Desde que el Liceu, inmerso en su penúltima gran crisis, no fue puntual con los pagos del tenor peruano en su última ópera representada en él, la relación de Cataluña con el artista parece gafada.
El recital del reencuentro de Juan Diego Flórez con el Gran Teatro fue primero cambiando de fecha por el confinamiento y luego partido en dos días por las siempre arbitrarias restricciones del Procicat. Para evitar que la mitad de los afortunados con entrada quedasen en la calle, el artista ofreció generosamente doblar el evento.
Temporal en Cap Roig
En su estreno en el Festival de Cap Roig tampoco la suerte estuvo de nuestro lado y, aunque gozamos de todo el programa, el viento y la lluvia hicieron imposible escuchar unos bises que parecían prometedores.
Hace tiempo que Juan Diego Flórez no se prodiga mucho fuera de la ciudad en la que reside, Viena. Su última ópera representada fuera del mítico teatro vienés fue en setiembre del 19 en Londres y, la anterior, en diciembre de 2018 en Nueva York. El resto de su agenda la completan no muchos conciertos y recitales, regalando solo los oídos en una representación completa de ópera en la capital austriaca.
Heredero de Pavarotti
Porque se prodiga poco y por el formato que permite una cierta complicidad entre público y artista, el recital de Cap Roig prometía mucho, sensación que se acrecentó al escucharle sus pruebas de sonido tres horas antes del inicio de la representación. Organización y disposición eran perfectas, pero los elementos se conjuraron para molestar. Primero un vendaval entraba por una unión mal cerrada del fondo del escenario, provocando comentarios jocosos del tenor, y luego una tormenta de verano mal recibida por parte de un público que estaba más preocupado de no mojarse que de escuchar al heredero de Pavarotti.
Pero ni el viento ni la lluvia pudieron con un Juan Diego Flórez que partió el recital en bloques temáticos que recogían ópera italiana, francesa, canción napolitana y finalmente canciones latinoamericanas. Escuchar a Juan Diego Flórez Una furtiva lágrima, Tombe degli avi miei..., O sole mío, La donna è mobile, Pourquoi me réveiller y Amapola, perfectamente acompañado por su actual “pareja” en todas las actuaciones, el pianista Vincenzo Scalera, bien merecieron soportar un poco de lluvia.
El 12 de septiembre, en Madrid
Lástima que los bises latinos, acompañados por él mismo por una guitarra, se quedasen solo en un magistral cucurrucucú paloma. Probablemente él hubiese continuado un poco más, pero la organización, lógicamente, no quiso arriesgar, máxime cuando una parte del público estaba en desbandada. Para quien se haya quedado con ganas, el 12 de setiembre dará un recital en el Real de Madrid.
Para verle en una ópera en el Liceu… no sabemos lo que habrá que esperar, de momento solo en Viena.