Carme Portaceli está en un proceso de abrir y cerrar etapas. Todo por la pandemia. El año pasado tenía que concluir su periplo al frente del Teatro Español con La casa de los espíritus, pero la pandemia lo impidió. Un inconveniente que ha podido solventar.

Desde el 25 de abril y hasta el 16 de mayo, la catalana dirige esta adaptación de la obra cumbre de Isabel Allende que firma junto a una de sus colaboradoras habituales, Anna Maria Ricart. A ellas les acompañan, entre otros, Carme Conesa y Francesc Garrido como actores protagonistas.

Entre Allende y el TNC

La directora siente una gran pasión por la novela y por este montaje que hacía tiempo le rondaba por la cabeza. Por fin y pese a las vicisitudes ha podido estrenar. No en las fechas previstas, tampoco en el Grec, pero las circunstancias pandémicas tienen estas cosas.

Mientras, Portaceli prepara la nueva temporada del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) con mucha ilusión. Es la primera mujer al frente de esta institución, como también lo fue del Español. Sabe que se la va a mirar con lupa, pero tiene muy claro su proyecto: la internacionalización del teatro catalán.

 

 

Carme Portaceli, durante la entrevista con 'Crónica Global'

--Pregunta: ¿Cuándo surgió el proyecto?

--Respuesta: Yo hace mucho tiempo que quería hacerlo, pero siempre tienes que esperar cuando es un espectáculo tan grande, con tantos actores. Me suele pasar cuando tengo proyectos de este tipo; cuatro o cinco, no tengo muchos. Ya en Jane Eyre hice un homenaje a La casa de los espíritus, porque ya lo tenía pensado. Y hablando con Francesc Cassadessús, que durante un tiempo quería dedicar festivales a continentes, planteó un Grec dedicado a Latinoamérica y me preguntó qué podía hacer y se lo comenté. Y me dijo que lo quería. Yo lo programé para el cierre de temporada en el Teatro Español, que lo dirigía por aquel entonces, pero se canceló por el Covid.

--¿Cómo ha sido el trabajo de adaptación de la obra?

--Ha sido un trabajo arduo y de mucha profundidad. De elegir y subrayar aquello que pensamos que nos ayuda a explicar lo que creemos que explica Isabel Allende y poner los personajes que nos ayudan a hacerlo. Por otra parte, lo más complicado es mostrar el paso del tiempo sin tener mucho tiempo, pero creo que ha salido. Creo que es una adaptación estupenda y una gran obra de teatro. Es una historia fantástica que habla de muchísimas cosas que son muy importantes para nosotros, sobre todo en un momento como hoy, donde la polarización hace bajar tanto el nivel. Hablar de reconciliación, de amor y de tolerancia es extraordinario porque además hace mucho más feliz que lo otro.

--¿Qué diferencias puede encontrar el lector del libro con la obra?

--Espero que no muchas, porque creo que hemos sido absolutamente fieles al espíritu de Isabel Allende cuando escribió esta novela. Fieles, por tanto, a su manera de concebir el mundo y la vida. Eso es lo más importante. Cómo esa gente, Trueba-Del Valle, se mueve de una forma tan poco pequeño-burguesa. Y también la transmisión de valores, que es el compromiso que tiene que tener el arte, como el teatro, con la sociedad.

--Asevera que lo que más le atrae de la obra son los mensajes de tolerancia y amor, pero sin dejar el compromiso político de lado.

--Evidentemente, eso no se puede dejar de lado. La pregunta no es cuándo el arte se unió con la política, sino cuándo se desunió. Todo es política en cuanto es una actitud social que afecta a los demás. Todo lo que haces y colocas en el escenario es ideológico.

Carme Portaceli y el reparto de 'La casa de los espíritus' / JESÚS UGALDE (Teatro Español)

--Uno de sus actores señalaba que, pese a que la novela transcurre durante y tras el golpe militar de Chile, visto ahora resuenan ciertas cosas con la actualidad. ¿Cobra realmente otro sentido?

--La intolerancia es igual en todos los sitios. El trumpismo ya ves lo que es. El problema político más grave es el tono de quien manda, y eso influye en las personas de a pie. No es lo mismo tener a una persona arriba que dice animaladas y otra que tiene un respeto por el concepto de Estado y las cosas que se pueden decir y que no. Tener un respeto por las instituciones es la clave; cuando no existe, el caos es tremendo.

--¿Es más fácil adaptar el realismo mágico de la obra al teatro, o ha costado, y de ahí las proyecciones?

--Las proyecciones del montaje no tienen nada que ver con el realismo mágico, tienen que ver con la parte documental, que no es algo que uno opine, sino que pasa. El realismo mágico es la incapacidad de entender la vida y que los sueños puedan existir en el momento en el que los piensas. Eso es el realismo mágico de Isabel Allende.

--¿Cómo la traslada al teatro? ¿Ha habido mucha discusión con Anna Maria Ricart a la hora de quitar o poner cosas?

--No mucha. Un par, tal vez, sobre cosas que ella decía que no hacían falta, y lo entiendo porque no son esenciales para la trama, pero sí para la subtrama que tiene que ver con el mundo patriarcal.

--El feminismo se hace muy presente en la novela, ¿y en la obra?

--Claro, porque son mujeres tolerantes. El feminismo es civilizatorio. Esa saga de mujeres cambia a Esteban Trueba, un hombre que es casi invariable, y no porque sea un imbécil, sino porque el valor del esfuerzo lo tiene tan arraigado que cambiar eso por la vía del amor y que le plantes las verdades es muy fuerte para él.

Carme Conesa, Francesc Garrido e Inma Cuevas en 'La casa de los espíritus' / JESÚS UGALDE (Teatro Español)

--¿Cómo ha sido el regreso al Español?

--Bien, he estado muy concentrada en la obra, que siempre me pasa, pero esta ha sido muy abductora.

--Fue la primera mujer que dirigió el Teatro Español y será la primera en ponerse al mando del TNC. ¿Qué supone?

--Lo mismo que si lo dirige un hombre. Solo hay una gran diferencia y es que, por educación, nosotras tenemos unos valores y maneras diferentes de ejercer el mando. Los hombres generalmente no se dejan decir mucho. Yo no tengo problemas de escuchar a los equipos, que son gente que llevan tiempo en la institución y te dicen qué funciona o no. Me interesa la opinión del equipo. Seguro que hay hombres que no son así, fijo, pero sistemáticamente es algo femenino, porque estamos acostumbradas a compartir. No tenemos un ego tan pronunciado, principalmente porque nunca nadie ha creído en nosotras y tenemos un ego más diluido.

--¿Es muy difícil llegar hasta aquí por el mero hecho de ser mujer?

--Sí. Creo que no se nos visibiliza de la misma manera, se nos mide más cortito. Si haces algo bien, bueno, si haces algo normal, te sacan la recortada y te asesinan a dos metros de distancia. Lo sé porque lo he vivido y lo sigo viviendo. Yo no espero que nadie me diga que fui la primera en poner vídeos o música en vivo. Pero también estás más fuerte en este sentido.

--¿Le ha costado más imponerse?

A mí me cuesta dar golpes. También es un problema femenino, porque no queremos quedar mal y es algo que tenemos que aprender. Entonces, como no puedo ser violenta porque me produce angustia, dejo que me pase, pero no cejo: al cabo de unos días voy y te lo digo. He aprendido a no callarme nada. Y eso ha sido un gran aprendizaje. Por otro lado, hay algo que yo también noto: a las mujeres se nos tiene menos respeto siempre. No eres como los hombres y yo lo noto. Te pueden decir cualquier cosa, nunca despiertas la admiración que despierta un señor. A ellos los defienden; tú te lo tienes que buscar sola. El mismo equipo con él y con ella no es lo mismo. Hay algo social y arraigado en las personas que funciona así y es algo que tenemos que saber porque es tan sutil que a veces no te das ni cuenta.

--¿Se es más impune?

--Sí. No sé, es educación, creo. Y luego está la madre. A la madre se le puede decir de todo, ¿no? Pues entonces a las mujeres también. Siempre despiertas más confianza y menos respeto.

 

 

Carme Portaceli atiende a 'Crónica Global'

--¿Cómo afronta el reto de la dirección del TNC?

--Me hace muchísima ilusión. Yo entraré como directora artística en septiembre porque ahora estamos el anterior director, Xavier Albertí, y yo. Yo programando las siguientes temporadas y él velando por la última suya. Lo cojo con mucha ilusión y un poquito de nervios, porque tengo un proyecto europeo muy bonito. Creo que puede ser muy interesante llevarlo adelante como ya estamos haciendo. Esta es una de mis grandes apuestas de este proyecto, salir a territorios de habla catalana, pero también a Europa y a Latinoamérica.

--¿Cree que ya la miran con lupa?

--Aún no lo sé, porque he llegado en un tiempo… Lo que sí me ha hecho ilusión es notar que la gente estaba muy contenta de que ganara el concurso, que fue muy duro. Yo felicité a la conselleria por ello, porque este ha sido incuestionable. Una vez lo superé, entró la pandemia. Yo entré en julio y tuve que hacer la temporada 2021-22 porque lo tenía que aprobar el Consell d’Administració cuando acababa de entrar. Además, quise heredar los espectáculos que se le habían caído a Albertí por el Covid porque es una función del teatro público estar al lado de las compañías en momentos así. La gente está contenta porque es un cambio y a la gente le enrolla. Por eso creo que hay que ser valiente. En un momento como este, además, una luz de esperanza es importante. Luego me mirarán con lupa porque a las mujeres siempre se nos exige más, pero bueno.

--¿Qué es eso nuevo que quiere dar al TNC? Ha hablado de una voluntad de internacionalización.

--Internacionalizar es de lo más importante. El TNC ha hecho cosas muy importantes y es un momento de consolidación y expansión. Esto es Europa, todo lo demás me da igual. Creo en Europa y en la Unión Europea. Es un continente donde se hablan miles de lenguas, se defienden los derechos humanos. Yo estoy unida, desde hace años, a un proyecto que se llama Between lands que ahora encabezará el TNC y donde están Oporto, Módena, Ferrara, la Comédie de Reims.

--Será más colaborativo, entiendo, no solo producciones 100% catalanas.

--Es que eso ya no se puede. Yo a veces se lo digo a los míos: yo entiendo que defendáis mucho Cataluña y todo eso, yo también, pero hoy no podemos producir. Tenemos que hermanarnos porque no tenemos ni vamos a tener más dinero para producir. Hay que hacerlo. Y si es trilingüe, pues lo es.

--Entonces, en el asunto de la lengua, ¿no habrá tanta obra en catalán?

--A ver, el TNC tiene que promover la lengua catalana y el patrimonio cultural catalán, eso es una clave importantísima. Pero debe compartir todo eso con otros teatros con los que estamos trabajando. Eso quiere decir que iremos en catalán a todos los sitios, yo tengo un convenio permanente con Santiago a mil (Chile) y vamos a ir en catalán, subtitulado, como se hace con todo. La lengua no puede ser algo que nos frene, sino una cosa más. Cada uno tiene la suya y ya.

--¿Pero no cree que eso puede ser una de las causas por las que se ha perdido este diálogo entre Cataluña y el resto de España a la hora de llevar obras por todo el territorio?

--Se ha perdido porque la política nos ha hecho un daño espantoso para eso. Antes el Lliure iba al Festival de Otoño de Madrid en catalán. Estamos en unos niveles de un nacionalismo de pacotilla absurdo que solo hace que enfrentar a la gente y no sirve para nada. Tenemos que estar juntos, no hay otra. La gente necesita estar junta, ¡los teatros están llenos! Por eso hablamos de la UE y de obra nueva y residencias de dramaturgos y dramaturgias cruzadas. Ya está planeado.

Carme Portaceli, en el patio de butacas de la Sala Gran del TNC / EP

--¿Cómo le afectó la pandemia a nivel profesional, además de en el estreno de La casa de los espíritus y la entrada en el TNC?

--Se me suspendió una zarzuela, no he estrenado Madame Bovary en Bruselas, que la dejé preparada y se estrena ahora en junio. Se me retrasó una cosa que tengo en Reims (Francia) en julio. Ha afectado muchísimo.

--¿Cuál es su opinión sobre la gestión de la pandemia a nivel cultural?

--¿En España? No ha estado mal, ¿no?. "La cultura es segura" es el eslogan con el que hoy Bélgica abre el teatro. Se ha gestionado bien. Podrían haber hecho un estado de alarma sin preguntar nada y han dado explicaciones cada 15 días, con una oposición que ha estado siempre a favor de nada. El problema que tiene es que piensa que este Gobierno es ilegal. Yo he agradecido que el presidente del Gobierno saliera cada semana a explicar las cosas. Y a Illa. Me he enamorado de este señor ya de por vida, porque encuentro que es un hombre tolerante, con un tono que me ha gustado mucho, me ha reconfortado. Todo en un momento muy difícil en el que se ha tenido que cerrar todo. Además, me ha gustado que entre la economía y la salud se haya elegido la salud en un mundo tan capitalista y tan bestia como este.

--Mencionó antes el papel del teatro público. ¿Cuál opina que ha de ser su función?

--Debe ser transmisor de valores y abrir las puertas a todo tipo de público y de artistas. La diversidad es la característica más importante de la sociedad actual. No puedes ser tangencial. La sala principal es la que da de comer al resto de cosas que se hacen por el aforo que tiene. En este sentido es elemental tener en cuenta que hay que programar pensando que esas salas han de estar llenas sin renunciar a lo que tú quieres contar y cómo quieres hacerlo. Para ello es importante abrir las puertas a otros artistas y así se abre también a otros públicos. Esta casa tiene que ser de todos los artistas de allí y de todos sitios.

--¿O sea que habrá caras nuevas en el TNC?

--¡Es que has de abrir las puertas! Pero hemos de tener en cuenta que tampoco somos tantos, ¿eh? Y algunos repetirán, tampoco podemos inventarnos a la gente.

--¿Habrá más danza?

--Sí, también. Pero al estar el Mercat de les Flors, que ha hecho un trabajo tan importante, el TNC se queda más corto, pero sí, habrá. Habrá porque me interesa muchísimo. Seguramente, hoy aprendo más de la danza que del teatro.