Mariano Carrera Blázquez (Ciria, Soria, 1959) se cambió el nombre por Dis Berlin cuando tenía 20 años. “Siempre he tenido claro que me quería poner un pseudónimo”, aunque, cuenta a Crónica Global, “la explicación tampoco tiene mucha enjundia”. Berlin es el título de un álbum que no dejaba de escuchar de su admirado Lou Reed, ese es el motivo fundamental. Charlamos con él días antes de la inauguración de Laberinto de soledades, una gran muestra que reúne 41 pinturas y una instalación escultórica, que permanecerá abierta desde el 14 de septiembre hasta el 21 de octubre en la emblemática Sala Parés de la capital catana.
- Pregunta: Regresa a Barcelona y lo hace con una monográfica en la histórica Sala Parés. ¿Cómo se ha planteado usted la exposición?
- Respuesta: Esta exposición es una continuidad de mi trabajo de estos últimos años. Son cuadros en general de pequeño formato con una clave muy intimista donde hay un componente, en ocasiones, muy fuerte de lo imaginario, de lo metafísico, pero sobre todo lo más propio de todo mi trabajo de estos últimos años es su densidad poética. Me he esforzado, quizás más que en otras exposiciones, por abrir el abanico temático. En ese sentido, ha costado mucho el montaje porque había muchos temas muy diferentes, aunque todo mantiene un aire de familia en cuanto al cromatismo, a la paleta y a mi forma de pintar, claro. Pero sí, hace tiempo que no trabajaba en una exposición tan variada, con tantos registros.
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¿De dónde saca usted la inspiración para su rico mundo imaginario?
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Creo que después de tantos años, porque llevo ya 40 años en el oficio dedicados exclusivamente a la pintura, tengo ya un mundo, ¿no?, y amplío ese mundo hacia ciertos territorios. Pero no es que haya una fuente o un manantial, y de haberlo está en mi imaginación, en la creación, en el esfuerzo por crear. Hay momentos, hay días donde realmente parece que las ideas fluyen más o que por fin encuentras cómo resolver la idea de un cuadro. Así, poco a poco, a lo largo del tiempo, se van por fin fraguando las obras. No es que todo sea de un solo día y un solo arranque; en fin, esa inspiración juvenil tan tempestuosa ya no la tengo, pero lo que sí tengo es mucho más oficio y más saber hacer.
- Tengo entendido que es usted muy meticuloso con su proceso creativo, ¿siempre ha sido así?
- No, en absoluto. Creo que lo soy infinitamente más a medida que ha avanzado el tiempo. Desde hace más o menos 20 años voy poco a poco exigiéndome más en cuanto a la factura de mis cuadros y aspirando a algo que me da cierto pudor sacarlo a colación que es buscar la excelencia. En ese sentido, es una lucha permanente, cuadro a cuadro, exigiéndose a uno mismo no solamente un buen acabado, sino una buena construcción del cuadro. Yo pinto con muchas capas; además, me preparo las telas. Hago una primera mano, lo dejas secar, luego retomo los cuadros, que los tengo todos empezados a la vez, de acuerdo a cómo me veo de confianza para seguir uno u otro… entonces es un proceso mucho más lento, cada vez más lento. En definitiva, todo lo que uno hace con lentitud y parsimonia acaba siendo de más calidad y mejor construido.
- Se le conoce sobre todo por sus pinturas, pero también es escultor y fotógrafo.
- He hecho sobre todo mucho fotomontaje y mucho collage. He trabajado mucho con mi archivo de imágenes y a su vez ese archivo tiene su comunicación con mi mundo pictórico, y desde luego he hecho muchísimas cosas como libros de imágenes o de dibujos, he trabajado también alguna instalación y, además, estos últimos años tengo también mucho trabajo y diseño digital; en fin, he hecho muchas cosas muy diferentes. Procuro no saturarme ni aburrirme y tampoco pintar todo el año, sino dedicar unos meses a hacer una cosa; otros, a otra, intentar siempre encontrarme fresco y con ganas de hacer lo que hago.
- Sus referentes van desde el arte clásico hasta maestros del siglo XX como Picabia, Matisse, Klee y Giorgio de Chirico. ¿Hay algún artista contemporáneo que le inspire?
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Bueno, inspirarme, no, pero admirarlo, sí. Me puedo inspirar en maestros como Vallotton, que ya estamos hablando de un pintor de hace más de 100 años, pero inspirarme en un contemporáneo, no, sería un poco plagiador, en definitiva, y yo no tengo alma de plagiador. Hay mucha gente que fusila mucho, que copia mucho, pero yo no, no lo necesito, me sobran ideas, realmente mi problema es que tengo demasiadas. Tengo ideas como para pintar el doble o el triple de lo que pinto.
- Empezó su trayectoria en la década de 1980, en la época de la movida, ¿cómo era entonces la escena artística de nuestro país?, ¿cómo la recuerda?
- Pues muy abierta, bastante ingenua. Creo que era una época donde no había estas coordenadas tan claustrofóbicas y tan dogmáticas que tiene actualmente el arte contemporáneo. Era una época muy relajada, donde realmente no había discriminación porque hicieras figuración o abstracción, era muy joie de vivre. Los años 80 se parecen mucho a los años 20, muy alegres, claro, también éramos muy jóvenes y muy ingenuos.
- Ha pasado mucho tiempo…
- Ya lo creo, empecé mi primera exposición cuando tenía 22 años. En febrero del 82 estoy exponiendo ya en Madrid, algo impensable ahora; es decir, que alguien tan joven y con un trabajo tan flojo como el que tenía tuviera una oportunidad. Pero es que en aquella época no es como ahora, ahora hay miles de artistas, miles de licenciados en las facultades, en esa época éramos poquísimos los artistas jóvenes, entonces era fácil que te hicieran caso porque no había competencia. Era muy fácil exponer, muy fácil abrirse paso, fue una buena época para empezar.
- ¿Qué opinión le merecen las nuevas formas de expresión artística como el arte digital?
- Conozco poco lo que se está haciendo. A mí me parece que es un arte, en cierta manera, muy resabido porque técnicamente es muy virtuoso, pero quizás la originalidad es algo más difícil de encontrar dentro de lo que yo veo de arte digital, que no lo conozco muy a fondo, pero bueno, como están haciendo, imagino que con el tiempo veremos cómo evoluciona hacia cosas más interesantes. Cuando lleve ya muchos años habrá artistas que solamente conocerán lo digital y por lo tanto su medio de expresión ya no pasará por seguir con estas formas tan, digamos, arcaicas como es la pintura. De todas formas, considero que el arcaísmo de la pintura es lo que le da esa relación tan auténtica con la mano, con el cerebro del hombre, o sea, que en ese sentido somos básicos y primarios, la pintura no morirá nunca porque siempre habrá alguien que quiera trabajar con sus manos y trabajar directamente desde su cerebro hacia algo tan directo como un papel o un lienzo, pero sí, evidentemente, lo digital dominará.
- Es usted un artista difícil de encajar en una corriente.
- Hice mucha abstracción, del 87 hasta el 95 casi todo, aunque había algunos elementos figurativos entremezclados. Luego volví a la figuración hacia el 96 y más tarde tuve algún paréntesis de abstracción a principios de los 2000 y ya desde, más o menos, 2006-2007 estoy haciendo figuración. De todas formas, la figuración es muy abstracta. Yo aspiro a que mis cuadros figurativos se puedan ver como obras abstractas. Por la forma en que yo quiero sintetizar a nivel formal mis imágenes hago un gran esfuerzo por abstraerlas, no me interesa nada el realismo, ni se me pasa por la cabeza, no me interesa.
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¿Qué ha supuesto que sus obras formen parte de las películas de Pedro Almodóvar?
- Mucha publicidad, todos los periodistas me preguntan por mis colaboraciones con él. Yo estoy encantado, es una persona que me ayuda a llegar a más público, pero fundamentalmente, a nivel personal, lo que más me gusta es que es un gran seguidor mío y un gran coleccionista de mi trabajo, le gusta mucho mi trabajo y lo ha coleccionado mucho, eso me llena de satisfacción.
- Y tras Barcelona, ¿algún proyecto en marcha?
- Es curioso, resulta que en los últimos días me ha surgido una exposición en Madrid improvisada con cuadros de los últimos años e inauguro, el mismo día de Barcelona, en la Galería Veta. Estoy muy ilusionado.