El teatro es mucho más que una expresión artística, también es un formidable vehículo de comunicación para trabajar temas que preocupan a la sociedad, a las familias, a las comunidades educativas y, en especial, a los jóvenes. Bajo esta premisa, el reconocido especialista en movimiento escénico Ángel Bonora fundó la asociación Teatracció, primero, y su compañía, después, enfocada en la creación y representación de obras de Teatro Fórum y de prevención. “El teatro es una herramienta educativa muy potente para llegar a los jóvenes”, expresa en una conversación con Crónica Global a escasos minutos de que empiece la representación de una de sus obras, Enxarxats, en un centro cívico de Barcelona.
El proyecto, explica, surgió tras su regreso a Barcelona en 1995, después de su formación en La Sorbonne, la universidad más importante de París. A su vuelta a la Ciudad Condal Bonora se topó de bruces con la cruda realidad de aquel entonces. “Quería trabajar en un proyecto de prevención del SIDA, una cuestión urgente porque tenía conocidos que habían muerto a raíz de esta enfermedad y porque me di cuenta de que el currículum escolar no cubría asuntos que están relacionados con la educación integral de las personas”, destaca.
Un espacio para la reflexión
El proyecto fue posible gracias a la formación de Bonora en París. En el curso 1993-1994 accedió al Instituto de Estudios Teatrales de la Universidad de La Sorbonne. Allí entró en contacto con su profesor Bernard Grosjean, con el que se formó en el teatro fórum como asignatura y con el que trabajó en la asociación Entrées de Jeu. Grosjean fue el mejor maestro que Bonora pudo tener, pues fue uno de los actores de Augusto Boal, el fundador del Teatro del Oprimido. “La inspiración en cuanto a la creación teatral bebe de Jacques Lecoq, aunque el enfoque social se inspira en el Teatro del Oprimido, de Boal”, explica Bonora.
Las obras del Teatro del Oprimido surgen del análisis de las inquietudes y problemas sociales y tratan de despertar una reflexión al respecto en el espectador. Además, el Teatro Fórum, que bebe de la corriente anterior, va un paso más allá y, una vez finalizada la representación, busca la interacción con el público. Los espectadores pueden participar convirtiéndose en parte de la obra, compartiendo sus reflexiones con los presentes. Esto es precisamente lo que hace la compañía de Bonora. “En la escuela nos enseñan conocimientos, pero la parte más relacionada con la salud y la formación integral de la persona queda excluida del currículum”, expresa.
Una herramienta al servicio de la salud
Con la idea de solventar esta carencia en el año 2000 nació la compañía Teatracció, con la que arrancó el proyecto. Desde entonces han hecho más de 4.000 actuaciones en toda Cataluña y en la actualidad tienen en marcha seis obras de sensibilización y prevención de actitudes y conductas de riesgo frente a diferentes problemáticas psicosociales. “El objetivo ha sido y sigue siendo hacer del teatro una herramienta educativa, sobre todo al servicio de la salud”, expresa el director de Teatracció. En concreto, las obras se centran en la prevención de la drogodependencia, en la adicción a las redes sociales y los riesgos que conllevan su uso, en la violencia y el bullying, la perspectiva de género y violencia en la pareja.
Estas obras, aclara Bonora, no son una libre interpretación artística sino que durante el proceso de creación y escritura de los guiones cuentan con la colaboración de expertos para garantizar el rigor sanitario. El proceso es largo. La última, sobre violencia machista, titulada Com t’estimo?, tardaron tres años en desarrollarla, aunque lo habitual es que los profesionales inviertan un año de media en cada una de ellas. Primero, relata el director, se realiza una aproximación a la temática mediante un proceso de documentación y escritura. Además de profesionales del sector de la salud, cuentan con una pedagoga que les asesora.
Estimular el pensamiento crítico
Una vez culmina el proceso de creación, las obras continúan en constante evolución. “Se tiene que ir adaptando a medida que surgen avances en la ciencia”, añade. Además, no solo se busca la óptica científica sino también la dimensión poética, el sentido del humor y la ironía, con el objetivo de crear interrogantes en el público. Para conseguirlo, trabajan con grupos cohesionados y reducidos de jóvenes para minimizar el riesgo de dispersión. “Lo que se busca es un impacto emocional fuerte, porque favorece enormemente la prevención”.
Al final de la obra se abre un debate participativo. En algunas de ellas, los actores invitan a un joven a subir al escenario para trabajar sobre una escena creada expresamente para resolver un conflicto. En otras, se genera un debate, un foro, entre el grupo. El objetivo es siempre el mismo: estimular la reflexión y el pensamiento crítico en el espectador. “Buscamos que se sientan reflejados en situaciones próximas a su realidad y que surjan interrogantes. La función es estimular y potenciar los programas donde se trabaja la prevención”, aclara.
Han actuado para 350.000 jóvenes
Esta pequeña entidad lleva más de dos décadas apostando por el teatro de prevención. Sus obras han llegado a más de 350.000 jóvenes de Cataluña, la Comunidad Valenciana y Andorra. A pesar de la crisis económica de 2008 y de la derivada del Covid, que hicieron caer las representaciones de 325 anuales a solo las 80 actuales y que les obligó a reinventarse ofreciendo alternativas online, han logrado recuperarse. A petición de ayuntamientos y Consejos Comarcales, sus principales clientes, continúan llevando sus originales obras por centros educativos y culturales para que los jóvenes puedan tomar decisiones positivas y actuar de manera responsable.