Tras los pasos de Ilse Bing y Anastasia Samoylova en el Centro KBr de Barcelona

Una mujer fotografía con su Leica un cartel de Greta Garbo en el París de 1932. Otra, nueve décadas después, captura la espalda de una transeúnte frente a un póster de un célebre teatro de Barcelona. La primera (Fráncfort, 1899-Nueva York, 1998) vivió los grandes dramas mundiales del pasado siglo; la segunda, nacida en la URSS en 1984, reside y trabaja actualmente en Miami, Florida.

Cartel de Greta Garbo en París, 1932 / Estate of Ilse Bing The Art Institute of Chicago

Ambas encontraron en la fotografía un lenguaje propio que desafía nuestra comprensión visual. Distintas épocas y circunstancias, pero un mismo propósito, el de documentar aquello que las rodea. Separadas inexorablemente por el paso del tiempo, su obra confluye en intereses y objetivos y, durante unos meses, comparten el mismo espacio, el de las salas del Centro KBr Fundación Mapfre de Barcelona.

Una de las imágenes Ilse Bing expuestas en Barcelona. Tres hombres sentados junto al Sena en 1931 / Estate of Ilse Bing International Center of Photography, New York

Ilse Bing, la “reina de la Leica”

Desde que descubrió su verdadera vocación hacia 1929, mientras realizaba su tesis sobre el arquitecto alemán de finales del XVIII Friedrich Gilly, Ilse Bing apenas se separó de su Leica durante las siguientes décadas. Treinta años dedicados a diseccionar el mundo a través de su cámara. Una extensa trayectoria centrada principalmente en tres ciudades: su Fráncfort natal, el París de los años 30 y el Nueva York de la posguerra, e impregnada de los elementos visuales que conoció: la Nueva Visión de László Moholy-Nagy en el ámbito de la Bauhaus, el surrealismo o la abstracción. Sin embargo, Juan Vicente Aliaga, comisario de la muestra, señala que la artista alemana “escapa a cualquier tentativa de clasificación”, su trabajo no se adscribe a ninguna corriente fotográfica o artística determinada, más bien se nutre de todas ellas, por ello su mirada resulta excepcional.

La exposición, conformada por 190 fotografías y material documental, recorre su singular obra “en la que se entremezclan la modernidad, la innovación formal y al mismo tiempo un carácter fuertemente humanista, documentalista en algunos casos, en el que anida una conciencia social”, explica Aliaga.

Autorretrato con Leica, 1931 / Estate of Ilse Bing. Collection of Michael and Judith Hochberg, New York Photograph Jeffrey Sturges

Cartografía de toda una vida

Sus inicios en Alemania, durante los años de la República de Weimar, estuvieron marcados por el constructivismo y la Bauhaus. La etapa parisina, desde finales de 1930, fue un periodo de experimentación, con una mirada vanguardista como la de Man Ray o Lee Miller. En Francia compaginó sus trabajos para revistas como Vu, Voilà, Urbanisme, Arts et Métiers Graphiques, Regards y Harpers’s Bazaar con proyectos de tintes artísticos en los que jugó con técnicas de impresión, los encuadres, las perspectivas o el movimiento. La Torre Eiffel y las bailarinas del Moulin Rouge se transformaban ante sus ojos en un campo de pruebas. En Nueva York, ciudad a la que llegó por segunda vez en 1941, junto a su esposo el pianista Konrad Wollf, huyendo de la barbarie nazi, su obra refleja el sufrimiento y la dificultad que supone la condición de exiliado volviéndose más sombría y de difícil encaje comercial.

Ilse Bing era muy curiosa. Fueron muchas las temáticas que abordó: las naturalezas muertas, la moda, el cuerpo, la danza, el movimiento, el retrato, la propia identidad que explora con el autorretrato o la arquitectura de los lugares donde residió. En Nueva York, explica el comisario, “busca integrar esa armazón de gigantes de bigas metálicas con la presencia humana”. Abandonó definitivamente la fotografía en 1959 para dedicarse a la poesía, “instantáneas sin cámara” llamaba a sus poemas, y a la creación de collages. Falleció en la ciudad de los rascacielos en 1998 dejando un valioso legado.

Fotografía titulada 'Hacía tanto viento en la Torre Eiffel', París, 1931 / Estate of Ilse Bing The Art Institute of Chicago

Anastasia Samoylova: la ciudad como valla publicitaria

Es precisamente en la relación entre la ciudad y sus habitantes donde encontramos el nexo que une a Bing con la obra de la fotógrafa rusa Anastasia Samoylova. Su proyecto Image Cities, ganador de la primera edición del KBr Photo Award de la Fundación Mapfre, analiza de manera crítica y estética el impacto de la imagen fotográfica en el entorno urbano construido. Según los organizadores, las ciudades “se están convirtiendo en auténticos collages de imágenes. La publicidad sobre estilos de vida, las vallas promocionales de inmobiliarias y la arquitectura hiperfotogénica hacen que el espacio urbano parezca un escenario de fantasía con decorados siempre cambiantes”.

Valla publicitaria en el Teatro de la Ópera Opera de París, 2021

Ya sea Barcelona, Madrid, Nueva York, Moscú, Londres París, Tokio o Ámsterdam, todas se encuentran afectadas por el mismo problema que Samoylova examina en sus fotografías, “la brecha ideológica entre una identidad urbana que se quiere reivindicar y la realidad homogénea que muestran sus imágenes”. La presencia humana es casi inexistente, anecdótica, y cuando aparece lo suele hacer a una escala mínima, como si se tratara de un elemento secundario amenazado por el consumismo, los intereses económicos y la especulación. Al igual que hicieron Lissete Model, Walker Evans, Lee Friedlander, Diane Arbus y la propia Ilse Bing, Anastasia Samoylova aborda una labor documental sobre el paisaje urbano y sus múltiples contradicciones con un lenguaje vibrante y renovador.

Graffiti. Imagen tomada por Anastasia Samoylova en Barcelona en 2022