El Museu Picasso de Barcelona reúne medio centenar de joyas creadas por Pablo Picasso en la exposición Picasso i les joies d’artista. Brazaletes, anillos, colgantes y pendientes toman el protagonismo en esta exhibición, acompañados de fotografías, dibujos y grabados de personas que las lucen.
La exposición, que estará abierta al público a partir de este viernes y podrá visitarse hasta el 26 de septiembre, pone en valor artístico una creación del artista destinada a un ámbito más familiar e íntimo. Estas son una “síntesis de su obra” en la que retoma las temáticas que le interesan, según ha expresado Manon Lecaplain, comisaria de la muestra, en rueda de prensa.
Cargadas de historia personal
El pintor malagueño se inició en el diseño de joyas en 1936, cuando conoció a la artista Dona Maar. Durante el verano que pasaron juntos en las playas del sur de Francia, éste recogió huesos, guijarros, vidrios de mar y fragmentos cerámicos que posteriormente decoró con un cuchillo o a pinceladas. Así, consiguió crear objetos que describió como “una auténtica pasión”.
De este modo, estas joyas son “pequeñas esculturas cargadas de una historia personal, la de la relación entre Picasso y las personas a quienes van destinadas”, ha explicado Lecaplain. Con ellas, el visitante podrá sumergirse en la vida más personal del pintor, pues “son como un termómetro de sus relaciones y un catalizador de sus emociones”, ha añadido.
Joyas únicas
Todas estas piezas las regalaba posteriomente a las mujeres de su entorno, como la propia Maar, Nusch Éluard o Françoise Gilot. Con esta última, Picasso redescubrió en 1947 la cerámica en Vallauris (Francia), donde vieron la luz nuevas joyas como algunas de las que se exhiben en la muestra: rostros de hombres con barba, faunos y estatuillas femeninas.
Un par de años más tarde, hacia 1950, usó esos mismos moldes para crear joyas únicas para sus seres queridos. Estas estaban estampadas a mano por él y muchas de ellas fueron fundidas en oro o plata. En estos dos materiales también realizó ese mismo año una decena de piezas con la ayuda de su dentista, Roger Chatagner. Estas se hicieron con la técnica de moldeo a la cera perdida, las únicas creadas con materiales preciosos.