Hace algunos años me explicaron el caso de un forense que tenía por costumbre, cuando atendía a los detenidos que habían sido puestos a disposición del juzgado de guardia y solicitaban ser vistos por el médico, examinar no solo su estado físico sino también el anímico. Les preguntaba si se sentían tristes, si tenían a personas que se preocupasen por ellos, si a veces pensaban que sobraban en este mundo y si en definitiva, tenían ideas suicidas. Ante la insistencia y las repetidas alusiones a su condición de desahuciados de la sociedad, algunos, que ya no estaban demasiado centrados, empezaban a sentir que algo fallaba y que sí, que el forense tenía razón, que realmente debían estar tristes, que su vida era una auténtica mierda y que lo mejor era acabar con todo. No era de extrañar que acabasen sumidos en un mar de lágrimas. Tras la entrevista, el forense recomendaba invariablemente el internamiento en un centro psiquiátrico para solventar la situación de riesgo del paciente, que en muchos casos no era tal, sino que había sido inducida por él mismo. Parece ser que el forense actuaba de buena fe, según dicen, pero la realidad es que el equilibrio psíquico de las personas es demasiado delicado para jugar a con él.
Otros optan por liquidar directamente a los que consideran "basura biológica". Philipp Budeikin, ruso, de veintiún años, del que algunos medios dicen que es estudiante de Psicología, emula a Mengele y a otros de su calaña cuando afirma que desde 2013 está dedicado a limpiar la sociedad de aquellos a los que considera inútiles. Creador del juego la ballena azul, afirma que, gracias a éste, le da a sus víctimas lo que no tenían en la vida real: calor, comprensión y conexiones. El juego, como muchos sabrán, consiste en el compromiso de realizar 50 retos progresivos, uno cada día. Se empieza por grabarte con un cuchillo en la piel las letras K57, se sigue con ver películas de terror hasta las 4.20 horas, hacerse cortes en el cuerpo, en los labios, pincharse con agujas, dibujar una ballena, primero en papel y luego también grabarla con un cuchillo en la piel, subirse a un techo o a un puente y colocarse en el borde y, por fin, saltar desde un edificio alto para acabar con tu vida. Hay que justificar que has cumplido el reto diario enviado fotos de lo que has hecho a tu "guardián" del juego. El fenómeno es mundial, hay miles de casos en todos los continentes, y solo en Rusia la fiscalía atribuye a este juego macabro 90 suicidios de adolescentes. En España se han detectado seis casos de jóvenes atrapados en webs de este tipo.
Philipp fue detenido en noviembre de 2016 y negaba cualquier implicación hasta no hace mucho. Ha reconocido ser el creador de los "grupos de la muerte" que controlaban el juego y se justifica diciendo que sus víctimas "mueren felices". Con orgullo, afirma ser el inductor directo del suicidio de 17 personas. Una chica rusa de dieciséis años que acabó con su vida saltando de un edificio escribió palabras que destilaban "felicidad": "Sientes que poco a poco te vuelves inútil". Y antes de saltar: "Solo soy un fantasma".