Barcelona es una ciudad con mucho arte. No hay más que darse un paseo por sus calles para percatarse de ello. Repartidas por los diferentes barrios hay múltiples esculturas y obras artísticas de algunos de los autores contemporáneos más importantes (Joan Miró, Pablo Picasso, Joan Brossa, Antoni Tàpies…), así como otros artistas claves del modernismo (Josep Llimona o Lluís Domènech i Montaner) y del clasicismo (Joan Roig i Solé o Venanci Vallmitjana).
De esta forma, la Ciudad Condal es prácticamente "un museo al aire libre, con piezas que se integran en el paisaje urbano que esperan ser admirados por los turistas”, tal y como apuntan desde el Consorcio de Turisme de Barcelona. La entidad recomienda estas cinco esculturas que, quizá, no sean tan populares como las creaciones de Gaudí o de Miró, pero que "refuerzan la pasión de Barcelona por el arte y el diseño".
‘La dama del paraguas’ de Roig Soler
La dama del paraguas es un símbolo del Parque de la Ciutadella. Encaramada encima de una fuente ornamental, la escultura de mármol fue realizada por Roig Soler para decorar el recinto de la Exposición Universal de 1888. Representa una señora ataviada a la moda de los años 80 del siglo XIX. Sostiene un paraguas de tela del cual parece que gotee agua e inclina ligeramente la cabeza hacia delante mientras alarga equilibradamente la mano.
'La dama del paraguas' / BARCELONA TURISME
Se trata sin duda de un modelo femenino burgués de la época. Una mujer perteneciente a las familias que ostentaban el poder social y económico en Cataluña durante la segunda mitad del siglo XIX. La dama, con mirada atenta desde lo alto del pedestal en forma de fuente, observa a mayores y pequeños desde su situación privilegiada junto a la entrada del Zoo de Barcelona.
‘Gat’ de Fernando Botero
Todo un símbolo de Barcelona y del barrio del Raval, parece que Gat por fin se encuentra a gusto en este barrio, después de haber pasado quince años buscando casa. Obra de Fernando Botero, fue adquirido por el Ayuntamiento en 1987. Desde entonces, la escultura ha deambulado por las calles de la ciudad en busca de una ubicación definitiva. Primero la encontró en el Parque de la Ciutadella. Después se lo llevaron junto al Estadio Olímpico. Y unos años más tarde fue colocada en una pequeña plaza detrás de las Drassanes.
Finalmente, en 2003 se tomó la decisión de ubicarla de forma definitiva al final de la Rambla del Raval y, quizás porque los gatos tienen siete vidas, allí destaca con especial intensidad. Todo el mundo reconoce la figura del gato, grande y gordo, hecho en bronce, de cara infantil y larga cola. Punto de encuentro y de juego de los más atrevidos, que se suben encima para hacerse fotos, la escultura ha quedado plenamente integrada en uno de los entornos más remodelados de Barcelona.
‘Peix’ de Frank Gehry
Era el año 1992 cuando la flamante Barcelona olímpica transformaba su fachada marítima. Nacía entonces el nuevo puerto olímpico, protagonizado por dos torres: por un lado, la Torre Mapfre; por el otro, el Hotel Arts. Es a los pies de este edificio, mirando al cielo, donde Frank Gehry instaló una escultura con forma de pez. Con 56 metros de largo y 35 de altura, el animal parece querer lanzarse al azul mar Mediterráneo sobre el que se encarama.
Peix nace de un gran entramado dorado de finas líneas de acero inoxidable sustentadas sobre una estructura metálica: una forma suave y sutil, marcada por la intensidad de su color dorado. Es fruto del juego de los rayos solares sobre esta piel que, según la intensidad de la luz, se convierte en escama y acentúa la forma orgánica de esta gran pieza. Visible desde la playa de la Barceloneta y el Port Olímpic, Peix es ya un icono consolidado de la ciudad.
‘Barcino’ de Joan Brossa
En la Plaza Nova del Barrio Gótico, casi abrazando la muralla de la que fue ciudad romana, siete grandes letras contrastan con el trasfondo histórico donde se encuentran. Se trata del alfabeto propio que Joan Brossa creó para componer la palabra Barcino, el nombre principal de la Colonia Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino, origen de la Barcelona actual. Las letras, seis de bronce y una de aluminio, se encuentran clavadas en el suelo y forman un conjunto divertido y original muy en la línea de las poesías visuales del artista barcelonés.
'Barcino' / BARCELONA TURISME
Pese a formar una palabra entera, cada letra del ideograma constituye una pieza de arte por sí misma, mientras que su conjunto establece todo un juego con la perspectiva y el entorno. Un entorno definido por la presencia de la Catedral, la muralla, y la reproducción de un arco del acueducto romano que nace junto a la estructura.
‘Mural de les Olles’ de Frederic Amat
Mordidas, manipuladas, destrozadas. Las ollas que forman el Mural de les Olles diseñado por Frederic Amat para decorar la Ciudad del Teatro parecen haber vivido una dura existencia. En total está formado por 1.500 ollas de cerámica esmaltada que resaltan en el fondo de una pared de color burdeos. Desde 2001 se puede contemplar esta obra que emerge de la fachada posterior del Mercado de las Flores y que se refleja en los vidrios del edificio del Institut del Teatre, del cual también ocupa una pared interior.
Un conjunto desgarrador de 30 metros de longitud y 17 de altura que el artista barcelonés realizó meticulosamente. Así, cada olla fue fabricada de forma artesanal: en el preciso momento en que eran fácilmente maleables, cuando se hallaban a altas temperatura en el horno, el artista intervenía para deformarlas. Todas juntas dibujan un tapiz curioso y violento que cautiva a los visitantes en el epicentro teatral de Barcelona.