 18 de mayo de este año acogerá la exposición itinerante “Juguetes y Escritores”, comisariada por Julià Guillamón, con diseño de Àngel Uzkiano, y coproducida por el Museo del Juguete de Figueres, en colaboración con Bibliotecas de Barcelona.
“La exposición es en sí misma un juego: sorprendente, divertida y evocadora”, aseguró Maluquer en la presentación de la exposición, que no podría entenderse sin tener en cuenta la estrecha amistad que une a Guillamón con el fundador del Museo del Juguete de Figueres, Josep M. Joan i Rosa desde hace años. “Parte de nuestra relación es que cada vez que estoy leyendo un libro y encuentro una referencia a un juguete, le envío un mensaje”, explicó Guillamón, recordando el día que, leyendo el Cuaderno Gris, descubrió que a Josep Pla le gustaba jugar a hacer de capellán cuando era pequeño.
La lista de referencias era cada vez más larga, así que, aprovechando el 40 aniversario del Museo, en 2022, decidieron organizar una exposición que vinculase de forma poética y sugerente los textos encontrados con sus juguetes correspondientes.
En el libro, Les Hores, por ejemplo, Josep Pla dedica un capítulo a hablar de los Reyes Magos y los juguetes. “Pla tiene la teoría sádica de que los juguetes piden a los niños que los rompan, y que lo que hacen los niños es totalmente normal y plausible”, escribe Guillamón en el libro que acompaña la exposición.
Las muñecas y el feminismo
Otro de los textos seleccionados pertenece a la poeta y escritora Maria-Mercè Marçal (1952- 1998), en el que recuerda el momento en que sube a la buhardilla de su casa una muñeca sin ojos. “Mientras preparaba la exposición me di cuenta de que existe una relación conflictiva entre las escritoras mujeres y las muñecas”, comentó Guillamón.
Victor Català y Mercè Rodoreda fueron otras dos autoras que escribieron textos sobre muñecas sacrificadas: reventadas y pasadas por agua. “Es la venganza de la feminidad impuesta”, escribe Guillamón. El cuento de Mercè Rodoreda es un caso muy claro: “mientras el niño adora a la muñeca inmensa, que un símbolo de la mujer socialmente deseable, la niña no ve motivo para hacerlo, ni tampoco se siente muy triste cuando, debido a una distracción, combinada con mala suerte, la muñeca de cartón queda deshecha y solo se salva la cabeza de porcelana”, escribe.
Otro descubrimiento interesante fueron las “muñecas Lenci”, unas muñecas de fieltro italianas muy populares en los años 30, que menciona la escritora y periodista barcelonesa Rosa M. Arquimbau. Guillamón contactó enseguida con Joan y Rosa, quien le confirmó que el museo tenía unas cuantas en su colección.

Una muñeca Lenci en la exposición
En la muestra también se expone un ejemplar del llamado Teatro de los Niños, un teatro de cartón que se convirtió en uno de los juguetes estrella en Cataluña durante las primeras décadas del siglo XX. Desde Salvador Espriu, a Josep Palau y Fabre, Josep Maria Benet i Jornet, Joan Brossa o Terenci Moix, “todos habían jugado”, escribe el comisario, en referencia al completísimo teatro de cartón, que incluía todo el atrezzo de escena, así como telones y hasta entradas para asistir al espectáculo.
"Preservar la memoria del juego"
Por otro lado, se expone una versión del Juego de la oca fabricado por Juguetes Borràs, de Mataró, en 1950, en relación a la poesía que Joan Brossa dedicó al popular juego de mesa; y una colección de coloridas miniaturas de automóvil de los años 60 de la marca francesa Norev, que el comisario vincula a un texto de Maurici Serrahima sobre la creciente presencia de coches extranjeros en la Cosa Brava. “Es curioso que los coches de juguete sigan siendo aún de colores, cuando los que vemos en la calle son casi todos blancos o de colores oscuros”, observó Guillamón, convencido de la importancia de preservar la memoria del juego.
“Igual que los juguetes, los clásicos de la literatura acababan en el trastero. Este libro nos invita a entrar en la estancia oscura y “severamente empapelada” en la que pasan tantas horas cerrados, para que vuelvan a jugar con los lectores”, concluye.