El prodigioso talento de Pablo Picasso (Málaga, 1881-Mougins, 1973) sigue fascinándonos medio siglo después de su desaparición. Durante los últimos meses hemos asistido a numerosas exposiciones que, con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento, se han celebrado alrededor del mundo. Los fastos no han terminado, aún queda mucho por celebrar, por debatir y por descifrar de su fascinante y controvertida biografía. Luces y sombras de una personalidad escrutada hasta la saciedad con su obra como telón de fondo.
La singularidad de Picasso en foto. Archivos del Museo Picasso de Barcelona (hasta el próximo 28 de julio en las salas del Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa de Madrid) radica en que permite al espectador ahondar en su vida y desarrollo creativo a través de la colección de fotografía del museo barcelonés. Estamos ante una original muestra, muy significativa, de su universo más cercano y familiar. “Esta exposición permite una aproximación a la figura de Pablo Picasso, el hombre y el artista, sus procesos de trabajo y la génesis del museo, con fotografía vernácula y de autor de grandes maestros como Lucien Clergue o David Douglas Duncan, contemporáneos y amigos del genio que le siguieron de cerca a lo largo de su carrera y su vida”, afirma el comisario y director del Museu Picasso de Barcelona, Emmanuel Guigon.
Origen de un museo
Los pocos años que Pablo Picasso residió en Barcelona fueron suficientes para crear un vínculo afectivo que permaneció intacto a lo largo de toda su vida. No es casualidad que el equipamiento de la capital catalana, consagrado a su obra, fuera creado por expreso deseo del artista. Una determinación que contó con el apoyo incondicional de su esposa Jacqueline y el firme compromiso de algunos de sus amigos y colaboradores más cercanos: Jaume Sabartés, su secretario personal y fiel compañero; los galeristas Joan y Miquel Gaspar, el editor Gustau Gili Esteve y su esposa Anna Maria Torra y el notario Raimon Noguera. La génesis del museo monográfico, en la ciudad que tanto amaba, quedó reflejado en varias instantáneas realizadas por la propia Jacqueline o por la saga de fotoperiodistas Pérez de Rozas, que registró la llegada de las obras picassianas al edificio de la calle Montcada.
Dos fotógrafos, un objetivo
Las trayectorias de Lucien Clergue (Arlés, 1934-Nimes, 2014) y del pintor se cruzaron por primera vez en 1953 en una corrida de toros en Arlés. Cuentan que el fotógrafo se le acercó para mostrarle unas fotos y que este le pidió que le enseñara más. Así comenzó una amistad que duraría hasta la muerte de Picasso acaecida en la localidad francesa de Mougins el 8 de abril de 1973. Fueron dos décadas de estrecha relación durante las que Clergue pudo fotografiarle en la intimidad de su casa y de su taller. Picasso con sus hijos Claude y Paloma o junto con su gran amigo el fotógrafo Brassaï son algunas instantáneas, de las cerca de 600, que conforman el fondo fotográfico de Lucien Clergue relativo a Picasso que el museo adquirió en 2016.
Además de amigo, el artista se convirtió en su mentor. Él creó el cartel de su primera exposición e ilustró la portada de su primer libro de fotografía, Corps Mémorable, publicado en 1957. En 2013, con motivo del 40 aniversario de su muerte, Lucien Clergue le dedicó una exposición titulada Picasso, mon ami. En el catálogo que la acompañaba escribió: “Necesitaba, necesito aún su visión sobre mi trabajo. Sigo diciéndome ¿qué haría Pablo? Esta pregunta, desde entonces sin respuesta, me atormenta sin descanso. Cuando murió me sentí de repente abandonado: ya nadie podía juzgar mi evolución”.
El reportero de guerra amigo de Capa
David Douglas Duncan (Estados Unidos, 1916-Francia, 2018) conoció a Picasso en la primavera de 1956. Rober Capa le había prometido presentárselo, pero falleció dos años antes tras explotarle una mina en Indochina. Aprovechando su estancia en la Costa Azul, decidió acercarse hasta La Californie, la residencia del pintor en Cannes. Aquel día Douglas Duncan no solo hizo realidad un sueño, también pudo tomarle la primera fotografía. Y no una cualquiera sino la célebre imagen del malagueño desnudo en la bañera saludando sonriente al objetivo. Le sucederían muchas otras a lo largo de las casi dos décadas de relación. Escenas privadas en las que lo vemos charlando relajado con su amigo y marchante Daniel-Henry Kahnweiler; jugando con sus hijos a la comba o danzando junto a Jacqueline Roque en su atelier. “Entre todos los privilegios que afortunadamente tuve en el curso de aquellos años, la confianza y la amistad de Picasso fue, sin duda, el más grande”, leemos en el texto de sala.
Consciente de su genialidad, Pablo Picasso se dejó fotografiar cientos de veces por la mayoría de los fotógrafos más famosos del siglo XX a lo largo de su vida, pero también por amigos y familiares. Picasso en foto. Archivos de Museu Picasso de Barcelona da buena cuenta de ello. Enmarcada en la programación de PhotoEspaña 2023, la muestra, sostienen los organizadores, “se desarrolla como una especie de ‘documento notarial’ del genio en todos sus aspectos”. Retratos familiares, fotografías de prensa o de autor, audiovisuales, libros y documentos así como obras del artista configuran un extraordinario testimonio gráfico de la biografía más cercana y personal de un mito universal.