Piel de Lava es la composición de las cuatro integrantes de esta compañía: Pilar Gamboa (Pi), Elisa Carricajo (el), Laura Paredes (la), Valeria Correa (va). Juntas han creado cuatro obras durante 20 años en las que han demostrado la potencialidad de componer un trabajo en grupo, como colectivo.

Empezaron en los teatros más independientes de Buenos Aires y con Petróleo, su último montaje, saltaron a la avenida Corrientes de la capital argentina --el Broadway porteño-- y han cruzado el charco y lo han llevado por medio mundo. Su última parada es el Festival de Otoño de Madrid, donde ponen el broche a su tour por España estos 11 y 12 de noviembre.

'Petróleo'

La transición al mainstream la viven "muy bien", señala Valeria. "Fue muy natural, no lo planeamos, se dio así. La obra explotó. No quisimos hacer un éxito, sino una obra más. Fue todo como un regalo, una fiesta poder empezar a ganar dinero por primera vez en 15 años de trabajo", confiesa. Por eso, cuando les preguntan por su próxima obra avanzan que va a ser "un fracaso espectacular". "Nos reímos con eso para sacarnos presión", reconocen.

Lo cierto es que Petróleo es un espectáculo en sí mismo. La historia parece simple: sigue los quehaceres de cuatro trabajadores de extracción del oro negro. A partir de allí, caracterizadas como hombres, taladran estas masculinidades y abren grietas en el sistema que hacen reír y reflexionar al público. Correa habla con Crónica Global para dar más detalles.

--Pregunta: 'Petróleo' empezó como una pieza más de la trayectoria de la compañía y lleva cuatro años en cartel y por buena parte del mundo. ¿Cuál es el secreto?

--Respuesta: Si lo supiéramos sería como tener la receta de la Coca-Cola (ríe). Para nosotros es más del orden del milagro. Es de esas cosas que pasan en el mundo del arte y del teatro, hay algo que funciona entre los creadores y la obra y el público y en el medio estará la razón de todo.

--¿Cómo dieron con este 'Petróleo'?

--Fue un trabajo que emergió de un modo muy genuino sin querer tener un resultado determinado. Es una comedia de mucha risa en la que la gente se ríe todo el tiempo y cuando la hicimos tampoco quisimos eso precisamente. No sabíamos si iba a funcionar, si se iban a reír. Nosotros hacemos este tratamiento a nivel de género, hacemos de varones y surgió en medio de una ola de feminismo, en la que se pensaban un montón de cuestiones sobre el género y se dieron las cosas en el momento y el lugar indicados, pareciera.

--¿Por qué esa idea de ponerse en la piel de estos hombres?

--Surgió como algo lúdico. Nosotros escribimos, dirigimos y actuamos nuestras propias obras, habíamos hecho cuatro obras antes y nunca hicimos de varones anteriormente. Y pensamos: "¿Por qué no está habilitado esto?, ¿por qué una puede hacer de extraterrestre o alguien del futuro y no de hombre?". Luego empezamos a pensar qué tipo de hombre y llegó la extracción de petróleo, que es un trabajo por excelencia masculino, donde no hay mujeres y en el que parece que se necesita de una masculinidad exacerbada para sostenerlo. Lo ubicamos en la Patagonia, donde han de convivir y hacer trabajo de fuerzas y el empleo necesita de esta masculinidad exacerbada para sostenerse. En el fondo es un montaje muy estructurado, es aristotélica, pero sí hay un trabajo de composición para nada inocente. No estamos solo componiendo un personaje. Somos mujeres performando el género masculino y allí se abrió un diálogo con lo teatral y lo real. Todos estamos performando el género todo el tiempo y en este caso es como si el teatro desvelara eso. Vemos a estos varones performar la masculinidad para luego deconstruirla.

Cartel de 'Petróleo'

--Es curioso ese proceso en el que el teatro, que construye ficciones, en su obra las deconstruye o pone al descubierto esa ficción. ¿Esa masculinidad que construimos es casi como un teatro dentro de otro que es el mundo?

--¡Exactamente! Y lo tenemos naturalizado. Como siempre, el teatro viene a desnaturalizar algunas cosas para que uno las pueda ver e identificarse. Es un juego de muchos planos de sentido. No es solo eso, pero esta es la piedra fundamental.

--De hecho, estos hombres que perforan la tierra en busca de petróleo en la obra también destruyen esas masculinidades e incluso el sistema. ¿Es una manera de poner en evidencia esa relación entre masculinidad y capitalismo?

--Es absoluta esa relación. Cuando decidimos que los personajes iban a dedicarse a extraer petróleo ya la imagen era pura metáfora: hombres con unos instrumentos gigantes perforando la tierra para sacarle cosas. Era la metáfora del patriarcado en el capitalismo. ¡Pero vino solo! Lo sacamos en una tarde. Luego investigamos sobre el mundo del petróleo, de los trabajadores, armamos los personajes desde un lugar súper sensible, sin hacer parodia. Un poco compadeciéndonos de cómo los varones también padecen absolutamente por el patriarcado y el machismo. En el camino, aparecieron un montón de cosas que nos modificaron mucho porque es un tema que nos atraviesa y, por suerte, ahora es un tema del que se ha tomado conciencia.

--Se sale además de ese discurso esencialmente feminista en torno a la mujer y habla de esas masculinidades. ¿Son construcciones, masculinidades tan frágiles o más como las feminidades?

--Es igual de frágil, el tema es qué lugar de poder tienen los varones en la sociedad. Los privilegios los tienen los varones; ahora, con un coste muy heavy, sosteniendo todo esto, no les deja entrar a unas dimensiones femeninas. ¿Qué pasaría con el mundo si a los hombres les diesen la posibilidad de otro tipo de sensibilidad?

Momento de 'Petróleo'

--En todo caso, todos estos interrogantes o planteamientos no son parte del discurso en la obra.

--No, no hay una bajada de línea. Es algo que les pasa a los personajes. No somos nosotras bajando teoría. Nosotras llegamos a estos pensamientos por meternos en esos cuerpos. Yo puedo decirte todo esto por habitar esta obra. Lo podría haber leído en un libro, porque leo al respecto, pero llegué a la teoría porque le he puesto el cuerpo. Es como una sabiduría de la sensibilidad y la empatía. Allí ya no me importa ser mujer, trans, varón, alguien no binario. Todos somos personas poniendo el cuerpo para sobrevivir.

--¿Este mensaje es precisamente más potente en el teatro por la presencia del cuerpo?

--Sí. Porque muchos se pueden identificar, no hay una crítica directa a los hombres y, al ser teatro, no es necesaria una bajada de línea ideológica como cuando uno va a una manifestación política para denunciar que han matado a una mujer o a una persona trans. Esto es teatro, por tanto no nos toca hacernos cargo de un montón de cosas. Aquí nos podemos reír, pensar el tema sin tanta responsabilidad. Somos actrices, no políticas. Estamos liberados para pensar el tema sin tanta carga heavy como cuando pensamos estos temas tan urgentes. Poder reírnos de algo que nos duele es liberador.

--¿Esta comicidad también es un punto a favor que da potencia al mensaje y a su teatro?

--Creo que sí. Hacemos las obras donde está la dramaturgia, el cuentito, los personajes... y lo que nosotras mostramos o lo que la gente puede sentir es la grupalidad. Somos cuatro mujeres trabajando juntas hace 20 años y eso tiene una potencia en sí misma que no tiene ningún otro artilugio teatral. Es algo muy lindo, por lo menos para nosotras.