Truman, la sensible --y dura-- historia de amistad del realizador catalán Cesc Gay, ha sido la indiscutible gran triunfadora de la gala de los Goya. La Academia del cine español le ha otorgado cinco de los seis premios a los que había sido nominada. Los cinco, en categorías principales: mejor película, mejor director (para el propio Gay), mejor guión adaptado y mejores actores principal y de reparto, para unos espléndidos Ricardo Darín y Javier Cámara.

La otra gran favorita de la noche, la también catalana Isabel Coixet, ha debido conformarse este año con premios técnicos para Nadie quiere la noche, su lujosa (en producción y en reparto internacional) historia sobre la relación entre la esposa del pionero de la exploración ártica Robert Peary y una mujer inuit. El film se ha llevado, merecidamente, los premios al mejor maquillaje y peluquería, vestuario, dirección de producción y música original.

Entre Gay y Coixet, y con la colaboración de algunos otros galardones en categorías técnicas, el cine catalán ha estado ampliamente representando en estos premios. Algo que se ha visualizado especialmente cuando Gay ha protagonizado una de las anécdotas de la jornada al excusarse ante Coixet por obtener el Goya al mejor director: "Tú ya tienes muchos en tu casa, que los he visto", le ha dicho, en catalán, mientras recogía su galardón.

Premios repartidos

El resto de los premios han estado muy repartidos. La Novia, una de las grandes perdedoras de la jornada, ha obtenido sólo 2 de los 12 galardones a los que estaba nominada. Los mismos que A cambio de nada, la magnífica carta de presentación del joven Daniel Guzmán --indiscutible Goya al mejor director novel--, El desconocido y Palmeras en la nieve.

Esta edición de los Goya no ha sido muy considerada con los grandes nombres. Tres megaestrellas internacionales como Penélope Cruz, Juliette Binoche y Tim Robbins se han quedado sin premio. Tampoco ha alcanzado su cuarto Goya el siempre genial Luis Tosar. Pero porque tenía enfrente a otro monstruo como Darín.