No sería desacertado afirmar que vivimos rodeados de objetos que nos facilitan la vida. Están por todas partes. En nuestros hogares, en el trabajo, incluso, en las infraestructuras y el mobiliario urbano que conforman, y decoran, nuestras ciudades. Son elementos cotidianos como puede ser un mueble, un electrodoméstico, una lámpara, una vajilla o cualquier accesorio que podamos imaginar. Pero esto no fue siempre así. La democratización del diseño industrial llegó de la mano de Ikea, una empresa fundada en 1943 por el visionario Ingvar Kamprad en la pequeña localidad sueca de Älmhult.
También en la década de los 40, más concretamente en 1940, abrió sus puertas en el Paseo de Gracia Regalos Hugo Vinçon, un espacio de 200 m2 donde comercializaban productos para el hogar de diseño contemporáneo. Algunos años después, en 1957, Jacinto Amat, hasta entonces empleado de la casa, compró el negocio. Sus hijos, Juan y Fernando, tomaron las riendas en 1968 transformando la botiga en un autoservicio, toda una novedad para la época. Juntos la convirtieron en todo un referente estético y cultural que cambió la manera de entender y de consumir el diseño.
Comisariada por Juli Capella, 100 objetos de Ikea que nos hubiera gustado tener en VINÇON (en el DHub hasta el 23 de febrero de 2025) surge de una idea original de Fernando Amat de seleccionar 100 objetos de la firma sueca que le hubiera gustado tener en su tienda.
Diferencias y similitudes entre dos tiendas icónicas
El comisario ha establecido en la muestra ciertos paralelismos entre ambas empresas pero también ha destacado profundas diferencias en aspectos clave como son la geografía o la perspectiva de negocio, "uno con vocación contenida y local; la otra, con visión expansiva internacional".
Pero hay un punto fundamental y es que mientras que Vinçon era una suerte de universo de ensueño, repleto de objetos maravillosos, en sintonía con los gustos de una clientela elitista y pudiente, la cadena sueca hacía realidad los sueños de cualquiera, y por mucho menos dinero.
Aun así, pese a las notables diferencias de concepto, y de precio, existen varias similitudes como las ideas visionarias de sus fundadores o la importancia que le daban a la comunicación, el naming o el inconfundible sentido del humor que impregna la promoción de sus productos, del diseño y del arte.
Eslóganes y bolsas que construyen marca
Y es que tanto Vinçon como Ikea han sido expertos estrategas a la hora de promocionar y consolidar su marca. No hay más que ver cómo nueve años después de que la tienda del ensanche barcelonés echara el cierre sigue siendo un referente del diseño contemporáneo que muchos recordamos con nostalgia. "La dos han buscado una estrategia de singularidad que las mostrara como una marca auténtica, especial, diferente del resto de la oferta", sostienen los organizadores.
Así, el famoso eslogan de Ikea: "Bienvenidos a la República Independiente de tu casa", fue un éxito rotundo que la empresa sueca se encargó de alimentar con su codiciado catálogo que todo el mundo ansiaba encontrar en el buzón.
Por su parte, Vinçon recurrió a canales alternativos para promocionarse como por ejemplo hacer de sus escaparates ventanas efímeras que atrapaban a los transeúntes, o transformar algo tan simple como una bolsa de papel en un codiciado objeto de deseo. No era para menos ya que lucían ilustraciones de autores como América Sánchez, Javier Mariscal, Pati Núñez, la artista estadounidense Barbara Kruger o el propio Juli Capella.
Por su parte la firma sueca disfrutó de una publicidad inesperada cuando en 2017 la firma de lujo Balenciaga lanzó su propia versión de la popular bolsa azul reutilizable, la Frakta. El bolso en cuestión se puso a la venta por 1.700 euros. Eso sí, en su defensa hay que decir que estaba fabricado en piel pulida y no con polipropileno como la original que puede ser suya por el módico precio de 0,75 €.
Vinçon y su legado cultural
Donde sí se le puede reconocer a Vinçon un papel destacado en la democratización del diseño es en las numerosas exposiciones que organizó a lo largo de los años. Los hermanos Amat seleccionaban los objetos de la tienda "basándose en su intuición y con una sensibilidad casi comisarial", destacan desde el museo.
Más allá de la actividad puramente comercial, Fernando y Juan convirtieron La Sala Vinçon en "un espacio multidisciplinar y no comercial" donde artistas, arquitectos, fotógrafos o diseñadores pudieran exhibir su obra fuera de los canales tradicionales y encorsetados de la época.
A lo largo de sus 42 años de historia llegaron a celebrar más de 300 exposiciones gratuitas con figuras de renombre mundial como Ingo Maurer, Philippe Starck, Julian Schnabel, Achille Castiglioni, Bigas Luna, Jean Nouvel, Colita, Antoni Arola, Alessandro Mendini, Javier Mariscal o Frank Gehry, por citar solo algunos.
100 objetos de IKEA que nos hubiera gustado tener en VINÇON es un guiño a la cadena sueca pero sobre todo un homenaje a un símbolo barcelonés de la modernidad, el arte y el diseño.