Existe una creciente preocupación por la España que se vacía, por el borrado de una parte de nuestro pasado que puede caer en el olvido si no se dota de infraestructuras y atractivos a los pequeños pueblos. Pero la España poblada también cuenta con un vasto patrimonio en sus calles que está en riesgo de desaparecer y que ahora se recoge en una guía con la que se persigue el objetivo de concienciar a la población y preservar esas “cuatro piedras” que nos dicen tantas cosas de nuestra historia. “Un doble viaje, geográfico e histórico, que nos enriquece más que ningún otro”, reza la promoción del libro.
Quien firma 101 monumentos que tus hijos, tal vez, ya no verán es Raquel Álvarez, historiadora del arte, delegada de Hispania Nostra –asociación que defiende y promueve el patrimonio cultural y natural– en la Comunidad Valenciana y cofundadora de Alva Cultural. Precisamente, la guía parte de una de las listas de Hispania Nostra, la llamada Lista Roja, que incluye hasta 1.182 elementos deteriorados y en riesgo de desaparecer si nadie actúa. De todos ellos, un centenar, repartidos por todas las provincias, componen la obra.
Patrimonio seguro
¿Por qué la guía solo incluye el 8,5% del patrimonio catalogado por la asociación como potencialmente en riesgo de desaparecer? Primero, explica, porque le pidieron que ciñera la lista a 101 elementos y, segundo, porque ha sido muy cuidadosa en la selección: incorpora únicamente patrimonio “seguro” tanto para el visitante –que no haya peligro de desprendimiento, por ejemplo– como para el activo –que pueda recibir visitas sin que ello lo exponga a un mayor deterioro–. De este modo, el mapa recoge un abanico patrimonial suficiente como para recorrer España de otro modo y “concienciar” a los ciudadanos de lo que nos rodea y lo que nos ha hecho ser quienes somos, “valorarlo” y entregarlo a las siguientes generaciones igual que a nosotros nos lo han dejado las anteriores.
Con estas consideraciones, Álvarez ha elaborado una guía “didáctica” pensada para “llamar la atención”, en sus palabras, y que explica que “existen distintos sistemas de protección del bien, sus distintas tipologías (religioso, arqueológico, artístico, industrial, etnológico, militar), si se está llevando a cabo alguna rehabilitación…”. De hecho, en la descripción de cada uno de los 101 elementos del recopilatorio aparecen su descripción, su valor y lo que supondría su pérdida para el entorno en el que se encuentra. Se añade, asimismo, un breve apunte con otros lugares de interés que se pueden visitar en la zona.
Selección equitativa
La selección, dice Álvarez, es “equitativa” con todas las comunidades autónomas, aunque sorprende la diferencia de elementos presentes en la guía en función del lugar de España. Así, por ejemplo, aparecen en el libro hasta 12 monumentos castellanoleoneses, pero solo tres catalanes. Lo aclara: “En la Lista Roja hay más de 300 elementos de Castilla y León, por una treintena de Cataluña”. De ahí la aparente disparidad en la selección final. Eso sí, no se queda con ninguno en concreto. “Es como elegir entre papá y mamá; hay verdaderas maravillas y no tenemos nada que envidiarle a Italia”, reconoce, al tiempo que afirma que mucho de este patrimonio se podría preservar con una mínima intervención, que muchas veces no se realiza por “desconocimiento y desidia de propietarios y Administración”.
A continuación, matiza que el objetivo de la guía y de la asociación “no es sacar los colores a nadie”, sino “transmitir las preocupaciones de particulares y asociaciones” y buscar maneras de preservar este patrimonio. Un patrimonio que, para formar parte de la Lista Roja, debe tener el visto bueno de un comité científico, que estudia la documentación pertinente cuando recibe una solicitud.
Los tres elegidos catalanes
En el caso de Cataluña, de la treintena de elementos de la lista, solo tres están en la guía. Se trata de la Casa Tosquella, en la ciudad de Barcelona; de la iglesia de San Rufo, en Lleida, y de La Tabacalera, en Tarragona.
La Casa Tosquella es un edificio de estilo modernista ubicado en el Putxet, junto a la ronda General Mitre. Se trata de una vivienda de veraneo encargada por Antoni Tosquella en 1899 y reformada por el arquitecto Eduard M. Balcells en 1907, quien proyectó una obra de líneas modernistas, pero con toques arabizantes y un estilo ecléctico singular. Tiene dos pisos y está en estado de abandono.
La familia recibió durante años ofertas para su derribo y edificación de pisos, pero la última inquilina, Maria Dolors Tosquella, se negó y la protegió hasta las últimas consecuencias. Murió en 2018. Ahora, este Bien de Interés Cultural es propiedad del ayuntamiento (que lo adquirió en 2021), que proyecta darle un uso público como equipamiento para el barrio, un centro para mayores, así como abrir su jardín.
San Rufo y La Tabacalera
La iglesia de San Rufo (s. XII-XIII), en Lleida, está en estado de ruina y una buena parte del edificio está hundida. Apenas quedan dos ábsides de la cabecera y un transepto. Ha sufrido expolios y presenta pintadas, además de abundante vegetación que ha colonizado sus muros. “El estado de conservación es pésimo y con riesgo de pérdida total del templo”, alerta la guía.
Por último, La Tabacalera de Tarragona se construyó entre 1922 y 1931 y cesó su actividad en 2007. Se trata de un complejo en forma de U, de grandes dimensiones, que se distribuye en torno a una plaza y se estructura en dos plantas. Y, si bien es cierto que el ayuntamiento ha preservado una parte habilitándola como módulos para equipamientos municipales, el resto es la diana de los vándalos debido a su abandono. Es cierto que surgen ideas para protegerla, pero sigue esperando a que alguna de ellos la revitalice, concluye la guía.