Antonio Canales es un reputado bailaor de flamenco reconocido en buena parte del mundo. Ahora, a sus 58 años de edad y con toda una compañía propia a sus espaldas en la que él casi siempre está entre bambalinas, ha decidido emprender una nueva aventura y lanzarse a la actuación.
Como él mismo reconoce, ya ha participado en cine en más de una ocasión y ha sido dirigido por grandes nombres del teatro, pero ahora quiere actuar con la palabra y no con los pies. Por el momento, en este 2020 tan complicado, arranca con Post! una comedia musical creada y protagonizada por Edu Soto, en la que el bailarín tiene un papel estrella. Así lo cuenta él.
--Vuelve al teatro y lo hace actuando en vez de bailando, ¿cómo lo vive?
--Es un mundo nuevo, diferente. Edu Soto escribió la obra, hizo el guion, pensó en el personaje de Don Antonio que podía ser posible que fuera yo. Llevo unos meses estudiando, preocupándome, con las ventanas de mis ojos de par en par y con los oídos muy bien abiertos. Porque con un director como [Alberto Castrillo] Ferrer y todo un equipo que tengo… son grandes actores. Es como un máster diario. Intentar bailar no con el cuerpo, sino con la palabra. Intentar buscar los gags y los tempos y los picados que tienen los actores. La verdad que es un sueño, me echan chispas los ojos.
--Su papel es el del malo de la obra, ¿cómo lo abordó?
--Es un malo pero un poco embustero, porque en el fondo tiene un corazón de oro. Él lo que no quiere es que llegue la policía municipal y nos multe y nos eche a todos, en el fondo. Al margen de su interés propio, porque él quiere una gran obra. Entonces, es cómplice de todo lo que está pasando. No lo puedo desvelar todo, pero es un cómplice más.
--¿Ha sido un reto difícil?
--Había veces que lo ablandaba o me ponía demasiado tierno y me decía Ferrer: “No, no, no, de eso nada. Tú eres duro, eres la horma del tacón para todos, el que duele, el que hace de malo. Es un malo, pero gracioso. Sólo saco esa nobleza, esa sensibilidad, en dos o tres ocasiones para que el público vea también la otra cara.
--Además a usted se le conoce un gran sentido del humor.
--A veces que cuando estamos ensayando, con las miradas… Con Nacho [Vera], que es un clown, un musicazo y un actorazo increíble, nos encontramos a veces en el escenario y me dice: “Don Antonio”. A mí me da la risa, no puedo mantener la seriedad con tanto arte delante de mí. Ha habido momentos en los que hemos explotado de risa y hemos tenido que parar, porque Don Antonio no se puede reír así, por supuesto. Pero ese es el tic que al público le va a encantar.
--Porque, ¿de qué va la obra?
--Es un canto al amor, es un pretexto para crear, para tener ilusión, para que la gente venga al teatro… Para creer en el amor que es tan difícil en estos momentos…
--Es casi un regreso lo de volver a pisar tablas, ¿no?
--Bueno, yo no las he pisado tanto, pero sí mi compañía. Ha estado en la Bienal de Flamenco en septiembre con Torero. Yo lo que hago más ahora es dirigir. Los roles ya los hacen mis primeros bailarines. Pisarla como tal, la he pisado en poquitas ocasiones para hacer pequeños papeles interpretativos de baile, pero ya tengo 58 años. Aunque soy un joven veterano, ya tengo una vida más tranquila, más dirigida a la coreografía, a la docencia, a la dirección.
--Pero, de repente, ¿llegó este papel y dijo sí?
--Este papel me venía como un nuevo comienzo en mi carrera hacia otro mundo. Hacia el mundo del teatro, ese mundo actoral que es muy difícil; en el que hay que entregarse mucho y estudiar mucho.
--¿Y se plantea tomar clases de interpretación?
--A mí ya me habían dirigido grandes actores de teatro: Miguel Narro, Lluís Pasqual, Hansel Cereza… Lo hicieron desde distintos ángulos, aunque sí es verdad que la vía o el destino era el baile. Pero a mí siempre me ha gustado actuar. Esto es diferente. El mundo de los actores, el reparto, otra técnica, otros silencios, otras aspiraciones… Es otro mundo. El mundo de la danza es el mundo de la danza y el del teatro, es el del teatro.
--Pero alguna vez se juntan...
--Pueden estar unidos. De hecho, lo están. El actor tiene una forma grácil de moverse. En la obra Post!, por ejemplo, ellos bailan. Pero hay que diferenciar bien cuando te vas a dedicar al teatro o al cine.
--Que también ha hecho...
--He hecho mucho. Pero el cine también es otra cosa, es muy diferente. Es mucho más quietito, se habla de forma normal… En el teatro no, en el teatro hay que modular, es como si tuvieras un micrófono en el estómago. Hay que modular la voz hasta para decir un secreto. El actor tiene que sacar desde dentro, tienes que tener talento y tienes que estudiar y preocuparte.
--Y en esta obra baila, también, ¿no es así?
--Bailo. Es una sorpresa. Pero bailo no como el Canales sino como Don Antonio, que es el director de teatro que es un andaluz de Jaén, que en sus tiempos mozos fue bailaor. Y tenemos guardada esta sorpresa.
--¿Cuáles son sus proyectos de futuro?
--Además de con esto, estamos con Yerma, que ya debutamos y hago el papel de Víctor. Y para el año próximo tenemos Roma, giras que no se han podido hacer por el confinamiento y los toques de queda, como Barcelona. Pero yo espero que con Post! estemos seis meses o todo el año que viene por todos lados. Yo espero estar aquí hasta mayo y la sacaremos de gira para que la vea todo el mundo.
--¿Va a volver a Barcelona?
--El 5 de febrero regresamos a Barcelona.