El ricotta es un queso muy peculiar que liga igual con salado que con dulce. Que le pregunten si no a Don Altobello, a ver si se acuerda de los deliciosos cannoli con los que se buscó la perdición aquella noche de ópera en Palermo.
Algo más cerca de nosotros, en el barrio de Gràcia, los amigos de L’Antxoveta han aprovechado esa versatilidad para crear una nueva tapa que han bautizado como La vida secreta de las anchoas, un bocado que además de recordar la estupenda película de Isabel Coixet incorpora los dos alimentos, el requesón y el pescado. Ambos descansan sobre una coca de vidre y unas láminas de higo, un fruto que combina de maravilla con ciertos salados, como el jamón, y que aquí también ensambla a la perfección. Rociado con unas gotas de aceite de oliva.
El resultado es una tapa original, suave y muy apetitosa que hace honor a un establecimiento que con su nombre ya rinde homenaje a este producto, uno de los aperitivos más estimulantes y más genuinos del país. Es una creación del cocinero Edu Losilla por encargo de los propietarios, Maite y Carlos, que querían agradecer a la realizadora catalana su fidelidad como clienta en los cinco años de vida del bar.
La cocina no daba abasto el martes por la noche, el día de su presentación en sociedad, para atender a tanta demanda, atraída por la nueva oferta de este conocido local de Gràcia y por la convocatoria de la propia Coixet.
La concurrencia
En el pequeño establecimiento se reunieron personajes del mundo cultural y gastronómico catalán, como la propia cineasta o Fina Puigdevall, cocinera de Les Cols y Mas Torrent.
Además de las anchoas --triple 0 del Cantábrico-- y las excelentes olivas, el local está especializado en patatas bravas, bombas, croquetas y un plato no muy común por estos pagos, los huevos estrellados. Combina una buena oferta de tapas, hamburguesas y algunos platos como el arroz negro con sepia, con una selección cuidada de vinos y, ¡ojo al dato!, con Pilsner Urquell de barril. Para la ocasión, Carlos se procuró unos bidones de cerveza sin filtrar, a la antigua usanza, que sin duda estuvo a la altura.