Viñedos de Daroca de garnacha y macabeo, para el vino Marqués de Daroca/ TAULA DE VI SANT BENET

Viñedos de Daroca de garnacha y macabeo, para el vino Marqués de Daroca/ TAULA DE VI SANT BENET

Creación

El secreto de Daroca: macabeo y garnacha en la frontera de la mediterraneidad

La cooperativa del Campo de Santo Tomás de Aquino de Daroca sorprende al visitante, que comprueba la fabricación de un vino único de viñas viejas

1 noviembre, 2020 00:00

Llegamos a Daroca por invitación de Juan Manuel Gonzalvo, enólogo y “experto en vinos” y afanado cicerone del conjunto de las tierras de Aragón. Puede hablar con propiedad de las peculiaridades de la provincia de Zaragoza, donde se concentra la mayor parte del peso vinícola de la comunidad, con Calatayud, Cariñena y Campo de Borja , pero participa en el desarrollo de la asociación de los “Vignerons de Huesca” y tiene raíces en Alloza, entre Alcañiz y Teruel, donde el viñedo es ya sólo una reliquia de la historia que sueña con mantener, aunque sirva únicamente como memoria familiar. Juan Manuel es el director técnico de la Cooperativa del Campo de Santo Tomás de Aquino de Daroca. 

Llegar a Daroca nos obliga a reflexionar sobre tres aspectos importantes: la monumentalidad de esa ciudad, que lo fue porque Pedro IV le dio el título en el s. XIII, y la consiguiente pregunta por el origen del asentamiento; la importancia del edificio de la cooperativa, modesto, modestísimo en sus inmediaciones y colosal en el tamaño y la modernidad funcional de su interio; y el camino de acceso, puesto que nosotros nos acercamos “horizontalmente”. Eso es ya en sí mismo una línea de interpretación de ese lugar.

Un miembro de la bodega de Daroca / TAULA DE VI SANT BENET

Un miembro de la bodega de Daroca / TAULA DE VI SANT BENET

Sólo apuntar a la historia de Daroca, que tiene y contiene “historias” muy suculentas y novelables, porque su monumentalidad obliga, pero porque a su vez es un indicador de la importancia del emplazamiento. Y los emplazamientos son importantes por cumplir con las bondades geográficas de la comunicación y la habitabilidad. Daroca fue, desde siempre, sitio de paso y de frontera, y todos los protagonistas de la historia hicieron allí escala en sus viajes, y sus gentes se forjaron fama de resistentes ante las múltiples avalanchas y envites que les atenazaron; entre cristianos y musulmanes primero, y entre aragoneses y castellanos después, por ejemplo (luego hubo guerras napoleónicas y luego carlistas...). Los reyes aragoneses, con Ramon Berenguer en cabeza, adjudicaron fueros de repoblación y Daroca fue siempre y amurallada, plaza de ciudadanos libres del yugo del feudalismo, abriéndose al comercio y la cultura.

Como nuestro anfitrión nos esperaba en la cooperativa, y tras el impacto visual de los cuatro kilómetros de muralla que ciñe la ciudad en un conjunto monumental y habiéndola atravesado por el eje que dibujan las dos puertas, buscamos el polígono sur, en el que destacan el edificio de la cooperativa y el de la industria de pastas alimenticias emblema de la región (el cereal y las condiciones climatológicas siempre fueron adecuadas para ese tipo de agroindustria). Pero de la cooperativa hablaremos más adelante y antes nos referiremos al acceso.

 

 

Viñas de la Bodega Daroca en Báguena / DÁROCA BODEGA

Nos acercamos a Daroca “horizontalmente”. Procedentes de Alcañiz, avanzamos por la carretera N-232 en dirección a Zaragoza, hasta que a la altura  de la Puebla de Híjar nos desviamos al oeste, en dirección a Belchite, Fuendetodos y Cariñena. El altiplano ascendente es enorme. Los parques eólicos y fotovoltaicos son la seña moderna de esas amplitudes sin fin que atravesamos como trámite (otro día nos pararemos a llorar las ruinas de las bombas de 1938 y la casa de Goya). Cariñena es la imagen del valle, de una viticultura histórica e industrializada y moderna, y como reseñara recientemente Antón Castro en la novela y el poemario homónimos, un mar de viñedo que ofrece imágenes de enorme intensidad cromática pero a su vez induce a pensar en ubicación: el valle, a 500 msnm, es el corredor central de Aragón. Por allí se deslizaron todos los proyectos de comunicación que cuajaron, y ahí encontramos actualmente una enorme y fantástica autovía Mudéjar (A-23) que tiene origen y destino en Sagunto y Sonport según se mire pero que vertebra la comunidad de Aragón de norte a sur.

Aragón es una cruz, entre el eje del Ebro y su contrapunto vertical. El Ebro lo atraviesa y lo comunica con el exterior y es el camino natural de peregrinación y como tantos otros ejes fluviales del mundo, crisol de culturas y tránsitos. Y la vertical es la comunicación de Aragón interiormente y vertebradora. Sale al mar Mediterráneo y al Cantábrico, y es importante y siempre fue anelo comercial, pero comunica Teruel y el norte con Zaragoza; porque en el fondo, los valles de los afluentes del Ebro dibujan esa verticalidad que el trazo de las comunicaciones históricas ha marcado, y ha señalado asentamientos y culturas. Las cuencas mineras son un factor que marcó asentaminetos relativamente modernos, pero los usos agrícolas del territorio se pierden en la noche de los tiempos y su aproximación es geográfica.

Edificio de la Cooperativa Comarcal del Campo Santo Tomas de Aquino   TAULA DE VI SANT BENET

Edificio de la Cooperativa Comarcal del Campo Santo Tomas de Aquino TAULA DE VI SANT BENET

La línea ferroviaria

Desde Cariñena, y tras un tramo de media hora por la A-23, avanzamos hasta el cruce de caminos en el que el río Jiloca toma su último tramo: cerca de Calamocha nos desviamos hacia el valle de este afluente del Jalón que nace en Cella, en Teruel, en las inmediaciones de la sierra de Albarracín, a 1023 metros. Daroca está en un punto clave del valle del Jiloca. Rodeada de cerros, históricamente fue frontera y cruce de caminos. Sorprende de repente, monumental y alejada de esa autovía Mudéjar que actualmente vetebra el territorio, y representa uno de esos caprichos que la historia nos regala sobre el mapa.

En el diseño de la modernidad que significó el ferrocarril, discutido durante el final del XIX y lentamente ejecutado a principios del XX, Daroca y el Jiloca buscaron la influencia burocrática para subirse al tren del progreso, actualizando ese camino natural del valle fluvial; y esas comarcas tuvieron línea funcionando hasta principios de los 80 del pasado siglo. Pero como la automovilística, la línea ferroviaria que se mantuvo en la verticalidad aragonesa, en el punto de 'Caminreal' se decide por el paso hacia Cariñena y Zaragoza. Desde hace 40 años, el último tramo del valle del Jiloca es un hilo del pasado, y actualmente se ofrecen tramos habilitados como vía verde para paseos y excursiones de senderistas y ciclo-turistas. La historia y la geografía juegan un papel importante que de pronto se certifica en los despachos de la Administración, para progresos y abandonos de las generaciones del futuro.

Interior de la bodega de Daroca / TAULA DE VI SANT BENET

Interior de la bodega de Daroca / TAULA DE VI SANT BENET

Y pedimos perdón por una introducción tan extensa, pero Daroca nos atrajo hasta tal punto que motivó nuetras ansias de fisgonear y conocer holísticamente.

Juan Manuel sabe que el viñedo nos emociona, especialmente cuando tiene carácter y arraigo territorial. Desde la misma cooperativa tomamos una calle que enseguida nos empujo hacia el monte. En un par de kilómetros, la carretera que avanza por uno de los barrancos que caen sobre Daroca sube de los 780 a los 950 metros. El camino está dominado por laderas de geologías antiguas y dóciles con rastros de viñedo más o menos productivos, menos o más abandonados. Juan Manuel nos señala parajes (verticales) que hoy están en desuso y en los que se advierten rebrotes de vid, cual testigos de una viticultura que fuere omnipresente. Las Garnachas, tintas, y los Macabeos, blancos, son las castas que dominan entre las parcelas que, esporádicas y puntuales, tiñen el monte de parches de color. Son viñas viejas, de plantas pequeñas, arraigadas y agazapadas al suelo, valientes pero conscientes de la fuerza del Cierzo. Los suelos son pizarrozos, piedra pura, y oscura. A vueltas marrón y tendiente a la degradación, a vueltas negra y granítica. El Macabeo y la Garnacha dan cuenta de esta frontera de la mediterraniedad, como todo el valle del Ebro, que en estas altitudes llega a su límite y se pierde, hasta que climas más continentales, occidentales y atlánticos darán castas y perfiles vegetales y organolépticos más fríos.

Las condiciones de esos montes del Jiloca son, en el mapa vitivinícola global, excepcionales: excelentes para maduraciones lentas de las variedades mediterráneas, salubridad para viticulturas ecorespetuosas, y con una base de viñedo histórico muy envidiable.

Nos encantó. Esas cotas y esas viñas. Un lugar en el mundo, como reza una peli hispano-argentina de los 90... Y ahí lo dejamos, con una huella paisajística en el corazón. Para bajar, descender, de vuelta a Daroca y entrar en el vino.

Interior de la bodega del vino Daroca / TAULA DE VI SANT BENET

Interior de la bodega del vino Daroca / TAULA DE VI SANT BENET

La cooperativa es un edificio racionalista y enorme, sin gastos ornamentales y de una modestia que empuja al trabajo y al rendimiento. Tras una pequeña oficina y un laboratorio está la pequeña sala de envasado, y luego un inmenso y casi infinito horizonte de calles que albergan un continuo de depósitos de fermentación, perfectamente alineados y distribuidos. Impresiona el tamaño, la distribución y la ingeniería de unas instalaciones construidas alrededor del año 1960. La ubicación, a orillas del río, obligó a la construcción de la bodega en aéreo puesto que el nivel freático desaconsejaba la excavación subterránea. Quizá menos enigmática y transparente, esa distribución aérea confirió a la bodega una modernidad en higiene y funcionalidad que sige dándole vigencia.

Estamos ante un racionalismo y una organización del espacio atestiguado por el tamaño de unas instalaciones que fueron pensadas en el marco de una planificación histórica.

Plan de Estabilización

Paseando por la calle Mayor de Daroca tropezamos con el busto en bronce de Mariano Navarro Rubio, y quizá porque los tiempos son acelerados o por la necesidad de alejarse de algunos pasados, el caso es que la memoria de este señor que Daroca reivindica en su eje urbano principal está perdida en un pasado remoto que quizá debiera estudiarse con mayor entusiasmo. La ventaja actual es que el tropiezo con el monolito puede contrastarse inmediatamente en las redes, y resulta que Navarro Rubio, nacido en 1913 en la vecina Burbáguena y crecido y estudiado en Daroca (de donde se reconoció originario), fue entre muchas cosas impulsor del Plan de Estabilización de 1958 y del Plan de Desarrollo de 1959, junto a López-Rodó y Ullastres. Desde el Consejo de Ministros donde ocupaba la cartera de Hacienda desde 1957, con una amplia formación entre la que cabe destacar para el caso la de derecho agrario, impulsó una reforma que fue determinante para el desarrollo de las cooperativas vinícolas que en aquel momento florecieron por toda la geografía española y entre las que la de Daroca significa un compromiso con y para el desaroollo del campo.

Botellas del vino tinto Marqués de Daroca / TAULA DE VI SANT BENET

Botellas del vino tinto Marqués de Daroca / TAULA DE VI SANT BENET

Hoy, que el reto demográfico tiene incluso un Comisionado específico, y que la justicia pero el desarollo sostenible obliga a planificar (de nuevo), cabe un recuerdo para gentes como Navarro Rubio, que desconocíamos hasta nuestra visita reciente, que en aras de ese reto territorial que hay que actualizar permanentemente, hace 60 años tuvo una respuesta política y administrativa a través del desarrollo de las cooperativas. El campo tenía tradición y población, y si bien el desarrollismo industrial impulsó el crecimiento de las periferias urbanas y el traumático éxodo rural, edificios como el de la Cooperativa del Campo de Santo Tomás de Aquino de Daroca atestiguan un plan para la vinificación de esos montes otrora muy productivos.

Y después de toda esta excursión, que nos empuja a las esencias ¿Cual es la impresión que invade a quien se acerca a un sorbo de Marqués de Daroca viñas viejas? ¿flor? De violetas ¿fruta? De frambuesas. Aunque en el fondo preferimos que sea el errante explorador quien bucee y descubra sus propios mensajes: el embalaje contiene topografías frágiles que requieren de afectos.

Los vinos del valle del Jiloca están, aún, en un limbo inquietante: merecen el mayor de los reconocimientos por su potencial, que permanece y puede permanecer por un tiempo limitado. Porque los viticultores aman su arraigo y se resisten a un abandono que pudiera parecer ineludible. El tren de la historia fue por otras vías y quizá la falta de una calificación de origen específico (desde 2005 rige la IGP Ribera del Jiloca de los Vinos de la Tierra de Aragón) dificultó la continuidad de una viticultura que estaba tradicionalmente destinada a abastecer a otras regiones (Rioja, Cataluña...) con la comercialización a granel. El mundo espera todavía ansioso, el descubrimiento de tesoros vinícolas como Daroca.

P.D. María Ángeles, en la fonda-hostería se ruboriza ante la pomposidad del nombre del vino:

-Daroca es pueblo de ciudadanos libres, sin condes ni marqueses. El único marqués, añade, es Mingote, el dibujante, al que el Emérito le dio título en 2011.

Probablemente fueron inercias comerciales de otros tiempos las que empujaron a imitar esas etiquetas que efectivamente habría que actualizar.

Vino: Maqués de Daroca, Garnacha Viñas Viejas

Bodega Sto. Tomás de Aquino

Precio (en tienda): 5-6 €

TAULA de VI de Sant Benet sonOriol Pérez de Tudela y Marc Lecha