El restaurante japonés pijo de Madrid por excelencia y deleite de la flor y nata madrileña y el corporate world ha abierto en Barcelona, y se ha instalado en el Turó Parc, al final de Pau Casals y el inicio de Tenor Viñas. De la plaza de la Moraleja, o la calle Hermosilla, entre Serrano y paseo de la Castellana, o el nuevo Eurobuilding de Padre Damián en la capital de España ahora también se ha situado en una de las zonas más exclusiva de la Ciudad Condal.
Lleva unas pocas semanas abierto y ya se ha convertido en lugar para ver y ser visto. Incluyendo al polémico periodista catalán Salvador Sostres, que lleva semanas acudiendo a diario, incluso repitiendo mediodía y noche en días concretos. Algunos piensan, o bromean, que es el relaciones públicas del restaurante. Otros visitantes aseguran que puede ser una cuestión temporal debido al traslado del equipo que dirigen los Monje desde su habitual emplazamiento en el cercano Via Veneto al Festival de Cap Roig, en Calella de Palafrugell.
Un mundo de experiencia gastronómica
Sushi99 se define como alta cocina japonesa, pero es mucho más que eso: es calidad, servicio, creatividad, innovación, fusión, lujo contemporáneo, producto, pura respuesta a las nuevas tendencias culinarias y de estilo de vida de ciudades con un toque justo de cosmopolitismo como Madrid y Barcelona.
Es una propuesta reinventada del celebre Nobu y reintepretación de Hakkasan. Deja muy atrás a Kabuki, al que de hecho ya hace tiempo que ha desbordado por la izquierda. Sushi99 llega a Barcelona donde la gastronomía japonesa de alto nivel no está muy desarrollada y solo destaca, con luz propia y de máxima intensidad, Koy Shunka.
La tempura de langostinos tigre con salsa cremosa picante es uno de los platos clásicos de Shusi99 que ya ha hecho historia en Madrid y que sus promotores esperan que haga lo mismo entre los barceloneses. Todo parece indicar que la dirección de la empresa ha apostado fuerte por su iniciativa barcelonesa y ha trasladado a un equipo de cocineros pioneros de entre cuatro y cinco personas para una estancia mínima de un año.
Algunos expertos y opinadores de la gastronomía de la ciudad parecen tener opiniones encontradas: unos ni lo conocen, otros parecen no considerar nada fuera del micro-mundo Michelin y los más jovenes “se alegran”, consideran sus platos “muy interesantes” y “una oferta identitaria” a la altura de la capital catalana.