Maria Pospistasu (Bucarest, 1980) es una de las caras más conocidas del cine rumano internacional. Ese cine que tiene gran eco en festivales de cine y que, lamentablemente, cuenta a Crónica Global, no es tan popular en su país de origen.
La actriz vuelve a protagonizar una película de otro icono de ese movimiento, Radu Montean. Ambos estrenan este viernes Entre valles, un film que pone la mirada sobre ciertas iniciativas solidarias y las personas que las llevan a cabo.
'Entre valles'
La intérprete da vida a un personaje con su mismo nombre que se apunta a una especie de expedición en 4x4 por pueblos de montaña a los que hacen llegar comida y materiales básicos. La intención es buena, el resultado, como en todas las películas del cineasta, queda en manos del espectador.
Crónica Global entrevista a la protagonista de un film que no lo ha tenido nada fácil para meterse en el papel. Entre medio, repasamos el mundo de la solidaridad y la llamada nueva ola del cine rumano.
--Pregunta: ¿Cuán difícil fue meterse en el papel de Maria, un personaje que vive todo tipo de emociones en la película?
--Respuesta: No puedo decir que fuera fácil. Tuve algunos problemas al principio, porque si los comparas, mi personaje no dice nada acerca de su vida, en cambio que los otros dos protagonistas son divertidos, cuentan muchas cosas, hablan de sus vidas. Lo único que se llega a descubrir es que no le gustan los perros ni otros animales, pero no sabes nada de ella. El personaje queda retratado a través de las acciones que lleva a cabo durante la poco más de hora y media que la ves en pantalla. Yo amé el personaje cuando lo leí pero no me di hasta que ensayamos todo eso. Tuve una pequeña crisis incluso porque dije: "el resto de los personajes son tan divertidos, cuentan cosas, pero el mío es bastante aburrido, no hace nada, no es interesante, es como una madre Teresa o así. ¡Al menos déjenme hacer algo!". Los otros son más extravagantes pero finalmente conecté y vi que era muy interesante. Tenía miedo de que fuera demasiado positivo, con una naturaleza casi mesiánica y cuando hablé con Randu y me dijo que tenía aristas, se preocupa por un montón de cosas y también es bastante egoísta, todo lo hace para sentirse mejor ella misma con la situación, no es tan desinteresada. Intenta hacer las cosas para que no digan que no trató de hacer nada pero no puedes decir que sea altruista.
--En este sentido, su personaje refleja esa parte que no se quiere y que tal vez es necesaria preguntarse. ¿Cuán altruista es uno en estas situaciones y qué parte se hace para sentirse mejor con una misma?
--Exacto, lo que plantea la película es que tal vez uno está siendo solidario por las razones equivocadas y más por uno mismo que por las personas a las que va dirigida esa solidaridad. Obviamente, la gente que se dedica a ellos lleva comida y bebida a zonas aisladas, pero luego resulta que es comida basura y productos de baja calidad. En la película ellos se dan cuenta cuando deben comérsela ellos mismos, ven que están entregando comida basura cuando tienen una casa, mantequilla y tú les das basura.
--Y todo ello se destapa cuando hay una situación complicada.
--Es más fácil ser generosa y desinteresada cuando te sientes cómoda y todo va bien, pero cuando hace frío y no queda comida se hace más difícil ser generosa con los demás. Si cuesta mucho de tu confort te lo piensas más. Por eso es interesante, sé que muchos se pondrán en su papel y dirán que harían todo y otros que serán honestas y dirán, nunca, yo me quedaría en el coche y esperaría a ser salvada. En estas situaciones no gusta mucho ser una héroe. A Maria nunca la ves tomar iniciativas en estas situaciones, sólo sigue directrices. No es que se siente y tenga momentos en que explota, es por eso que te hace pensar: ¿qué le pasa? Parece que hay algo en ella que no la deja actuar y que hace que quiera salvar a ese hombre.
--¿Cuál es su relación con Radu, porque no es la primera vez que trabajan juntos?
--Somos buenos amigos, mi marido trabaja con él y es uno de sus coguionistas habituales, por eso lo conocí en Aquel martes, después de Navidad. A mí me resulta fácil y cómodo trabajar con él. Maria, por ejemplo, es una combinación de Radu y mía, ambos lo hemos entendido bastante bien desde el mismo enfoque. Trabaja de una manera que a mi me va bien, ensaya muchísimo antes de rodar, es muy claro, sabe lo que quiere, no da lugar a la improvisación y quiere que se sea fiel al guion que está perfectamente escrito por sus autores. En cambio, en esta película fue algo distinto. Creo que el hecho de trabajar con actores no profesionales era más permisivo a la hora de improvisar, no les forzaba a saber sus frases a la perfección, se conformaba con que dijeran algo que se ajustara y fue divertido verlo en esa posición.
--¿Creen que ustedes son dos de las caras del cine rumano?
--Si te refieres a la nueva ola del cine rumano, yo te agradezco el cumplido, pero no lo veo así. Somos unos de ellos, puede ser, pero es toda una generación de directores. Además es movimiento sorprendente porque no es que precisamente todos vengan del mismo lugar, ni tienen la misma edad, con diferentes bagajes. Pero sí creo que debe haber algo en Rumanía que generara este especie de ráfaga que los empujó a hacer este nuevo tipo de cine. Fue algo excepcional y esperemos que dure.
--Y este cine que tanto se ve en los festivales, ¿tiene buena recepción en el país?
--Es muy complicado. No creo que al público rumano tenga que agradarle necesariamente ver esta corriente, es cine de autor. Está ahí y creo que tiene más éxito fuera que dentro.
--¿No es una pena?
--Sí, pero Rumanía vive una situación tan difícil, estresante y llena de corrupción que cuando la gente va al cine prefiere optar por algo que les divierta, les dé miedo o sea más luminoso y no tanto que les hablen de sus problemas. Para mí es difícil, porque encajo en este tipo de cine, trato de darlo a conocer, pero no es el que llama más al público rumano.