Sitges se ha volcado con la presentación de la última película de Carlos Vermut, Mantícora. Con la voluntad de no hacer destripes solo se puede decir que el espectador puede salir de la sala con el estómago algo revuelto.
El cineasta se alegra de que eso suceda. Le gusta tensar la cuerda, jugar en los límites y subraya que la realidad es mucho más impactante que cualquier monstruo.
Sufrimiento y disfrute
Los espectadores de Sitges lo han sufrido y disfrutado a la vez. Tanto como él en el festival. "Para mí es como mi hogar, mi casa. Me siento muy cómodo aquí. Soy un hijo de Sitges. A partir de los 30 años me he criado viendo películas y quise hacerlas para venir a Sitges y formar parte de esto. Eso me ha motivado. Yo me he empapado de todo el cine fantástico viniendo a este festival", revela a Crónica Global.
También muchos espectadores del certamen se han criado con sus películas y han gozado con esta última de la que el director nos da algunas pistas, ya que es mejor saber muy poco antes de entrar a la sala.
--Pregunta: ¿Cómo se puede hablar de la película sin hacer destripes?
--Respuesta: La definiría como una película romántica bastante retorcida.
--¿Cómo surge esta historia de amor y la lleva a este punto?
--Nace de la idea de alguien que tiene una pulsión prohibida y la búsqueda de esa persona a través de otra para validar ese deseo, de conocer a una chica con un aspecto determinado y cómo se convierte en una historia de manipulación y amor. Luego surgen elementos como los videojuegos que completan la película a nivel estético, simbólico y a veces narrativo.
--En la película se reflexiona sobre el poder de los videojuegos y su peso en ciertas conductas. ¿Se podría aplicar también al cine?
--La película plantea preguntas sobre la relación que mantiene con la imagen y dónde están los límites. Me parece interesante que se planteen los límites de qué se puede hacer o no con la imagen con elementos de la cultura pop como pueden ser los videojuegos. También en la actualidad se plantea un debate sobre qué se puede o hacer con el metaverso, los gráficos hiperrealistas y me parece interesante ponerlo en la película.
--Y más en épocas de cierta censura.
--Es verdad que he notado que hay una especie de autocensura, todo el mundo está con miedo a contar cosas o sobrepasar ciertos límites. Entiendo que hay más cuidado al contar ciertas cosas, lo entiendo y me parece bien. Una cosa va de la mano de la otra. Cuando vivimos en un mundo en el que queremos ocuparnos de no herir los sentimientos de ciertas personas vayamos con más cuidado, pero por otro lado, la libertad creativa también es importante, precisamente para no tener un cine aburrido y complaciente. La cuestión es ver cómo se negocian los límites: ¿somos libres y hablamos de lo que queremos y a la vez no queremos herir a las personas? ¿Cómo nos manejamos? Es cierto que si vamos con demasiado cuidado las historias pueden ser limitadas. Lo más importante no es dar respuesta, es hacer posible el debate.
--¿El cine tiene que explorar esa vía?
--El cine tiene que ser atrevido, osado y que plantee preguntas. No sé si es más o menos atrevido que antes, ni qué significa. Reflexiono más sobre mi trabajo, siento que el mundo va por un lugar y yo por mi trabajo y cómo me relaciono con mi propia obra.
--Hablemos de su obra, entonces. Usted empezó con toques de cómic y fantástica y ahora hay más tensión con escenas sacadas de la realidad. ¿Da más miedo la realidad que el fantástico?
--Sin duda los elementos de la realidad son más terroríficos que el fantástico. A mí me da más miedo un psicópata que un fantasma. La realidad siempre está llena de elementos absolutamente terroríficos, eso me parece interesante tenerlo en cuenta. El fantástico ha servido para hablar de temas sociales importantes, pero también está muy limitado por las propias reglas de género que crea. La realidad tiene la capacidad de profundizar más en los personajes que el fantástico y generar un terror que con una película de género no puedes. La realidad siempre me parece más inquietante.
--Hablando de la relación del social con el fantástico, 'Mantícora' no podría situarse también en este marco del cine social ¿o esa etiqueta pesa demasiado?
--Mi cine es más psicológico que social, aunque atraviese temas sociales. Al final, a lo que le dedico más tiempo es a desarrollar los personajes en este aspecto.
--Dice que le interesa explorar los límites del fantástico.
--Sí, hasta dónde te dejan llegar sus códigos, si puedes salir del fantástico. Cuando das una vuelta a todo ello salen cosas más interesantes.