La Torre de Pisa, construida en 1172 en la ciudad que le da nombre, se erige como una de las maravillas arquitectónicas del mundo dada la singular inclinación que sufre. Creada con el propósito de servir como campanario, ha hecho que la localidad italiana se haya convertido en centro turístico y patrimonio de la humanidad por un simple fallo en las previsiones de construcción.
Después de diversos análisis de expertos se ha llegado a la conclusión de que la principal razón de la situación actual de la torre se debe a un suelo arcilloso y unos cimientos poco estables sobre los que se sujeta. Aun así, casi un milenio después, se puede seguir contemplando como más de 14 mil toneladas de mármol blanco se mantienen en pie resistiendo hasta terremotos en la península de Italia.
Paso a paso
Tras la primera inclinación del torreón y la detección de las equivocaciones mencionadas anteriormente, los constructores decidieron parar las obras durante 100 años, aunque solo llevaran dos pisos edificados. En 1272 se añadieron cuatro pisos más y 2 siglos después se colocó por fin la sala de las campanas, llegando a la altura de casi 60 m con 4o de pendiente.
Desde la finalización de la torre hace ya más de 600 años, ingenieros y arquitectos de todo el mundo han intentado explicar esa inclinación y han intentado corregirla evitando que se derrumbara, cosa que hasta el momento no se ha podido hacer.
¿Por qué no se cae?
La respuesta a esta pregunta ha llegado este año de la mano del prestigioso ingeniero griego George Mylonakis, que afirmaba que cuando ocurre un temblor o terremoto, tanto el suelo como el edificio vibran al mismo tiempo, interactuando entre sí por medio de los cimientos sin que llegue a caerse. Después del tiempo transcurrido y hasta hace una década, los ciudadanos italianos han podido contemplar cómo la edificación iba adquiriendo esa inclinación poco a poco, algo que los especialistas dicen que ya ha remitido, manteniendo un monumento recomendable de visitar.