Sin humor, sin algunas dosis de humor, es complicado analizar toda una época, con sus luces y sombras, pero muy cuestionada, con el caso Palau de la Música y la confesión de Jordi Pujol en aquel verano de 2014. Manuel Trallero aparece con americana azul brillante. Con un esbozo de sonrisa en su rostro recuerda cómo siguió el día a día del juicio del caso Palau, plasmado en sus artículos en Crónica Global, que ha convertido en el libro El bolso de Mariona Carulla, editado por este medio. Y no se ahorra las anécdotas. Cuando entraba en la sala, con los magistrados, no podía entrar y salir, así que su próstata no podía liberarse hasta que acabara la sesión. Y, raudo, corría, finalmente, al servicio. “Los caballeros con problemas, ya con una cierta edad, entrábamos rápido, y, de repente, me vi entre Jordi Montull y Daniel Osàcar, ¿qué les podía decir en ese momento?”
Las carcajadas, en ese instante, son necesarias. Antes de la intervención de Trallero, la carga contra la etapa de gobierno de Jordi Pujol, contra el nacionalismo de CiU, ha sido frontal. Y los asistentes, que corroboraban las palabras de los intervinientes, pero en un silencio total ilustrativo, agradecen el tono del autor de El bolso de Mariona Carulla.
Años de plomo
El abogado penalista Francesc Jufresa; el profesor de Ciencia Política de la UAB Gabriel Colomé; y el exfiscal Anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo, junto a Manuel Trallero y el director adjunto de Crónica Global Manel Manchón presentaron el libro este jueves en la librería +Bernat. Todo el espacio reservado lleno, y con ganas de participar y analizar qué ha pasado en Cataluña en los últimos decenios.
Porque de eso se trató. El juicio del caso Palau de la Música fue, en palabras de Colomé, “la demostración de prácticas y de modos de gobernar desde 1980, con la llegada de Jordi Pujol”. La idea de Colomé, reforzada por Jufresa y Villarejo, es que el punto de inflexión fue el caso Banca Catalana, cuando “el líder de la oposición --Raimon Obiols-- fue casi agredido por militantes convergentes, que acompañaron a Pujol desde el Parlament, en el parque de la Ciutadella hasta el Palau de la Generalitat”. Eran los años ochenta, los años “de plomo” en los que CiU logró la hegemonía en Cataluña, “controlándolo todo”, según Jiménez Villarejo.
Una joven Margarita Robles
Jufresa, un abogado de largo recorrido, recordó que en un medio de comunicación, un día antes de que la Audiencia Territorial de Barcelona decidiera si se debía seguir investigando el caso Banca Catalana, aparecieron los posicionamientos de cada uno de los magistrados, “lo que era algo delictivo”. Se sabía qué iba a hacer cada uno. Entre ellos, una joven Margarita Robles, ahora ministra de Defensa, que quería seguir investigando al entender que había indicios de culpabilidad de, entre otros, Jordi Pujol, al frente, antes de su etapa política, de Banca Catalana.
“Ha habido una omertá, un ocultamiento, algo que no he podido entender”, señaló el exfiscal Anticorrupción, que repitió que “no ha pasado nada” en Cataluña, si se compara la sentencia del caso Palau con la sentencia del caso Gürtel, que para el juez son “similares, prácticamente lo mismo”, por las prácticas efectuadas entre empresas y financiación de partidos. “Aquí se cambió el nombre del partido, y se acabó todo, sin tomar responsabilidades políticas, cuando la Gürtel ha costado un cambio de Gobierno”, reiteró.
Reverencia a Millet
Trallero puso el punto del periodista, el tono de quien escribía cada día lo que ocurría en el juicio, indicando que la justicia, “aunque se diga lo contrario” funciona bien, y que su experiencia le llevó a observar cosas “poco comprensibles”, como “la reverencia de todos los presentes, a pesar de haber reconocido que se había apropiado de muchos recursos, ante Fèlix Millet”.
El también colaborador de Crónica Global Ramón de España, entre los asistentes, se acordó de un juez que ya había mencionado Francesc Jufresa. “¿Y dónde está el juez Solaz?”, que dejó el caso.
El juez "caracol"
Hubo risas en la mesa de los intervinientes. Aunque también una cierta resignación. Se refería Ramón de España a Juli Solaz, el llamado “juez caracol”, por la lentitud con la que inició el caso Palau. Hasta tres años se tomó para ordenar el registro del domicilio particular de Fèlix Millet. “Pues ejerce de magistrado de la Audiencia de Barcelona”, recordó Jufresa. “Y ha apoyado manifiestos a favor del independentismo”, añadió Jiménez Villarejo. ¿Algo más que decir?
El público, entregado, aunque también con matices por la severidad con la que se juzgó la etapa Pujol, respiró aliviado. Mejor tomarse las cosas con un poco de humor, ante tanto desastre, que es, en realidad, un desastre de gran parte de la sociedad catalana en su conjunto, que ha derivado hacia el independentismo, "un callejón sin salida que no va a ninguna parte", según Villarejo.
Copa de cava, firma de libros, con Trallero como maestro de ceremonias, y un consejo por parte de todos: “Lean El bolso de Mariona Carulla, se entiende todo, es un libro importante”, clamaban Villarejo y Jufresa.