Estas líneas se escriben entre la calma de la atemporalidad y la autenticidad de la crónica. Aunque sin la atadaura periodística a la noticia. Sí damos cuenta de una cata real y en directo. Y en estos momentos de confinamiento, todos encerrados y a distancia unos de otros, nos hemos confabulado para armar un viaje hasta un enclave de frontera, entre la costa y el interior. Un espóiler para empezar: Los Escribanos contiene una confitura al punto, con elegancia, ternura, flor, complejidad y persistencia. Es una pista inicial que nos aleja del maridaje tópico de la paella. ¡Pero vamos a ello!

El vino Los Escribanos

Hay paisajes que sintetizan y sugieren imaginarios. Son quintaesencias. La comarca natural de la Terra dels Alforins lo es --más allá de lo administrativo, pues esta unidad percibida se extiende por las comarcas valencianas de Costera y la Vall d’Albaida. Terres dels Alforins es la quintaesencia mediterránea. Lejos de un paisaje marino, es el mediterráneo de interior: cultivos, amabilidad, orden... Desde el valle, la masa forestal dibuja el horizonte a los cultivos, dominando el viñedo, aunque alternando con almendros, olivos y el detalle ornamental y plácido del ciprés. Esta imagen (primaveral) ha llevado a la literatura turística a la recurrente identificación con la Toscana, aunque estamos efectivamente en la Terra dels Alforins. 

Pero hablábamos de frontera. La divisoria entre Valencia y Castilla, es marca de las reconquistas, y así nos lo indica el mapa: el límite administrativo de la antigua Corona de Aragón cae justo ahí, en este extremo suroccidental, con Alicante al sur y con las tierras de la albaceteña Almansa al oeste. Almansa, municipio colindante con La Font de la Figuera y enclave de aquella famosa batalla de 1707 que daría origen a la contienda ('mundial') más importante de nuestras modernidades... Pero las fronteras son más bien administrativas, o mentales: puestos los pies en el suelo, la geografía es caprichosa, y lo que percibimos son bancales dulcemente degradados. Porque también es un lugar de paso.

 

 

Los Escribanos un vino de raíces históricas y expresión moderna / YOUTUBE

Lentitud y convencimiento

La antigua Via Augusta, sin ir más lejos, se aleja de la costa un poco más al norte y cruza las tierras dels Alforins remontando el valle del río Montesa, marcándonos un camino histórico de comunicación y señalando la importancia de este punto desde la perspectiva romana, donde la Vía unía allí el  hilo que seguía hacia Cádiz con el que se abría para acceder al estratégico puerto de Cartagena.

Con las indicaciones de Juan Vicente Alcañiz, el enólogo de Miedes, en Calatayud, pusimos rumbo a Valencia, por el camino más corto desde el centro de Aragón hasta este confín valenciano. La del interior es una experiencia distinta, escarpada, menos convencional, con sus esquinas y recovecos, históricas y físicos, sedimentadores de cultura y donde los trabajos y los días consolidaron conocimientos y costumbres que precisamente se pierden en el camino principal. Es una declaración de principios: acercarse por el interior implica lentitud y convencimiento, mientras que las “escapadas” desde la costa son incursiones con un compromiso menor. Quizá.

Y así fue, que con el confinamiento nos vimos obligados a organizar el viaje desde lo virtual, buscando y enriqueciendo una primera conversación que mantuvimos telefónicamente con Jorge Caus, el responsable técnico de la bodega La Viña de la Cooperativa de La Font de la Figuera. Desconocíamos el proyecto que representa y nos impresionó en todos los sentidos, empezando por los números (14 millones de botellas), 1.500 socios de los cuales 300 en activo como proveedores de uva y creciendo el grupo de los menores de 30 años; los datos sobre exportación y la capacidad para empatizar y penetrar en tantos mercados (más de 40 países); las noticias sobre reconocimientos institucionales y comerciales... Pero sobremanera nos impactó el convencimiento de Jorge y la ilusión con la que transmite el arraigo y el compromiso con un modelo que aúna cantidad y calidad, y la tipicidad que le lleva a la excelencia.

Agricultura tradicional y ecológica

Todas las noticias que llegan de la Terra dels Alforins son positivas. La agrupación de bodegas que buscan amparo en esta apelación o sub-zona valenciana es relativamente reciente (2009) y tiene legitimidad y sentido: la tradición vitivinícola del valle es ancestral y diferenciada, tiene mucha unidad climática y conserva las variedades autóctonas que son el reflejo de este interior alto y tan cercano a las costas de Denia. La altura y el monte son ventajosos para la vid, le aportan maduraciones relajadas y ofrecen mostos con frescura.

El mediterráneo es cálido en la boca y esa inversión térmica del monte interior significa contraste y madurez en equilibrio. La asociación representa el renacimiento de una zona de vinos tintos de calidad que históricamente se exportaron y que dieron lugar a una urbanización de la montaña, repleta de bodegas y haciendas modernistas de gran importancia. Es una huella arquitectónica impresionante y atractiva que evoca pasados generosos. Y su actual recuperación viene de la mano de un interés global por la autenticidad que esta tierra conservó. Según explica Miquel Francés Domenech, de la Universitat de València (UV), el actual nombre de Terres dels Alforins obedece a la iniciativa de la Societat de Viticultors i Productors de Terres dels Alforins, que «ha querido recuperar este legado histórico para convertirlo en un paisaje cultural, donde la agricultura tradicional y ecológica, es el eje principal para rehabilitar costumbres y usanzas sin desperdicio de la transferencia de conocimiento de las  tecnologías contemporáneas».  

 

 

Terres dels Alforins / YOUTUBE

La cooperativa de La Font de la Figuera forma parte de esta historia de éxito y desde su nacimiento en la incipiente posguerra de 1945 (70 anivesraio) significó la continuidad de una tradición que nos ha llegado llena de vigor. De las 4.000 hectáreas de Terra dels Alforins, 2.400 pertenecen a esta bodega que ha protagonizado un impactante proceso de modernización, hasta el punto de presentarse abiertamente como cooperativa, porque cree que el modelo organizativo es en el fondo parte del éxito. “Cuando los vinos hablan y son respetados en los mercados sabemos que estamos acertando” asegura Caus. Y el éxito asegura el asentamiento de la población, porque este es el efecto que resulta de un proyecto que conserva raíces y conecta con el mundo.

Viñedos de 60 años

¿Qué recibimos a través de Escribanos? Además de esa imagen cauta, seria, pero conectada con los códigos gráficos contemporáneos. ¿Nos llegaron esas notas de madurez que convierten la Monastrell en ese zumo crujiente y feliz? Seguro: hay concentración. Las (pocas) 7.000 botellas que salen anualmente de este vino de finca (su etiqueta indica que procede de una extensión de 10,71 hectáreas son selecciones de viñedos con medias de 60 años de antigüedad. Pero por la misma razón el sorbo será largo y provechoso. Aunque llegados a este punto, preferimos que sea el errante explorador quien bucee y descubra sus propios mensajes: el embalaje contiene topografías frágiles que requieren de afectos. Sólo añadir que esa frescura esquelética es singular e imprescindible, una lectura de la localización que nos habla de ese concepto del vino que lo convierte en embajador de su tierra...

La impresión que nos ha causado Escribanos, este monastrell que interpela seguro es un espejo de esta obra colectiva que viaja empáticamente. Las buenas impresiones siempre suman y contribuyen a la seguridad y la confianza. Aunque hay que decir que su éxito le viene antes de las antípodas que de sus confines: nadie es profeta...

¿Para cuando una cazuela en Casa Julio de Els Fontanars?

Vino: Escribanos 2016

D.O. Valencia / Terra dels Alforins

Precio (en tienda): 20 €

TAULA de VI de Sant Benet la formanOriol Pérez de Tudela, Marc Lecha y Albert Martínez López-Amor, con la intervención telefónica de Manuel Rivera.