Apenas dos días antes de la publicación del contundente manifiesto de Dones i Cultura en el que se acusaba a Lluís Pasqual de vejar a los actores, el Teatre Lliure, que había permanecido en silencio desde que se había iniciado la polémica, envió una nota de prensa aclarando la renovación de Pasqual y explicando por qué el director teatral había anunciado en la rueda de prensa que, con seguridad, no cumpliría por entero el tercer mandato.
El Lliure explicaba que, siguiendo la propuesta de la junta de govern del Teatre Lliure, el pleno del patronado acordó iniciar una reforma de los estatutos, reforma de la que se encargará una comisión, cuya elección se realizará en una junta extraordinaria el próximo septiembre. Entre los cambios que se propone, está el de reformar el método de elección del nuevo director, que, una vez cambiados los estatutos, se someterá a concurso público y tendrá una duración máxima de cuatro años.
Evitar vacíos
La renovación de Pasqual, sostiene el Lliure, no es una auténtica renovación, sino solo una manera de facilitar la transición entre el ahora y el mañana. “Con el objetivo de evitar vacíos en la programación artística y disrupciones en el funcionamiento de este equipamiento, el patronato, de mutuo acuerdo con él, acordó establecer una prórroga de dos años que se hará efectiva a partir de la fecha en que finaliza su segundo mandado. Esta continuidad provisional permitiría, en opinión del conjunto de los miembros del patronato, terminar los cambios estatutarios previstos y garantizar la programación teatral hasta que se haga efectiva la incorporación del nuevo director o directora surgida del concurso abierto que se celebrará a lo largo de la temporada 2019-2020”.
¿Por qué no se dijo esto desde el inicio? ¿Por qué se tardó tanto en dar unas explicaciones que, sin duda, hubieran evitado gran parte de los comentarios críticos acerca de la renovación de Pasqual? Estas son preguntas obvias que, sin embargo, no tienen respuesta.
Lo que sí tuvo respuesta fue el manifiesto de Dones i Cultura y la tuvo en forma de otro manifiesto, esta vez en apoyo a Lluís Pasqual, firmado por nombres como Rosa Maria Sardà, Emma Vilarasau, Ana Belén, Marcos Ordoñez, Mariano Barroso, Josep Maria Flotats, Mercedes Sampietro o Núria Espert, que antes de ayer, en una entrevista en el Punt Avui, afirmaba: “Nunca en mi vida en visto a Lluís Pasqual faltarle al respeto a nadie. A ningún actor, ni grande ni pequeño. No puedo comprender la ferocidad de algunas palabras que parecen más propias de alguien al que no le han dado un papel que de una persona que siente dolor porque ha sido maltratada.”
¿Más capítulos?
Si bien es cierto que los firmantes del manifiesto cerraban filas en torno a Pasqual, la polémica no ha terminado todavía, en parte porque no han pasado desapercibidas las ausencias del manifiesto en apoyo a Pasqual: ninguno de los antiguos directores del Lliure ni ningún miembro de la Kompanyia Lliure aparece entre los firmantes.
Asimismo, el hecho de que la asamblea de trabajadores de Lliure haya pedido realizar un estudio de los riesgos psicosociales para así asegurar la integridad del personal y de que solicite al Lliure que active todos los mecanismos existentes para la prevención de riesgos laborales hace pensar que todavía hay capítulos por escribir de esta triste historia.