Clio Barnard (Santa Bárbara, Estados Unidos, 1965) empezó a destacar en el mundo del cine gracias a sus trabajos como documentalista, sobre todo, con The Arbor. Después ha ido compaginando sus trabajos de ficción y no ficción, pero siempre con un sello característico: el retrato social.
No se esconde de ello. Ella viene de la tradición inglesa del cine social y admira a los grandes nombres que han dado el cine británico. Su nuevo film, por eso, es algo más luminoso aunque sus protagonistas presenten varias heridas.
Estreno
Ali & Ava es la historia de dos británicos, residentes en un barrio obrero e impopular de Bradford (Reino Unido) pero que tratan de ayudar a la comunidad. Él, enamorado todavía de su mujer, trata de ocultar a su familia que su matrimonio está acabado. Ella, por su parte, trata de rehacer su vida tras la muerte de su expareja y sacar adelante una casa. La música, el amor y la ayuda a los demás es el único refugio de ambos, pero cuando las heridas siguen abiertas no es fácil salir adelante.
A medio camino entre el musical y el cine social, el nuevo film de la británica desprende luz y ternura, mientras de fondo se suceden temas sociales no resueltos y problemas que la comunidad trata de solventar por el Estado no llega. Por eso defiende que este género sigue siendo necesario. ¿Que hay mucho cliché y estigma? Sí, pero eso impide que refleje una realidad. Ella lo hace con sello propio.
--Pregunta: Ali & Ava se inspira en historias reales que usted ha vivido, ¿es así?
--Respuesta: Sí. Cuando estaba rodando The Selfish Giant conocí a alguien llamado Rio que fue la inspiración de Ava. Así que muchos de los detalles biográficos de este personaje están inspirados en la vida de Rio. Y el personaje de Ali se basa en Moey Hassan, una persona que conocí cuando hacía The Arbor. Ambos estuvieron muy involucrados durante el proceso de creación y el rodaje.
--¿Cómo fue ese trabajo entre los personajes reales y los actores?
--Rio estuvo desde el principio, incluso casi antes, porque desde que lo conocí en 2016 le dije de trabajar juntos en el futuro y luego le propuse la idea. Mientras tanto tuve encuentros con Moey, grabé nuestras conversaciones, como hice con Rio. Y fue Rebecca [Manley], con la que hice The Selfish Giant, empezaron a improvisar escenas que luego puse en el guion. Así que fue trabajando siempre conjuntamente con unos, con otros, haciendo workshops y teniendo un feedback. Todos acabaron muy involucrados en la producción.
--Todos estos trabajos dan fruto al film que se ve en pantalla que es una especie de película romántica y social con toques de musical. ¿Cómo describiría el film en sí y qué importancia tiene la música en ella?
--Bueno, sí (sonríe). En algún momento lo llamamos una especie de musical socio-realístico. La música es importante y estuvo desde el principio. Moey fue DJ de verdad y el padre de Ava cantaba canciones folk en pubs, por lo que están metidos en la música y tiene ese intercambio de canciones. Algunas escenas surgieron de los workshops, como la que saltan y bailan en el sofá con los auriculares puestos. En estos workshops nos dimos cuenta de cuán importante es la música para estos personajes y cuánto juego les llega a dar.
--La música ayuda también a relajar los miedos de los personajes, porque las heridas de Ali y Ava les hace tener muchos miedos incluso a la hora de amar. ¿Cree que hay mucho miedo a amar?
--Para ambos es muy difícil. Ava vivió una relación abusiva con Paul mientras Ali trata de negarse a sí mismo que su matrimonio se ha roto porque todavía ama a su esposa y tiene una familia. Pese a todo, ambos son gente muy maja y están rodeados de familia y amigos, están implicados en la sociedad en la que viven y en la que son muy activos. Aun así ambos están muy solos ¡y quería que ambos encontraran a alguien! (ríe).
--La película, de todos modos, trata de romper ciertos estereotipos. Por ejemplo, presenta una mujer de origen indio que está dispuesta a separarse, Ava trata de pasar página de su relación... ¿Era su voluntad romper todos estos topicazos?
--Una de las cosas con las que no estaba de acuerdo Moey era en la representación que se hace de la clase trabajadora procedente del sureste asiático, especialmente en el norte de Inglaterra. Por eso, era importante asegurarnos de que Ali fuera un personaje complejo. También para otras personas de un barrio de Bradford a las que consultamos les pareció importante, incluso como se representaba la ciudad. Ali y Ava tienen que luchar contra esas presiones externas y a la vez ambos también se enfrentan a los obstáculos internos que tienen cada uno de ellos. Ali rompe las reglas porque él es británico-paquistaní y su esposa británica-bangladeshi y se espera de ellos que estén casados, pero espero que la gente se de cuenta que más allá de las expectativas familiares, lo que bloquea a Ali y le impide centrarse es sobre todo el amor que siente por su esposa.
--En todo caso, el contenido social vuelve a estar presente en sus películas. El cine inglés se ha caracterizado por este tipo de cine social, pero queríamos saber, ¿qué es lo que le atrae a usted de él? ¿Sigue siendo necesario?
--Probablemente ahora sea incluso más importante de lo que ya lo era antes. Como sabemos, cada vez hay una brecha más amplia entre la clase más adinerada y la más vulnerable. En el Reino Unido hay una gran tradición de cine social, sí, como de documental. El trabajo de Ken Loach fue inspirado por el realismo y el neorrealismo social europeo. Yo amo el cine de Loach, Alan Clarcke... es al que amo, como al neorrealismo italiano e iraní. Y es importante seguir contando esas historias.
--¿Pero no creo que hay cierto estigma sobre ellos?
--Hay mucho estereotipo, sí, pueden resultar muy familiares. Por eso yo intento mostrar cierta positividad en el entorno de Ali y Ava, cómo ellos apoyan a otros, cuán implicados están con sus vecinos. Por ejemplo, Ava cuida de la hija de su vecina cuando el Estado debería ser el responsable de estas personas y no confiar en que en la sociedad haya personas como Ali y Ava. Por eso, quería celebrar a gente como ellos y la sociedad de Bradford.
--Siempre Bradford es otro de los protagonistas de sus películas. ¿Qué representa para usted? ¿Qué lo hace tan importante?
--Para mí es muy importante. La relación empezó cuando rodamos el documental de The Arbor, por allá el 2008, por lo que ya tenemos una larga relación con una parte en concreto de la ciudad. La gente de allí es increíble, tienen una historia socio-económica que es casi un microcosmos que refleja a la perfección lo que pasa a nivel global. Lo que tengo claro es que si uno mira en los polos obreros de las ciudades post-industriales verá su historial de migración que los hace muy fértiles.