Este año no se ha celebrado Sant Jordi o, por lo menos, no se ha celebrado como todos los años. Las calles de Barcelona, completamente vacías, no han acogido puestos de rosas ni tampoco se han podido celebrar las tradicionales paradas de las librerías, donde era habitual ver largas colas de lectores esperando conseguir la firma de sus escritores de cabecera. Ayer no hubo nada de esto. La celebración del día del libro y la rosa, que para el mundo editorial en Cataluña suponía un volumen de negocio de 22 millones de euros, se ha visto trastocada por el estado de alarma que se vive desde hace cinco semanas. Con las librerías cerradas y los lectores confinados en casa, poco o nada se podía celebrar, al menos de forma presencial. De ahí que la fiesta se trasladase al mundo virtual de internet, tanto por lo que se refiere a la compra de libros como a los encuentros con autores.
¿Cuál fue el seguimiento de este primer Sant Jordi virtual? Las apariencias son engañosas: el entusiasmo que se transmitía en las redes sociales era más un espejismo que una realidad, puesto que el seguimiento de la festividad del libro ha sido más bien bajo, tanto si consideramos las ventas como si atendemos a la participación a los diferentes encuentros con autores. Por lo que se refiere a los ingresos, tanto el gremio de editores como el de libreros dan por perdido el trimestre. En declaraciones a Europa Press, Patrici Trixis, presidente del Gremi d’Editors y de la Cambra del Llibre de Catalunya, señalaba que poco tiene que ver este Sant Jordi con los de siempre, subrayando que, más allá de las evidentes pérdidas, a diferencia de ocasiones anteriores sí se ha notado un incremento de las ventas en línea.
Si habitualmente el 80% de las transacciones del sector corresponden a libros físicos adquiridos en librerías, el 15% a aquellos comprados por internet y el 5% a los libros electrónicos, este año “se podría afirmar que quizás el 15% que se vende en línea ahora estaría en torno al 25 o el 27%, y que el libro electrónico habría llegado al 10% o al 12%”. Los datos ofrecidos por Trixis son suscritos por Carme Ferrer, presidenta del Gremi de Llibreters de Cataluña, quien también pone de relieve que en este “Sant Jordi atípico” se ha triplicado la venta en línea.
¿Cuáles son, sin embargo, las cifras reales de venta? Algunos libreros estiman que la venta de este año corresponde al 10% de 2019. Por su parte, iniciativas como la plataforma Llibreries Obertes, donde se pueden adquirir títulos y atribuirle la compra a la librería asociada que uno escoja, comenzó su andadura hace justo un mes y consiguió vender hasta el mediodía de ayer 40.000 ejemplares, una cifra importante, pero que se vuelve insignificante si se piensa que, en un contexto normal, la media de ejemplares vendidos en uno solo día durante el mes de abril en Cataluña es de 30.000.La plataforma de libros Libelista ha batido su récord con 1.000 comandas y 1.600 ejemplares vendidos, entre los que destacan: en catalán, Boulder de Eva Baltasar, Canto jo i la muntanya balla de Irene Solà y Guillem de Núria Cadenes y, en castellano, La madre de Frankenstein de Almudena Grandes, Terra Alta de Javier Cercas y La cara norte del corazón de Dolores Redondo. Con las comandas de ayer, Libelista ha conseguido vender durante el confinamiento 9.000 ejemplares. Estamos, por tanto, muy lejos de esos 30.000 libros al día y, aún más, de los 22 millones de facturación.
Por lo que se refiere a la participación, los datos tampoco son alentadores. Los grandes grupos han puesto a trabajar a su plantilla de autores en Instagram para dialogar con los lectores. El resultado ha sido decepcionante: con 350.000 seguidores en Instragram, Me gusta leer, la plataforma de Penguim Random House, ha conseguido congregar una media de 300 asistentes a los distintos encuentros que ha organizado, alcanzando su máximo con Martina D’Antochia, una adolescente de quince años autora de la serie Las aventuras de Martina. Javier Ruescas, autor de literatura juvenil, congregó a 350 asistentes, mientras que la mayoría apenas han rozado los 200. Planeta, que con su plataforma Planeta de Libros alcanza los 201.000 seguidores en Instagram, tampoco ha logrado grandes éxitos: los flamantes ganador y finalista del Premio Planeta, Javier Cercas y Manuel Vilas, no han conseguido reunir más de 200 participantes, una cifra que se convirtió en la media de audiencia este grupo editorial a lo largo de todo el día.
Frente a la movilización de los dos grandes grupos, la inmensa mayoría de editoriales medias y pequeñas prefirieron no hacrrlo. Es el caso, por ejemplo, del Grupo Anaya que ha optado por aplazar cualquier celebración hasta el 26 de julio, fecha en la que se va a intentar trasladar Sant Jordi en el formato habitual, es decir, con paradas de rosas y libros, con lectores por la calle y autores firmando si es que en ese momento se ha levantado el confinamiento..
Ayer muchos editores y libreros expresaban su nostalgia por las celebraciones pasadas. De esto no hay duda. Tampoco la hau de que el remedo virtual del día del libro no es un banco de pruebas ni una iniciativa comparable a la que, desde hace noventa años, sucede en las calles. Este Sant Jordi virtual, a medio gas, dibuja un escenario particularmente duro para el sector del libro, empezando por las librerías, las más golpeadas por toda esta situación.